sábado, 13 de diciembre de 2014

Carta a todas mis catástrofes


La habitación se llena de humo, la mirada cada vez es más densa. El corazón cada vez más débil y la pregunta incesante ¿Qué le hace falta a Gabriela? ¿Qué es eso que no tiene para ser feliz?  Los recuerdos beben y fuman ante la efigie de un árbol de navidad que otrora albergaba todas las esperanzas de dos que por un instante sintieron el cuerpo condensarse y se pensaron nubes. El dolor en ese punto intangible del alma y un teléfono afónico como cada vez que hace tanta falta que grite, que una, que dividida pero que suene. La noche avanza, el frío encrudece y el llanto no cesa. El amor, el amor no existe, es quimérico invento de los que sueñan y ella ha despertado de un golpe, al descubrirse ante los ojos de él como nunca pensó estarlo, como una mujer corriente.  Más preguntas ¿Cómo hago para no sentir? ¿Cómo me arranco el corazón de un tajo? ¿Cómo alivio esta pena?  Una conocida canción, el trago amargo de una cerveza ya tibia, voluntad y fuerzas minadas; la soledad como al inicio, el eco del espasmo que dejo el último encuentro estremece los sentidos y un vacío creciente va apoderándose de sus entrañas. La herida y la cura en la misma voz que no llama, que indiferente se ausenta mientras el sentimiento fermenta y se pudre. Más preguntas, esta vez ¿Qué salió mal? ¿Qué hice mal? ¿Qué me falta? ¿Qué me falta para ser real?  Sus manos sobre el teclado comienzan a volverse transparentes, se endurecen, un iceberg ella se convierte poco a poco en eso que nunca quiso ser, un Iceberg.  Sus pies están fríos y su cuerpo tiembla, pero esta vez el frío no tiene relación alguna con el estado del tiempo, esta vez el frío le viene de dentro, del centro de su ser, el frío emana de dentro y no hay forma alguna de pararlo.  Un trago más, un cigarrillo, un rebozo que guarda el aroma de aquel al que se ama y se odia en proporciones exactamente iguales.  Un teléfono que no suena, una señal que no llega y una visión horrible que no se separa de su cabeza. Otra vez, otra vez el reclamo en su conciencia, otra vez la misma historia, la misma piedra, otra vez.   Una llamada, una disculpa, unas manos, que la salven, nada, no hay nada. 
Isaac, nube.

Entre el enojo, el humo y la tristeza escribo, no sé si busco herirte o si sólo necesito hablar y descongestionar mi pecho, no sé qué buscan mis lágrimas que se hacen palabras y brotan a borbotones por mis dedos. Sé que este no es el final que esperaba para una historia que pintaba eterna; sé que este no es el sentimiento que tendría que acompañarme, ayer el corazón me rebosaba de una felicidad inusitada; sé que el mundo no es para mí.  Me despido nube, me despido de todo, de ti, de tus besos, tus abrazos, tus historias, tus desayunos, tus mimos; me despido de este mundo que no me pertenece y al que nunca he pertenecido.  Ya no quiero sentir, ya no quiero sentir nada, sentir es malo hace daño duele. Siempre pensé que el amor no tendría porque doler, siempre pensé que el amor tendría que ser mágico y sanador; pero el amor sólo enferma, engaña, duele y ya no puedo más con esto, me duele tanto. Tres meses nube, tres meses bastan para quemar las naves  y no volver la vista atrás solamente irse, recoger los pedacitos que se esparcen por el suelo, ponerlos en una bolsa negra e irse. Me voy no puedo más. Te amo, mi amor es real y fue transparente de principio a fin.  Pensaba en medio de este remolino que todos nos equivocamos, que todos merecemos segundos chances, pero no si ni siquiera se piden, si ni siquiera se asume la responsabilidad del mal hecho o se ofrece la reparación del mal, no si este amor que se consume hoy no fue suficiente para decir la verdad en alguno de esos momentos en que se tuvo todo para darla. Me duele mi pierna y esa marca que va a recordarme siempre que el amor es pura mierda. 

