martes, 30 de marzo de 2010

Más textos de sexo, muerte y café


Dejas caer el cerillo sobre el cenicero  y te concentras en quemar el rastro del mal sueño  con la primera bocanada, aspiras y sientes esos majestuosos cinco segundos  de nicotina recorriendo tu cuerpo,  cierras los ojos y sientes como la satisfacción deja de lado la ansiedad con q dormías.  Miras la hora, es de madrugada, todos aún duermen, buscas en  la cocina  un vaso de leche tibia, el refrigerador  está vacío  y lo único  q atinas a llevar a tu boca es un sorbo del café de ayer, lo  bebes mecánicamente, no  importa q este frío  y q no tenga azúcar, te tiene sin cuidado q esto altere  aún más las horas del sueño, de cualquier forma  ya soñar  no ha resultado placentero, en  la vigilia  te sabes a salvo.

Deambulas aletargado,  enciendes otro cigarro y  te  posas junto a la ventana, con la mirada fija en  la  avenida, escuchas el ruido  de los autos q vienen  y van, entonces  la  ves -o la  inventas-, escuchas el acercarse de sus tacones hasta estar frente a tu puerta, sin dudarlo abres y extiendes los brazos, le haces saber cuánto la esperabas, le  cuentas sobre tu mal sueño  y la  tranquilidad q te provoca tenerla en casa, ella se quita  el abrigo, te  ofrece su cuerpo y  te pregunta si ya es tiempo, tomas lo q te da,  respondes afirmativamente mientras te hundes  entre sus  piernas, ella sonríe y no precisamente  por el placer q le provocas,  acerca  el arma a tu rostro, pregunta  si lo harás  tú o tendrá ella q mancharse las manos,  a un paso del  orgasmo imploras a gritos, por q lo haga ahora…sientes las contracciones de su sexo y  eyaculas en medio de la frustración  de saberte  vivo  y el placer q siente el cuerpo. Ella se pone de pie, toma su  ropa, pinta sus labios,  y se aleja  diciendo q aún  no estás listo. Intentas detenerla y pedirle  q termine por matarte, q te arranque de un solo tiro la existencia, es inútil  ella ha desaparecido.  Giras la cabeza y el frío metal del revólver  en tu almohada te hace despertar, abres los ojos  y sientes miedo… no lo hizo la dama de tus sueños… y tú sigues sin el valor necesario para hacerlo.

sábado, 27 de marzo de 2010

INCONEXIONES


Mi manera de comprometerme fue darme a la fuga…"
Joaquín Sabina
I
Te desvaneces en un aislamiento voluntario, a veces deprimente pero productivo. Poco a poco tu imagen se ha vuelto borrosa, ellos ya no saben si existes o te inventaron…
II

Muchas noches las has pasado en silencio contemplando en tu exasperante insomnio las luces de la ciudad. Siempre te han parecido más excitantes los miles de focos, faros y lámparas que los millones de estrellas que tachonean el firmamento, después de todo, las luces de la ciudad siempre son otras y las del cielo nunca dejan de ser las mismas.
III
Un dolor metafórico estrictamente literal, te aqueja desde hace ya bastante tiempo. Son las incipientes palabras que se anidan en la comisura de los labios esperando, bífidas malditas, el momento de reptar a tus oídos y aniquilarme.
IV
Es hora de detener la rueda de la fortuna, no importa si quedas arriba, en lo más alto donde el más grande de los habitantes del país de los gigantes no es más que un diminuto grano de arena que se pierde entre la multitud de ellos, que son tantos y tan iguales que solamente logres distinguir un tapete de un color más o menos uniforme. O que quedes abajo, con los pies en la tierra y el norte extraviado, con la puerta al mundo abierta. No en realidad no importa, el asunto es parar.

