lunes, 26 de marzo de 2012

Ella...

Ella, ese sur perpetuo, ese norte extremo, ese sabor a tierra mojada por el llanto de tres noches de  28  vidas cada una. Ella la de las ideas dispersas y las tristezas largas, la de la noche en la mirada y el verano en los dedos. Ella, ese navío olvidado en mitad del pantano. Ella la de los pies descalzos y las sonrisas en clave. La que abraza, la que hiere, la que ama, la que vive, la que olvida, la que muere, la que siente, la que piensa. Ella, la que no es ella, sino otra, siempre otra, nunca la adecuada, nunca la prudente, nunca la precisa. Ella la que escribe y la que calla. Ella, ese espejo en mitad de la nada, esa puerta sin destino, esa ventana sellada. Ella, ella que no soy yo, pero que sin saberlo yo soy un poco ella. 

miércoles, 14 de marzo de 2012

Qué alegría más tonta.

Los fantasmas que la habitan se han puesto de fiesta, los armarios de su mente son  una bulla constante desde hace unos días. Ella sonríe, sola, acompañada, sentada, de pie, de noche, de día, mientras sueña, mientras habla, cuando camina, mientras escribe, ella sonríe.   

sábado, 10 de marzo de 2012

Se va

Una descarga de armas irrumpe mi noche, pensarte se vuelve menos importante cuando debo preguntarme la vida de quién quedo en la banqueta, uno menos ¿ de los bueno o de los malos? Pregunta ociosa en estos tiempos. La sirena opaca la música triste que te evocaba, un llanto aterrador irrumpe el mío que al final termina por parecer soso. Un tumulto se arremolina a mitad de la calle, una madre grita ante un cuerpo caliente al que se le escapa la vida, mejor o peor que la mía no lo sé, pero se va, escapa entre los techos del vecindario, por mi ventana siento que la veo pasar, me duele un instante, me indigna.   Mas sirenas, más gente, más llanto, menos vida.

Ella...

21:25
Ella, ese sur perpetuo, ese norte extremo, ese sabor a tierra mojada por el llanto de tres noches de  28  vidas cada una. Ella la de las ideas dispersas y las tristezas largas, la de la noche en la mirada y el verano en los dedos. Ella, ese navío olvidado en mitad del pantano. Ella la de los pies descalzos y las sonrisas en clave. La que abraza, la que hiere, la que ama, la que vive, la que olvida, la que muere, la que siente, la que piensa. Ella, la que no es ella, sino otra, siempre otra, nunca la adecuada, nunca la prudente, nunca la precisa. Ella la que escribe y la que calla. Ella, ese espejo en mitad de la nada, esa puerta sin destino, esa ventana sellada. Ella, ella que no soy yo, pero que sin saberlo yo soy un poco ella. 
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Qué alegría más tonta.

20:08
Los fantasmas que la habitan se han puesto de fiesta, los armarios de su mente son  una bulla constante desde hace unos días. Ella sonríe, sola, acompañada, sentada, de pie, de noche, de día, mientras sueña, mientras habla, cuando camina, mientras escribe, ella sonríe.   
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Se va

0:38
Una descarga de armas irrumpe mi noche, pensarte se vuelve menos importante cuando debo preguntarme la vida de quién quedo en la banqueta, uno menos ¿ de los bueno o de los malos? Pregunta ociosa en estos tiempos. La sirena opaca la música triste que te evocaba, un llanto aterrador irrumpe el mío que al final termina por parecer soso. Un tumulto se arremolina a mitad de la calle, una madre grita ante un cuerpo caliente al que se le escapa la vida, mejor o peor que la mía no lo sé, pero se va, escapa entre los techos del vecindario, por mi ventana siento que la veo pasar, me duele un instante, me indigna.   Mas sirenas, más gente, más llanto, menos vida.
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