miércoles, 22 de octubre de 2014

Ayotzinapa

Somos raíz  y somos alas. Somos los ojos  latentes y atentos que se afanan en tapar. Somos los indignados que buscamos justicia. Somos los que toman las calles y  los muros, sí los urbanos y los virtuales, para gritar que estamos cansados de la barbarie en que se nos obliga a vivir. Somos los que creemos y creamos otro mundo, uno donde ser joven no sea un crimen. Somos los que no cesamos la búsqueda y exigimos ser todos los que somos. También somos los desaparecidos. También somos los amigos, los familiares, los cercanos. Todos somos Ayotzinapa.

Vivos se los llevaron,
vivos los queremos.

martes, 7 de octubre de 2014

El mar...

Para Isaac, mi breve océano

El mar como fundamento, rezaba una leyenda en el baño  público del bar, una tenue sonrisa se dibujó en sus labios. Pagó su cuenta, salió del local y emprendió el camino habitual hasta su casa. Una noche húmeda, las calles recién llovidas hacían brillar el pavimento. Anduvo con calma, como andan los que nadie espera. En su memoria resonaba la frase y se preguntaba a que podría referirse, por qué algo tan inmenso sería el fundamento, el fundamento de qué. Encendió un cigarro y mientras observa la chispa incandescente entre sus dedos, imaginó el ritmo de sus pasos como el mecer de un pequeño bote, pensó en el humo como la niebla de una noche en altamar; sintió frío, se abrazó un poco y siguió navegando en su imaginación; levantó la vista y observó la luz más lejana de un farol, ese sería su faro, su dirección su norte, no, su norte no, para eso necesitaba estrellas y esta noche la niebla y la lluvia las ocultaban. Sin embargó, concluyó ahí bajo todas esas nubes deberían estar. Se detuvo un segundo y sin chistar comenzó a dibujar en el cielo las constelaciones conocidas, inventó otras, no sin darles un nombre por supuesto.  Se sentó un momento a contemplarlas, y la inmensidad de ese millón de estrellas imaginarias la hizo estremecerse, era tan pequeña. Una nostalgia del tamaño de ese firmamento que acababa de crear se apodero de ella, extendió su mano y fue entonces que otra mano, que en algún lugar de la galaxia también se extendía desde una barca inexistente la suya, y le estrujaba. Un sobresalto, una vuelta a la realidad por un instante y un regreso a ese espacio imaginario. Era una mano firme y cálida, una presencia mágica de alguien que como ella buscaba, de alguien que como ella sin saber porque o dónde o cómo la esperaba. Se sintió a salvo. Alguien en algún lugar le había dotado de existencia esa noche y lo único que ambos tenían, era el mar como fundamento. 