sábado, 20 de marzo de 2010

Gajes del oficio


Poco a poco me he acostumbrado a los fríos, impersonales y debo decirlo muy cómodos cuartos de hotel, con sus sabanas blancas y sus esponjosas almohadas, su agua caliente al minuto y sus impolutas tinas, esas ventanas enormes que muestran un mundo igual de frívolo y ajeno que todo lo que hay en la habitación. Como parte de mi trabajo de vago asalariado, he conocido cientos de esos cuartos, en realidad son pocas las diferencias entre unos y otros. No me quejo, la verdad es q no es tan malo, nunca hay q limpiar ni siquiera tender la cama, si algo no me agrada o necesito algo, basta marcar a la recepción donde una mujer me odia pero está obligada a ser amable y lo resuelve . Todo parece bien hasta ahí turismo laboral y hospedaje cinco estrellas.
El problema es cuando me toca compartir, he visto desfilar cada fenómeno como compañera de cuarto, desde las que roncan como locomotora hasta las que me despiertan a las seis de la mañana al ritmo de Can Can, porque es hora de salir a correr, las que tardan más de 30 minutos en la ducha o peor aún las que ven telenovelas y quieren platicar incansablemente sobre su vida como si a mi realmente me importara .
Esta semana la ciudad de Taxco me albergaba plácidamente, mi compañera de cuarto una joven mujer de trato amable pero no empalagoso, amante de las telenovelas pero no conversadora, madrugadora pero discreta, demasiado bueno para ser verdad, pensé, pero me permití gozarlo tranquilamente, pude tener mis lecturas nocturnas en el balcón de la habitación, dormir tranquilamente y limitarme a decir buenos días y buenas noches.
Desafortunadamente el amor, el whisky o la calentura, no soy quien para juzgarlo, transforman a las incipientes almas de los grises mortales en incivilizadas bestias victimas de sus impulsos. Dormía yo tranquilamente cuando unas risitas ebrias y desconsideradas arribaron al balcón. Mi compañera de cuarto había regresado del bar con un acompañante y tenían en el balcón un preludio amoroso, con frases tan trilladas como desagradables respecto a lo excitados que se encontraban ante su "maravillosa" aventura. Hasta ese momento me limité a darle vuelta a mi almohada y pretender que nada pasaba, lo complicado fue cuando escuché las frases de convencimiento para que lo invitara a pasar y poder concluir lo que tanto se complicaba en el limitado espacio ahí afuera. Escuché como se abría la puerta y como chocando contra todo entraron, en el fondo esperaba que preparan café y se despidieran, pero eso no paso, el concierto de frases sucias y gemidos continuo por largo tiempo. Momento más bochornoso no he vivido ¿qué haces cuando una compañera de cuarto asignada y desconocida tiene una noche de sexo y pasión, mientras se supone tu duermes en la cama de al lado?
Tomé valor y decididamente me levanté, mostrando descontento al azotar la puerta , salí a la salita de estar que está afuera, esperando mi mensaje fuera claro y preciso, lo que había hecho ella era inadecuado y descortés, quería a ese tipo fuera de la habitación, que se fueran a continuar con eso en otro lado. Los minutos pasaron, las horas no se detuvieron y la mañana llegó, recargada sobre mi brazo izquierdo desperté, adolorida por dormir sentada pasé la noche en un maldito sillón, el tipo salía de la habitación y ella a medio vestir, me recibía con una estúpida sonrisa diciendo "gracias que buena onda eres, yo no me habría ido así…"
Aún podía reportarla y estaba dispuesta a hacerlo , eso seguramente la dejaría sin empleo y aprendería muy bien la lección, pero cometí el gravísimo error de comunicarle mis intenciones, entonces la mujer no conversadora de toda la semana hablo por más de una hora sobre su trágica infancia y su horrible adolescencia, me conto la larga historia sobre su matrimonio fallido y su desigual divorcio, me enseñó las fotos de los tres hijos que esperaban en casa para ser alimentados por ella, el único sostén de la familia, me resistí para no llorar, pero cuando hablo de lo duro que es pagar un alquiler y vérselas sola en el mundo, no pude más.
Lo sé, muy seguramente me vieron la cara de pendeja con la historia...gajes del oficio?

domingo, 14 de marzo de 2010

Adoles-ciendo


En momentos como este preferiría volver a los 13, quizás a los 15, cuando se entregaba el corazón con la mirada, cuando enamorarse era cosa de eternidades en las manos del otro.
Ayer celosamente observaba a mi vecina, poniéndose linda para esperar a la razón de su sin razón, lo vi llegar a él, pedaleando su vieja bicicleta y con dos litros de colonia barata sobre sus ropas, con una flor que se había robado muy seguramente de algún jardín, vi como se miraban casi sin parpadear, como entrelazaban sus manos y se reían con esa risa tímida y torpe que tienen los enamorados a esa edad.
Entonces pensaba, como nos pudre el mundo, como de tenerlo todo nos quedamos poco a poco sin nada, como la soledad nos come la sonrisa, me gustaría tener la carta en blanco nuevamente, no tener historias, no tener pasado y entonces cerrar los ojos y pretender que no me harás daño. Tener una mirada limpia de llantos y asirme a los días como quién apenas está descubriendo el curso del tiempo.
Pero es así, conforme crecemos la capacidad de asombro se agota, el dolor es lo único que reconocemos como real y tristemente se nos beta el acceso a la felicidad de ese instante mágico en que dos seres se encuentran uno a la par de otro sin más fin que saber que se tienen, sin reclamos, sin mentiras, sin pasados trágicos.