martes, 23 de septiembre de 2014

Espiral
Para Isaac, mi arcoíris atemporal.
La  elasticidad del tiempo era un tópico recurrente en sus disertaciones, en realidad pocos prestaban atención a ellas, por lo que podía discurrir libremente sobre el tiempo o los miles de conejos amaestrados que según le había contado su abuela, daban cuerda al reloj universal.  Siempre había imaginado ese reloj en un fondo amarillo, color más desagradable, pero no concebía otro que pudiera servir de tapiz a esos millones y millones de segundos que se iban sumando uno a uno para dar paso a épocas enteras. El tiempo según ella, tendría que ser algo así como un resorte, un espiral, una ilusión óptica de esas que parecen girar y girar y seguir girando  aunque en realidad nunca se muevan.
Todas las tardes se sentaba frente al pórtico de su casa, papel y lápiz en mano tomaba nota de las tonalidades del cielo. Conforme los conejos daban vuelta a la enorme manivela que servía de cuerda al reloj, cambiaba de color el cielo; esto ocurría debido a que con el movimiento el fondo amarillo del reloj universal  se mezclaba con los tonos azules y rojos de los números y las manecillas. Conforme iba cayendo la noche y el cielo se tornaba oscuro, ella deducía  los conejos agotados soltaban la cuerda y el tiempo en su esencia elástica espiralidosa, retrocedía  a gran velocidad  de tal forma que los colores parecían ausentarse.
Si atendía a estas observaciones, podía concluir que vivía todos los días el mismo día, es decir en realidad el tiempo no avanzaba, sólo giraba proporcionalmente hacia adelante y hacia atrás.  Considerando valido su argumento, como de hecho lo hacía, habría que explicar entonces  por qué si todo era un hoy  perpetuo,  si el tiempo no avanzaba sólo giraba, envejecíamos, por qué las cosas morían.   Atribuyo el caso a la elasticidad, consideró que no hablaba de círculos sino de espirales, pero su respuesta no le pareció suficiente.
Cansada de no tener la capacidad para teorizar sobre el efecto aniquilante del tiempo, decidió comenzar una nueva búsqueda. Su nuevo proyecto consistía en cazar algún conejo amaestrado para solicitarle una entrevista.  Se dirigió al mercado y compró todas las reservas de zanahorias que pudo obtener; pasó por una botica  y no sin algunas complicaciones, surtió tantos somníferos como le fue posible obtener.  Preparó un coctel explosivo de pastillas y lo roseó sobre los vegetales procurando no exceder la dosis,  la intención no era matarlos, sólo adormecerlos un poco para  al despertar poder sostener la preciada entrevista.   Esparció las zanahorias por toda la casa, algunas las colgó, otras las puso bajo la cama, en la cocina, en la sala, entre los libros, zanahorias  y más zanahorias por todas partes. Al llegar al baño, decidió sería este el lugar donde más vegetales adormecedores debería haber, suponía que como el agua del escusado giraba en espiral al jalar la cadena, una relación muy cercana debería tener con el espiral del tiempo, pues lo mismo que los hombres se hermanan por ser descendientes del mono, los espirales tendrían que estar familiarizados de alguna forma.
Espero pacientemente, mientras tanto redactaba las preguntas precisas que tendría que hacerle al conejo. Espero, espero, siguió esperando. Sus uñas crecieron, su cabello enmarañado cada vez era más largo, las zanahorias  comenzaban a descomponerse por toda la casa,  un olor más dulce que desagradable inundaba todo el lugar, pero de los conejos del tiempo nada.   Comenzó a perder la calma, no había comido en días, quizás semanas, no tenía animo de salir, ni dinero para adquirir alimentos, así  sin reflexionarlo mucho comió las zanahorias del piso del baño, una a una, hasta quedar profundamente dormida.
Todo parecía perdido, ahí estaba, en el jardín de su casa mirando el cielo cambiar de color, libreta y lápiz en mano, parecía que era su última nota,  y en ella se retractaría de todo, el tiempo no es elástico, no hay espirales, no hay conejos, escribía cuando de pronto, ahí estaban eran ellos, los conejos del tiempo, eran miles y miles,  todos vestidos con una peculiar chaqueta a cuadros, sus pelajes brillantes y blancos  sus ojos eran imponentes y rojos; todos absortos  en dar cuerda a millones y millones de relojes pequeñitos que conformaban el gran reloj universal, que en efecto estaba sobre un horrible fondo amarillo. Ninguno prestaba atención a su presencia, todos a un ritmo como en una gran danza daban cuerda y avanzaban. Todos menos un par, ambos con pelaje oscuro, ellos giraban en sentido contrario, el primero de ellos recogía los relojes descompuestos y los ponía en su saco, el segundo los sustituía por  unos nuevos.
Quiso acercarse, observar de cerca la danza, pero temió alterar el orden así que prefirió a que el conejo que guardaba los relojes averiados pasará frente a ella, para entonces poder interrogarle,   cuando esto sucedió  el  concentrado animalito interrumpió su misión por atender a la extraña creatura que de forma inteligible vociferaba, ella no se percató hasta después de que él no podía entenderla, sin embargo, pronto se dio cuenta, de la acumulación de relojes descompuestos que caían a un lado de la ronda de conejitos blancos y que al no ser recogidos entraban nuevamente  reloj universal causando gran confusión en los afanosos encargados de dar cuerda. Quiso entonces remediar el problema, ayudar a recoger los relojes descompuestos, pero su intervención generó pánico, aquello estaba resultando desastroso.  Todo era tan confuso…
Después de eso todo era un fondo blanco, despertó en el momento exacto que el cielo se torna de tonos marrón, estaba a mitad del jardín, todo había sido un sueño, sintió alivio, quiso ponerse en pie, estaba mareada o algo había cambiado, pues no lograba distinguir entre arriba y abajo, dio un salto, otro salto, otro salto, extendió su brazo izquierdo, una chaqueta  a cuadros cubría su pelaje blanco, estaba en mitad de su jardín entre otros miles de iguales  danzando por inercia y dando cuerda al tiempo…

jueves, 18 de septiembre de 2014

Ensalmo (otro)


En canto amoroso pido al Dios que cuida  de los corazones rotos, me conceda la magia de tus besos, tu cuerpo como texto y tus manos firmes sosteniéndome en sueños.  En rezo silencioso, agradezco al universo la luz que tus ideas traen a mi laberinto, la casualidad que nos encontró en este mundo y tu alma vieja que se persigue con la mía. Con la palma de mi mano abierta y extendida al cielo, pido a mi Dios particular nos cuide y nos conserve libres.

Amén y amemos que la vida es hoy. 

lunes, 25 de agosto de 2014

No hay palabras

Arden mis dedos sobre el teclado, todos tienen miedo, yo también. Un paso me separa del abismo, un salto que tiene la dimensión de un puñado de palabras tristes, que no encuentro, que no existen.  Anoche volví a soñarme pez  en el desierto y desperté deshidratada. Hoy fue un día plano, me despedí en un tibio abrazo del viejo Sauce, sin dolor ni alegría, como quien se despide de un trozo de vida sin notar apenas que habrá de irse para siempre.  Las ideas congestionadas de recuerdos y desmemorias, la soledad habitando cada recoveco de mi cuerpo, las noches de insomnio enmarcando mi rostro y yo que no me atrevo a saltar, que sigo escribiendo para encontrar las palabras que consigan nombrar esta tristeza.  Me distraigo entre ventanas, fumo para ahuyentar los fantasmas, me murmuro entre dientes “tranquila Gabrielita, ya pasará como tantas otras veces ha pasado”,  me levanto y giro lejos de mi eje, me busco en historias ajenas y regreso a la luz persistente de mi viejo monitor, todos tienen miedo, yo también. No existen las palabras. 

miércoles, 20 de agosto de 2014

Desmemoria


Para Sium, que sin saber es una cajita de fósforos en mi corazón.