martes, 9 de marzo de 2010

Caramelos


Amanda se levanta a buscar la bolsa  de dulces,  toma uno, se lo echa a la boca, y se recuesta sobre la alfombra guinda q cubre el piso del hostal, su  mirada se pierde en las estrellas   proyectadas en las paredes por la pantalla de la lámpara q gira, cierra los ojos para imaginar q esta ciega, pero aún así  las estrellas siguen dando vueltas en torno a ella,  piensa q tal vez,  ella misma ahora este girando  y q cuando abra los ojos, será porque todo habrá parado, y no tendrá q ocultarse más.  El caramelo termina por desaparecer  en su boca,  y el sabor a uva, poco a poco comienza dejar paso  a lo amargo de su salivar cuando algo la aflige;  abre los ojos,  se pone en pie, recorre con la vista  la habitación hasta llegar a las ventanas, se concentra en las luces azules de los carros  q pasan a lo lejos en la carretera,  piensa en q quizás mañana  alguien vea las luces de su auto  por esa misma ventana, quizás mañana otro prófugo de sí,  se recueste en  la polvorienta alfombra para sentir que es estrella. 
     La luz de la mañana se cuela entre las cortinas, alguien toca a la puerta, para recordarle a Amanda q el cuarto vence a la una;  observa el reloj, las 11:30, apenas hay tiempo para  bañarse y buscar otro punto en el mapa.   Toma su  mochila y las llaves, se asegura de no olvidar nada y sale del cuarto dejando  un par de caramelos sobre el buró. Sube al auto, enciende un porro y sintoniza  la radio difusora local,   prende el vehículo y comienza un nuevo día de travesía  hacia ningún sitio,  Amanda se concentra en las líneas amarillas de la carretera,  son como estar en un videojuego, su auto es pacman y las líneas son  puntos luminosos q hay q devorar antes de q  la alcancen los fantasmas del pasado.  La tarde  rebasa a la mañana y  las primeras estrellas  en el cielo   anuncian la noche,  Amanda conduce sin problemas hasta el pueblo más cercano para buscar algo de comida, un  sitio donde pasar la noche  y   un teléfono de monedas, estaciona el carro en las orillas de la plaza y comienza a caminar por las pintorescas calles del  poblado,  la  única posada  en el pueblo  es atendida por  un  anciano desconfiado q le niega la entrada a causa de su mala facha. 
     Amanda sube a su auto y se dispone a abandonar el lugar, no acostumbra conducir de noche pero esta vez pareciera no tiene  opción.  Gira la llave, la marcha  no da para más, vuelve girar, pero el carro no enciende, Amanda comienza a  resignarse a pasar la noche dentro del auto para mañana con calma revisar q le sucede, prende un cigarrillo, busca en su mochila los dulces  y  decide caminar, mientras la noche pasa.   Camina cavilando, en su huída, pensando en lo q se queda, revisando lo q esta,  da vueltas por las mismas calles, escuchando como las casas se quejan y cuentan historias similares. Vuelve la cabeza  y se percata de que alguien  recoge sus pasos, por un momento  la invade el miedo y aprieta el paso, después cae en cuenta q correr no tiene sentido, puesto q en realidad  no tiene a donde ir para ocultarse, así q se detiene  y espera  bajo un farol a que el extraño se acerque, es un hombre de  frágil complexión, y  cabellos largos q al estar frente a ella le extiende la mano.
-Arón, compañero de viaje
-de viaje? Q viaje?
-tu viaje.
    Amanda lo observa desconfiada,  y para ocultar su nerviosismo asiente a extender la mano mientras con la otra busca en la bolsa de su  chamarra otro caramelo, es el último,  quita la envoltura torpemente y se lo lleva a la boca, sin despegar la mirada del desconocido.
-Es q no compartes tus dulces?- dice Arón con tono de ironía.
-lo siento es el último, pero dime porque me seguías?- Responde Amanda siendo firme en sus palabras.
- no te preocupes por los dulces tengo los q olvidaste sobre el buró.
-no los olvide… como sabes tu de eso?
-… yo  puedo saber demasiado, quizás nada… pero no tengas miedo, no se nada q tu no quieras q sepa, ven caminemos, la noche es muy fría  y no quiero q te congeles.
   Arón  toma la mano de Amanda, q pese a su asombro  no  pone resistencia,  caminan por largo rato sin soltarse, Amanda  desconcertada, no para de cuestionar a Arón, quién es? Porqué esta aquí?   Duda incluso de q él sea real.  Él por su parte, sonríe plácidamente y se  limita a hablar de  la luna, del  viento q  rompe en sus caras,  y de lo mágico de la noche.
     Llegan  hasta la posada, donde horas antes el anciano negó la entrada a Amanda, Arón solicita una habitación y el anciano sin poner mayor resistencia  le da las llaves. Suben escaleras, y llegan al cuarto asignado, Amanda se recuesta en la orilla de la cama y se da cuenta de cuál vulnerable se encuentra,  Arón   le roza la cara, con  tal delicadeza q pareciera teme hacerle daño, besa su oído  y siente como ella se estremece y voltea para encontrar sus labios, los besos tiernos q dieron inicio  a la batalla, se transforman en instantes en armas mortales, q no permiten a sus cuerpos negarse a morir  uno en manos del otro, la cadencia y el ritmo en  sus caderas, los lleva a danzar plácidamente, a cerrar los ojos y a saberse estrellas,  a viajar  por galaxias infinitas y reventar entre ellas  para después morir, y caer  nuevamente al abismo en la tierra.
    Amanda  enciende un cigarrillo, mientras observa el cuerpo desnudo de Arón y dice con voz ansiosa – Aún tienes dulces?
-Sí. Limón o uva?
-Dices saberlo todo, debes saber cuál prefiero.
-no, no puedo saberlo todo, pero se q te gustan los de uva.
-y q más sabes?
-se q huyes de ti.
-eso es imposible, no puedo escapar de mi.
-lo sabes, lo sé, pero eso no es suficiente.
    Arón acerca el  caramelo  sin envoltura a los labios de Amanda y sonríe complacido al ver como su gesto cambia cuando aquel dulce morado toca su lengua, Amanda  paladea  el dulce a la par de la duda de quién pueda ser este hombre.
-Porqué me seguías?
-No, no te seguía, te encontré.
-Me buscabas?
-A veces uno encuentra sin buscar.
-o a veces busca sin encontrar.
    Amanda se levanta y se aproxima a la ventana,  cierra los ojos y  como es costumbre finge ser ciega, sabe q Arón la observa, con la yema de sus dedos palpa  lo suave de su  piel  desnuda,  y abriendo los ojos de a poco pregunta
-Tu te quedarías a mi lado?
- q  necesitas?
- Por ahora dulces.
-Solo queda uno y es de  piña.
-Tu te quedarías a mi lado?
-q necesitas?
-Dulces he dicho.
-Ammm entonces no me necesitas.
    El cuarto queda en silencio, Arón se acerca a Amanda,  besa sus hombros  y baja por su espalda, ella suelta una pequeña risita  por las cosquillas q  provocan las barbas  de Arón, él besa cada centímetro de piel, ella solo da rienda suelta al placer  y se permite sentir,  los dos fingen  ser ciegos, y  juegan a estar locos, sacian sus instintos en copulas interminables, q nublan la razón.   Todo parece tan simple, tan primitivo, solo son ellos  jugando a ser.
    Los cuerpos caen rendidos, pero ellos se resisten a dormir, temen q al despertar, sigan viajando, sigan huyendo, pero sin saber q se siguen q uno es parte del otro. Arón  destapa el  último dulce   y lo come a mordidas, mientras  pregunta
-tu te quedarías conmigo?
-no me gustan las cicatrices.
-la vida nos marca.
-no me gusta la vida.
-Tu te quedarías conmigo.
-solo si tuvieras dulces.
El silencio   los inunda y por fin  poco a poco quedaron  dormidos.
   El  sol de la mañana despierta a Amanda, quien se descubre  sola,  busca su ropa, toma sus llaves, y los dos dulces q Arón ha dejado para ella en el buró.  Busca su auto  y se dispone a conducir otros cuantos kilómetros hasta q ella misma se alcance.  

sábado, 6 de marzo de 2010

Esperar


-Yo no odio de ese modo a la gente
-Eso seguro porque no esperas nada de nadie
Murakami
Sputnik, mi amor.

El problema está en esperar, el mundo sería menos decepcionante si no esperáramos nada de él, si sólo nos acercáramos a las cosas en un estado de completa indiferencia, así cualquier cosa buena o mala sería una sorpresa y eso le daría un sabor distinto a las cosas.

Los amantes

"un beso, si me oyes, mándame tú otro..."

viernes, 5 de marzo de 2010

Sobresalto


La hoja en blanco nuevamente y tu voz haciendo eco en las paredes de mi cráneo, sin permitirme hilar ideas con emociones. Tengo el corazón en la mano y las ganas de llorar que no se van por más que las razones dicten sentencias "justas". Ya no sé cómo explicarle a mis pies que no tiene sentido caminar de noche, simplemente no vendrás…

jueves, 4 de marzo de 2010

Despedidas


El viento hace parecer que la noche está furiosa, se habrá enojado conmigo por dejarme caer nuevamente, me duele, me duele en las rodillas, en los huesos, en el alma. Sé que no vas a escribir, sé que el dolor te aparta cada vez más de mi… Si sólo pudieras sentir la fragilidad de este corazón ingenuo, si pudieras sentir el peso de los días en que te he esperado… pero estas lejos, ahí del otro lado del espejo, donde nada parece tener sentido, donde no puedo alcanzarte. En sueños y en vigilia, de día de noche y a cada hora, no puedo hacer más que sentir que te alejas, que te ensimismas un poco a cada instante hasta dejarme fuera, hasta no ser más en mi.
Revuelvo cada una de las frases de la despedida, buscando la adecuada para no seguir cayendo, la precisa, algo, eso que tus labios dijeron antes de iniciar la partida, pero todas una a una se vuelven arena en los oídos, me he quedado sorda al pretender reconstruirlas.

martes, 2 de marzo de 2010

Ella es de chocolate


sO Aún recuerdo cuando en aquella lejana infancia los chicos de la calle jugaban encantados, quemados, las traes, futbol, o cualquier cosa que implicara alguna acción física, me asomaba a la ventana con la esperanza de que me invitaran a jugar, esperanza ilusa, casi nunca sucedía, a menos que la mamá de alguno de los que jugaba se acercara a mí y me preguntara:
-¿Porqué no juegas con ellos?
-Porque no me juntan
- Jueguen con ella.-ordenaba
Después venía el eterno pleito porque nadie me quería en su equipo, cuando por fin alguien perdía el volado y  se tenía que quedar conmigo. Entraba al campo de juegos pensando que haría mi mayor esfuerzo, pero inmediatamente les escuchaba decir, ella es de chocolate, las primeras veces aún intentaba correr tras el balón o esquivar a quien las traía, pero pronto me daba cuenta que no participaba en el juego, que era yo la de chocolate, dejaba de correr, alguno me empujaba y mejor regresaba a mi ventana a mirar hasta q terminaba el juego.
Poco a poco entendí que las actividades físicas no eran precisamente mi fuerte, no podía culparlos por no quererme en su equipo, era peor que mala. Conforme crecí fui descubriendo cosas para las que soy buena, otras que disfruto aunque me cuesten trabajo y muchas más en las que soy más mala que en los juegos físicos.
El amor es una de esas cosas donde soy la peor jugadora, me di cuenta que soy una enamorada de chocolate, que corre hacia todos lados tratando de involucrarse en el juego, pero sucede que no soy parte, él dice: es de chocolate, yo si entiendo el juego. Quizás sea buena idea dejar la ventana, qué más da quién gane el juego, sé que no seré yo.