Apretó los puños al tiempo que sentía, en un suspiro intermitente, escapar el pedacito de alma que de forma poco consiente se afanaba en conservar. Abrió los ojos y registró el lugar: una habitación de hotel.  No hizo ningún esfuerzo por recordar cómo había llegado hasta ahí.  La bruma en la memoria, cada vez más espesa, era ya una constante en sus días. Recordaba acaso, que algo importante había olvidado. Se incorporó y se puso frente al espejo, observó a detalle y con extrañeza su anatomía, se maravilló con los pliegues de su cuerpo, cubrió con una mano su sexo y con otras sus voluptuosos pechos, esbozó una sonrisa ladeando ligeramente su rostro y concentrando su mirada  en el café profundo de la mujer en el espejo decidió este día se llamaría Italia, si, justo como ese espacio geográfico del viejo mundo, donde probablemente nunca había estado. Ahora tenía un rostro, un cuerpo, un nombre  pero no una historia.  Con curiosidad y cada vez con mayor atención identificó las cicatrices en su piel. Había olvidado  las caídas de la infancia que habían marcado su frente; no recordaba que la mancha en su rodilla izquierda era producto del roce del sofá una noche que amo con todo el cuerpo; intuía por la forma de la marca que alguna vez por insensatez o descuido había quemado sus muñecas. Al terminar el escrutinio, no pudo evitar sentir como una tristeza densa se abismaba en el centro de su pecho, una nostalgia insoportable por eso suyo que no podía reconocer, que no entendía. –Italia- murmuró mientras dos cascadas saladas le inundaban el rostro. No quería ser Italia, quería tener una historia con sus días y sus noches, con todo el dolor y la paz y el amor y todo lo que ahora mismo no tenía.  Volvió a la cama. Apretó los puños al tiempo que sentía, en un suspiro intermitente, escapar el pedacito de alma que de forma poco consiente se afanaba en conservar. Cerró los ojos y volvió a quedarse dormida. Soñó entonces que su cuerpo era otro, uno de curvas más prolongadas y senos  pequeños,  su rostro era distinto asimétrico y redondo, su nombre  era ordinario, y además un sentimiento no grato la abatía. En el sueño molesta e inconforme se reprochaba ser esa que era. Apretó los puños al tiempo que… (Bis)


viernes, 15 de agosto de 2014

baila, baila, baila...


Ella baila entre fantasmas y sin sabores, añora tiempos que parecen ahora felices, pero nunca lo fueron, siempre estuvieron  nublados; pero eso ella lo ignora, permite que sus caderas se balanceen al ritmo de un pasado distante en el que la risa y el deseo gobernaban el absoluto del instante y todo parecía mejor. Su risa hace eco en la memoria de quien no le recuerda,  su alegría es tan distante que ni siquiera puede ponerle un nombre, el universo es del tamaño del siguiente paso que torpemente atina a dar mientras la mano extraña que hace girar su cuerpo al ritmo de una canción conocida lo exige, y ella asiente como quien acepta la circunstancia que le rodea pero la desconoce, no es suya, no es el ritmo que desearía le hiciera sentirse plena,  no es la mano en su cintura la que espera, no eres tú. Y lo sabe y lo piensa, y baila porque la canción lo exige, porque la vida lo pide, porque no quiere llamarte, incomodarte con un sentimiento que ahora es sólo suyo, porque no quiere, porque no quiere, porque no quiere (…) y quiere tanto que no sabe qué hacer con eso.

miércoles, 30 de julio de 2014

31

Apago la luz y me hablo a mi misma, bajito como quien no desea salir del letargo, me doy muchas explicaciones, me digo que no son necesarias, juego con mis cabellos en caria afable de quien aprende el amor con el tacto, me susurro al oído -Gabrielita, no te vayas tan lejos. Me contesto- No me voy lejos, sólo estoy cambiando de color, de edad, de alas.

jueves, 17 de julio de 2014

cómo?

Se dicen dos palabras: ¿es aquí?