Más textos de sexo, muerte y café

20:09

Dejas caer el cerillo sobre el cenicero  y te concentras en quemar el rastro del mal sueño  con la primera bocanada, aspiras y sientes esos majestuosos cinco segundos  de nicotina recorriendo tu cuerpo,  cierras los ojos y sientes como la satisfacción deja de lado la ansiedad con q dormías.  Miras la hora, es de madrugada, todos aún duermen, buscas en  la cocina  un vaso de leche tibia, el refrigerador  está vacío  y lo único  q atinas a llevar a tu boca es un sorbo del café de ayer, lo  bebes mecánicamente, no  importa q este frío  y q no tenga azúcar, te tiene sin cuidado q esto altere  aún más las horas del sueño, de cualquier forma  ya soñar  no ha resultado placentero, en  la vigilia  te sabes a salvo.

Deambulas aletargado,  enciendes otro cigarro y  te  posas junto a la ventana, con la mirada fija en  la  avenida, escuchas el ruido  de los autos q vienen  y van, entonces  la  ves -o la  inventas-, escuchas el acercarse de sus tacones hasta estar frente a tu puerta, sin dudarlo abres y extiendes los brazos, le haces saber cuánto la esperabas, le  cuentas sobre tu mal sueño  y la  tranquilidad q te provoca tenerla en casa, ella se quita  el abrigo, te  ofrece su cuerpo y  te pregunta si ya es tiempo, tomas lo q te da,  respondes afirmativamente mientras te hundes  entre sus  piernas, ella sonríe y no precisamente  por el placer q le provocas,  acerca  el arma a tu rostro, pregunta  si lo harás  tú o tendrá ella q mancharse las manos,  a un paso del  orgasmo imploras a gritos, por q lo haga ahora…sientes las contracciones de su sexo y  eyaculas en medio de la frustración  de saberte  vivo  y el placer q siente el cuerpo. Ella se pone de pie, toma su  ropa, pinta sus labios,  y se aleja  diciendo q aún  no estás listo. Intentas detenerla y pedirle  q termine por matarte, q te arranque de un solo tiro la existencia, es inútil  ella ha desaparecido.  Giras la cabeza y el frío metal del revólver  en tu almohada te hace despertar, abres los ojos  y sientes miedo… no lo hizo la dama de tus sueños… y tú sigues sin el valor necesario para hacerlo.
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INCONEXIONES

14:11

Mi manera de comprometerme fue darme a la fuga…"
Joaquín Sabina
I
Te desvaneces en un aislamiento voluntario, a veces deprimente pero productivo. Poco a poco tu imagen se ha vuelto borrosa, ellos ya no saben si existes o te inventaron…
II

Muchas noches las has pasado en silencio contemplando en tu exasperante insomnio las luces de la ciudad. Siempre te han parecido más excitantes los miles de focos, faros y lámparas que los millones de estrellas que tachonean el firmamento, después de todo, las luces de la ciudad siempre son otras y las del cielo nunca dejan de ser las mismas.
III
Un dolor metafórico estrictamente literal, te aqueja desde hace ya bastante tiempo. Son las incipientes palabras que se anidan en la comisura de los labios esperando, bífidas malditas, el momento de reptar a tus oídos y aniquilarme.
IV
Es hora de detener la rueda de la fortuna, no importa si quedas arriba, en lo más alto donde el más grande de los habitantes del país de los gigantes no es más que un diminuto grano de arena que se pierde entre la multitud de ellos, que son tantos y tan iguales que solamente logres distinguir un tapete de un color más o menos uniforme. O que quedes abajo, con los pies en la tierra y el norte extraviado, con la puerta al mundo abierta. No en realidad no importa, el asunto es parar.
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Gajes del oficio

19:13

Poco a poco me he acostumbrado a los fríos, impersonales y debo decirlo muy cómodos cuartos de hotel, con sus sabanas blancas y sus esponjosas almohadas, su agua caliente al minuto y sus impolutas tinas, esas ventanas enormes que muestran un mundo igual de frívolo y ajeno que todo lo que hay en la habitación. Como parte de mi trabajo de vago asalariado, he conocido cientos de esos cuartos, en realidad son pocas las diferencias entre unos y otros. No me quejo, la verdad es q no es tan malo, nunca hay q limpiar ni siquiera tender la cama, si algo no me agrada o necesito algo, basta marcar a la recepción donde una mujer me odia pero está obligada a ser amable y lo resuelve . Todo parece bien hasta ahí turismo laboral y hospedaje cinco estrellas.
El problema es cuando me toca compartir, he visto desfilar cada fenómeno como compañera de cuarto, desde las que roncan como locomotora hasta las que me despiertan a las seis de la mañana al ritmo de Can Can, porque es hora de salir a correr, las que tardan más de 30 minutos en la ducha o peor aún las que ven telenovelas y quieren platicar incansablemente sobre su vida como si a mi realmente me importara .
Esta semana la ciudad de Taxco me albergaba plácidamente, mi compañera de cuarto una joven mujer de trato amable pero no empalagoso, amante de las telenovelas pero no conversadora, madrugadora pero discreta, demasiado bueno para ser verdad, pensé, pero me permití gozarlo tranquilamente, pude tener mis lecturas nocturnas en el balcón de la habitación, dormir tranquilamente y limitarme a decir buenos días y buenas noches.
Desafortunadamente el amor, el whisky o la calentura, no soy quien para juzgarlo, transforman a las incipientes almas de los grises mortales en incivilizadas bestias victimas de sus impulsos. Dormía yo tranquilamente cuando unas risitas ebrias y desconsideradas arribaron al balcón. Mi compañera de cuarto había regresado del bar con un acompañante y tenían en el balcón un preludio amoroso, con frases tan trilladas como desagradables respecto a lo excitados que se encontraban ante su "maravillosa" aventura. Hasta ese momento me limité a darle vuelta a mi almohada y pretender que nada pasaba, lo complicado fue cuando escuché las frases de convencimiento para que lo invitara a pasar y poder concluir lo que tanto se complicaba en el limitado espacio ahí afuera. Escuché como se abría la puerta y como chocando contra todo entraron, en el fondo esperaba que preparan café y se despidieran, pero eso no paso, el concierto de frases sucias y gemidos continuo por largo tiempo. Momento más bochornoso no he vivido ¿qué haces cuando una compañera de cuarto asignada y desconocida tiene una noche de sexo y pasión, mientras se supone tu duermes en la cama de al lado?
Tomé valor y decididamente me levanté, mostrando descontento al azotar la puerta , salí a la salita de estar que está afuera, esperando mi mensaje fuera claro y preciso, lo que había hecho ella era inadecuado y descortés, quería a ese tipo fuera de la habitación, que se fueran a continuar con eso en otro lado. Los minutos pasaron, las horas no se detuvieron y la mañana llegó, recargada sobre mi brazo izquierdo desperté, adolorida por dormir sentada pasé la noche en un maldito sillón, el tipo salía de la habitación y ella a medio vestir, me recibía con una estúpida sonrisa diciendo "gracias que buena onda eres, yo no me habría ido así…"
Aún podía reportarla y estaba dispuesta a hacerlo , eso seguramente la dejaría sin empleo y aprendería muy bien la lección, pero cometí el gravísimo error de comunicarle mis intenciones, entonces la mujer no conversadora de toda la semana hablo por más de una hora sobre su trágica infancia y su horrible adolescencia, me conto la larga historia sobre su matrimonio fallido y su desigual divorcio, me enseñó las fotos de los tres hijos que esperaban en casa para ser alimentados por ella, el único sostén de la familia, me resistí para no llorar, pero cuando hablo de lo duro que es pagar un alquiler y vérselas sola en el mundo, no pude más.
Lo sé, muy seguramente me vieron la cara de pendeja con la historia...gajes del oficio?
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Adoles-ciendo

14:17

En momentos como este preferiría volver a los 13, quizás a los 15, cuando se entregaba el corazón con la mirada, cuando enamorarse era cosa de eternidades en las manos del otro.
Ayer celosamente observaba a mi vecina, poniéndose linda para esperar a la razón de su sin razón, lo vi llegar a él, pedaleando su vieja bicicleta y con dos litros de colonia barata sobre sus ropas, con una flor que se había robado muy seguramente de algún jardín, vi como se miraban casi sin parpadear, como entrelazaban sus manos y se reían con esa risa tímida y torpe que tienen los enamorados a esa edad.
Entonces pensaba, como nos pudre el mundo, como de tenerlo todo nos quedamos poco a poco sin nada, como la soledad nos come la sonrisa, me gustaría tener la carta en blanco nuevamente, no tener historias, no tener pasado y entonces cerrar los ojos y pretender que no me harás daño. Tener una mirada limpia de llantos y asirme a los días como quién apenas está descubriendo el curso del tiempo.
Pero es así, conforme crecemos la capacidad de asombro se agota, el dolor es lo único que reconocemos como real y tristemente se nos beta el acceso a la felicidad de ese instante mágico en que dos seres se encuentran uno a la par de otro sin más fin que saber que se tienen, sin reclamos, sin mentiras, sin pasados trágicos.
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Caramelos