Cómo no reñir con mis deseos  que me piden despertar esas ganas  que son tuyas  pero me corresponden.
 Cómo no salir a buscarte si tu rastro me lleva a un tren  suspendido en algún  país lejano.
Cómo no buscar abrigo si tus brazos tienen el tamaño del mundo y el calor del sol.
 Cómo no perderme en tus ojos si  en un vértigo maravilloso me regresan del abismo.
 Cómo no aferrarme a tus manos si me construyen  desde las cenizas de un triste corazón.
 Cómo no llamar magia a tu sonrisa si explota a cada instante desde tu centro hasta mi centro.
 Cómo no tatuar tu nombre en mis entrañas si sin pedirlo las habitas y disfrutas.
 Cómo no pedir al cielo que me lleve contigo si el universo se compacta en cada instante que compartimos.
 Cómo no bailar la noche si es tu cuerpo el que guía.
 Cómo no sentir que muero si contigo es polvo cósmico lo que nos regresa a la vida.
 Cómo no pedir que vuelvas si  no te has ido y la nostalgia ya me invade.
 Cómo no añorar tus besos si me enseñan un lenguaje nuevo.
 Cómo  no regalarte mis palabras si has hecho tuyos todos mis silencios.
 Cómo no decir que siento si mis poros ya lo gritan.
 Cómo no embriagarme a tu salud si desde que llegaste no he estado sobria.
 Cómo no reclamar al tiempo si ha sido tan breve.
Cómo no saberte real si se estremecen mis manos con tan solo mirarte.
Cómo no creer en Dios si te trajo desde otro planeta hasta al mío.
Cómo no mirar distinto si tú eres otro.
Cómo no eternizarte si mi vida se bifurca.
Cómo no fumarte, beberte, comerte…
Cómo no llamarte música si tu canto me penetra.
Cómo no llamarte lluvia si me llueves todo el tiempo.
Cómo no llamarte viento si me revientas  y reinventas.
Cómo no llamarte magia si haces aparecer galaxias.

Cómo no llamarte amor, cómo no llamarte …

miércoles, 18 de junio de 2014

La tristeza no irá atada a mi nombre...

Perder la cuenta de los días es buena señal, encontrar otros mundos habitables dónde tu no persistes es esperanzador,  un  espacio sin palabras, donde el silencio es la suave caricia que regresa la calma. Habito un espacio que es mío, aprendo de los días y me desprendo del  recuerdo, no estoy  lista para seguir pasando por mi corazón dos años de historia.  La curva entre tú, yo y mis sueños  poco a poco se vuelve estrecha y te voy dejando ir.  El amor mal entendido se vuelve transparente y lejos de asumir lo entiendo,  me doy cuenta que el dolor no es perderte porque nunca me amaste, el dolor es haberme perdido a mí en ti. Me  pongo en pie cada mañana con menos dificultad, me reconozco desnuda, sola y hambrienta pero mía. Los hábitos y las costumbres que fungían como grilletes a tu sombra se transforman. Hoy pude volver a ese espacio que fue nuestro, el aire enrarecido no logró herirme, tu fantasma y sus mentiras ya no me hicieron más que sentir alivio. Me recupero, me reconozco y acepto que no fue lo que deseaba pero estoy plenamente consciente de que fue lo mejor. 

martes, 10 de junio de 2014

Largarse

Día 15
El inesperado momento en que es necesario tomar las cosas y largarse. Yo lo hice. Me largué con mis reclamos, mis versos, mis cuentos, mis ganas, mis noches, mi desorden, mis mujeres, mis sueños, mis frustraciones,  mis libros y mi perro. Apenas unas horas, aún tibio el cuerpo del amor en la alcoba, ella ocupó mi espacio. Le quedán grandes mis ideas, pero debo aceptar le lucen lindas a manera de pretensiones.

domingo, 8 de junio de 2014

Es domingo...


Día 13

Como es costumbre, los domingos se despierta buscando el clavo de dónde colgarse, o por lo menos colgar los recuerdos, poner el sentimiento a orear, esperar que el dolor en la herida amaine y el lunes todo vuelva a comenzar. Ordenar las habitaciones, organizar los archivos, escribir como quien tiene vocación suicida. Es domingo, las palabras a raudales arrebatan las razones y nunca queda plasmada la infinita tristeza que el corazón habita.  La visión onírica del falso recuerdo perturba la mañana, se llega al medio día sin entender qué sitio era ese que por la noche se recorrió; la señal se difumina y la confusión regresa. No valen los motivos, no vale  la distancia, un número grabado en el índice derecho que se marca involuntariamente y una voz somnolienta y cansada que responde,  sin decir nada que alivie, detiene el violento devenir del domingo. Después sólo el silencio, un silencio chaikovskiano a causa de un vecino músico, un silencio de campanas que insistentemente llaman a los fieles a misa, un silencio de niños que corren por el callejón, un silencio de perros que ladran en alguna azotea, un silencio que guarda lastimosamente todo lo que se dijo y lo que se quedó por decir.  Se libera el domingo y su peso inefable  atribula cualquier cavilación que osara ponerte a salvo.