9:50

Amanda se levanta a buscar la bolsa  de dulces,  toma uno, se lo echa a la boca, y se recuesta sobre la alfombra guinda q cubre el piso del hostal, su  mirada se pierde en las estrellas   proyectadas en las paredes por la pantalla de la lámpara q gira, cierra los ojos para imaginar q esta ciega, pero aún así  las estrellas siguen dando vueltas en torno a ella,  piensa q tal vez,  ella misma ahora este girando  y q cuando abra los ojos, será porque todo habrá parado, y no tendrá q ocultarse más.  El caramelo termina por desaparecer  en su boca,  y el sabor a uva, poco a poco comienza dejar paso  a lo amargo de su salivar cuando algo la aflige;  abre los ojos,  se pone en pie, recorre con la vista  la habitación hasta llegar a las ventanas, se concentra en las luces azules de los carros  q pasan a lo lejos en la carretera,  piensa en q quizás mañana  alguien vea las luces de su auto  por esa misma ventana, quizás mañana otro prófugo de sí,  se recueste en  la polvorienta alfombra para sentir que es estrella. 
     La luz de la mañana se cuela entre las cortinas, alguien toca a la puerta, para recordarle a Amanda q el cuarto vence a la una;  observa el reloj, las 11:30, apenas hay tiempo para  bañarse y buscar otro punto en el mapa.   Toma su  mochila y las llaves, se asegura de no olvidar nada y sale del cuarto dejando  un par de caramelos sobre el buró. Sube al auto, enciende un porro y sintoniza  la radio difusora local,   prende el vehículo y comienza un nuevo día de travesía  hacia ningún sitio,  Amanda se concentra en las líneas amarillas de la carretera,  son como estar en un videojuego, su auto es pacman y las líneas son  puntos luminosos q hay q devorar antes de q  la alcancen los fantasmas del pasado.  La tarde  rebasa a la mañana y  las primeras estrellas  en el cielo   anuncian la noche,  Amanda conduce sin problemas hasta el pueblo más cercano para buscar algo de comida, un  sitio donde pasar la noche  y   un teléfono de monedas, estaciona el carro en las orillas de la plaza y comienza a caminar por las pintorescas calles del  poblado,  la  única posada  en el pueblo  es atendida por  un  anciano desconfiado q le niega la entrada a causa de su mala facha. 
     Amanda sube a su auto y se dispone a abandonar el lugar, no acostumbra conducir de noche pero esta vez pareciera no tiene  opción.  Gira la llave, la marcha  no da para más, vuelve girar, pero el carro no enciende, Amanda comienza a  resignarse a pasar la noche dentro del auto para mañana con calma revisar q le sucede, prende un cigarrillo, busca en su mochila los dulces  y  decide caminar, mientras la noche pasa.   Camina cavilando, en su huída, pensando en lo q se queda, revisando lo q esta,  da vueltas por las mismas calles, escuchando como las casas se quejan y cuentan historias similares. Vuelve la cabeza  y se percata de que alguien  recoge sus pasos, por un momento  la invade el miedo y aprieta el paso, después cae en cuenta q correr no tiene sentido, puesto q en realidad  no tiene a donde ir para ocultarse, así q se detiene  y espera  bajo un farol a que el extraño se acerque, es un hombre de  frágil complexión, y  cabellos largos q al estar frente a ella le extiende la mano.
-Arón, compañero de viaje
-de viaje? Q viaje?
-tu viaje.
    Amanda lo observa desconfiada,  y para ocultar su nerviosismo asiente a extender la mano mientras con la otra busca en la bolsa de su  chamarra otro caramelo, es el último,  quita la envoltura torpemente y se lo lleva a la boca, sin despegar la mirada del desconocido.
-Es q no compartes tus dulces?- dice Arón con tono de ironía.
-lo siento es el último, pero dime porque me seguías?- Responde Amanda siendo firme en sus palabras.
- no te preocupes por los dulces tengo los q olvidaste sobre el buró.
-no los olvide… como sabes tu de eso?
-… yo  puedo saber demasiado, quizás nada… pero no tengas miedo, no se nada q tu no quieras q sepa, ven caminemos, la noche es muy fría  y no quiero q te congeles.
   Arón  toma la mano de Amanda, q pese a su asombro  no  pone resistencia,  caminan por largo rato sin soltarse, Amanda  desconcertada, no para de cuestionar a Arón, quién es? Porqué esta aquí?   Duda incluso de q él sea real.  Él por su parte, sonríe plácidamente y se  limita a hablar de  la luna, del  viento q  rompe en sus caras,  y de lo mágico de la noche.
     Llegan  hasta la posada, donde horas antes el anciano negó la entrada a Amanda, Arón solicita una habitación y el anciano sin poner mayor resistencia  le da las llaves. Suben escaleras, y llegan al cuarto asignado, Amanda se recuesta en la orilla de la cama y se da cuenta de cuál vulnerable se encuentra,  Arón   le roza la cara, con  tal delicadeza q pareciera teme hacerle daño, besa su oído  y siente como ella se estremece y voltea para encontrar sus labios, los besos tiernos q dieron inicio  a la batalla, se transforman en instantes en armas mortales, q no permiten a sus cuerpos negarse a morir  uno en manos del otro, la cadencia y el ritmo en  sus caderas, los lleva a danzar plácidamente, a cerrar los ojos y a saberse estrellas,  a viajar  por galaxias infinitas y reventar entre ellas  para después morir, y caer  nuevamente al abismo en la tierra.
    Amanda  enciende un cigarrillo, mientras observa el cuerpo desnudo de Arón y dice con voz ansiosa – Aún tienes dulces?
-Sí. Limón o uva?
-Dices saberlo todo, debes saber cuál prefiero.
-no, no puedo saberlo todo, pero se q te gustan los de uva.
-y q más sabes?
-se q huyes de ti.
-eso es imposible, no puedo escapar de mi.
-lo sabes, lo sé, pero eso no es suficiente.
    Arón acerca el  caramelo  sin envoltura a los labios de Amanda y sonríe complacido al ver como su gesto cambia cuando aquel dulce morado toca su lengua, Amanda  paladea  el dulce a la par de la duda de quién pueda ser este hombre.
-Porqué me seguías?
-No, no te seguía, te encontré.
-Me buscabas?
-A veces uno encuentra sin buscar.
-o a veces busca sin encontrar.
    Amanda se levanta y se aproxima a la ventana,  cierra los ojos y  como es costumbre finge ser ciega, sabe q Arón la observa, con la yema de sus dedos palpa  lo suave de su  piel  desnuda,  y abriendo los ojos de a poco pregunta
-Tu te quedarías a mi lado?
- q  necesitas?
- Por ahora dulces.
-Solo queda uno y es de  piña.
-Tu te quedarías a mi lado?
-q necesitas?
-Dulces he dicho.
-Ammm entonces no me necesitas.
    El cuarto queda en silencio, Arón se acerca a Amanda,  besa sus hombros  y baja por su espalda, ella suelta una pequeña risita  por las cosquillas q  provocan las barbas  de Arón, él besa cada centímetro de piel, ella solo da rienda suelta al placer  y se permite sentir,  los dos fingen  ser ciegos, y  juegan a estar locos, sacian sus instintos en copulas interminables, q nublan la razón.   Todo parece tan simple, tan primitivo, solo son ellos  jugando a ser.
    Los cuerpos caen rendidos, pero ellos se resisten a dormir, temen q al despertar, sigan viajando, sigan huyendo, pero sin saber q se siguen q uno es parte del otro. Arón  destapa el  último dulce   y lo come a mordidas, mientras  pregunta
-tu te quedarías conmigo?
-no me gustan las cicatrices.
-la vida nos marca.
-no me gusta la vida.
-Tu te quedarías conmigo.
-solo si tuvieras dulces.
El silencio   los inunda y por fin  poco a poco quedaron  dormidos.
   El  sol de la mañana despierta a Amanda, quien se descubre  sola,  busca su ropa, toma sus llaves, y los dos dulces q Arón ha dejado para ella en el buró.  Busca su auto  y se dispone a conducir otros cuantos kilómetros hasta q ella misma se alcance.  
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Esperar

20:48

-Yo no odio de ese modo a la gente
-Eso seguro porque no esperas nada de nadie
Murakami
Sputnik, mi amor.

El problema está en esperar, el mundo sería menos decepcionante si no esperáramos nada de él, si sólo nos acercáramos a las cosas en un estado de completa indiferencia, así cualquier cosa buena o mala sería una sorpresa y eso le daría un sabor distinto a las cosas.
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Los amantes

16:52
"un beso, si me oyes, mándame tú otro..."
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Sobresalto

0:12

La hoja en blanco nuevamente y tu voz haciendo eco en las paredes de mi cráneo, sin permitirme hilar ideas con emociones. Tengo el corazón en la mano y las ganas de llorar que no se van por más que las razones dicten sentencias "justas". Ya no sé cómo explicarle a mis pies que no tiene sentido caminar de noche, simplemente no vendrás…
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Despedidas

0:15

El viento hace parecer que la noche está furiosa, se habrá enojado conmigo por dejarme caer nuevamente, me duele, me duele en las rodillas, en los huesos, en el alma. Sé que no vas a escribir, sé que el dolor te aparta cada vez más de mi… Si sólo pudieras sentir la fragilidad de este corazón ingenuo, si pudieras sentir el peso de los días en que te he esperado… pero estas lejos, ahí del otro lado del espejo, donde nada parece tener sentido, donde no puedo alcanzarte. En sueños y en vigilia, de día de noche y a cada hora, no puedo hacer más que sentir que te alejas, que te ensimismas un poco a cada instante hasta dejarme fuera, hasta no ser más en mi.
Revuelvo cada una de las frases de la despedida, buscando la adecuada para no seguir cayendo, la precisa, algo, eso que tus labios dijeron antes de iniciar la partida, pero todas una a una se vuelven arena en los oídos, me he quedado sorda al pretender reconstruirlas.
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Ella es de chocolate

20:07

sO Aún recuerdo cuando en aquella lejana infancia los chicos de la calle jugaban encantados, quemados, las traes, futbol, o cualquier cosa que implicara alguna acción física, me asomaba a la ventana con la esperanza de que me invitaran a jugar, esperanza ilusa, casi nunca sucedía, a menos que la mamá de alguno de los que jugaba se acercara a mí y me preguntara:
-¿Porqué no juegas con ellos?
-Porque no me juntan
- Jueguen con ella.-ordenaba
Después venía el eterno pleito porque nadie me quería en su equipo, cuando por fin alguien perdía el volado y  se tenía que quedar conmigo. Entraba al campo de juegos pensando que haría mi mayor esfuerzo, pero inmediatamente les escuchaba decir, ella es de chocolate, las primeras veces aún intentaba correr tras el balón o esquivar a quien las traía, pero pronto me daba cuenta que no participaba en el juego, que era yo la de chocolate, dejaba de correr, alguno me empujaba y mejor regresaba a mi ventana a mirar hasta q terminaba el juego.
Poco a poco entendí que las actividades físicas no eran precisamente mi fuerte, no podía culparlos por no quererme en su equipo, era peor que mala. Conforme crecí fui descubriendo cosas para las que soy buena, otras que disfruto aunque me cuesten trabajo y muchas más en las que soy más mala que en los juegos físicos.
El amor es una de esas cosas donde soy la peor jugadora, me di cuenta que soy una enamorada de chocolate, que corre hacia todos lados tratando de involucrarse en el juego, pero sucede que no soy parte, él dice: es de chocolate, yo si entiendo el juego. Quizás sea buena idea dejar la ventana, qué más da quién gane el juego, sé que no seré yo.
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