La señal y el falso recuerdo

Día 12

Voy a estar bien, eso dijo la señal, es cuestión de mirar distinto, de andar distinto, de amar distinto... Conexiones y señales: magia, intensidad, locura. No voy a seguir negando(me) a quien soy. No más falsos recuerdos que nos hagan llorar.

viernes, 6 de junio de 2014

Soltar

Día 10

Aún antes de verte partir, sabía que era una apuesta perdida. El espacio que hoy nos habita, recuerda al espacio que entre nosotros existió en todo momento. Nunca fue amor. La suave caricia que otrora nos abrigó fue tenue paliativo contra la angustia. La felicidad comprada en que decidimos residir por un breve tiempo estuvo siempre a la baja. Las sonrisas amor mío, no tienen precio.  Pese al pronóstico cumplido, alego dolor en el lado izquierdo de la cama, apelo a la pasión que nunca experimentamos y me aferro a tus ojos de pájaro que se niegan a mirarme y no te dejo ir…

Ahí estaba el mar...

Día 9

Volví a soñar contigo. No, no eras tú, eran tus caricias fermentando en la piel. Volvió el suave mareo que al despertar anunció el demacrado sentimiento en reposo. Volviste a para terminar de romper  lo casi nada que escondía bajo la almohada intacto.  Volveré al silencio, al dolor callado. Un corazón roto nunca podrá sanar a otro. Y así, nos olvidamos del mar…

jueves, 5 de junio de 2014

Deslealtad


Día 8

No es sano verte, besar tu mejilla y olerte tan cercanamente revoluciona cualquier indicio de mejoría.  Desleal, un combate que ya no es lucha, sin ser por ello resignación. Desleal, ser quien soy sin ser contigo. Desleal, abandonar el barco en llamas por otros ojos, otras noches, otros sueños. Desleal, dejar de amar cuando el vuelo apenas despuntaba unos centímetros del suelo. Desleal, usar y tirar. Desleal, profanar el sitio de los recuerdo.  Desleal…

miércoles, 4 de junio de 2014

Día 7

Día 7

Los fantasmas se han mudado a vivir conmigo, entraron en fila después de la última caja, se anunciaron con bombo y platillo, desvergonzados tomaron posesión de mi nueva sala, fuman, beben y conversan entre sí.  El mayor, el que los preside a todos, no obstante todos mis ruegos, se ha ido a dormir conmigo, me arropa por las noches, huele a ti y su tono de voz es tan cercano a ese sereno conversar que te caracteriza. Él me cuenta que me has olvidado,  que en el éxtasis de sus largas piernas y sus hermosos pechos, tú me has olvidado.

viernes, 30 de mayo de 2014

Día 3.1


Una llovizna ligera pero molesta dada su constancia desde que comenzaste a caminar, te tenía sin apenas notarlo mojada de pies a cabeza, sin embargo, no sentías frío, por el contrario un volcán de emociones te desbordaba. Bastaba cerrar tus ojos para verles uno tumbado junto al otro volviéndose cómplices al calor de una amena charla. A este momento, seguramente él ya le habría contado sobre el sin sabor de la vida y lo atribulado de su alma  desde la primera infancia, seguro ya la había enterado de los pormenores familiares y un mucho más sobre los primeros amores. Sus manos oscilantes ya estarán entrelazadas, él manifestará miedo y confusión, pero se asirá sin resistencia a esos dedos que se ofrecen afables a la compañía. Ella, con simpleza y benevolencia le brindará consuelo, consejo y su cuerpo. Basta abrir los ojos para sentir como se confunde el escurrir de tus cabellos con el llanto amargo que entrecorta la respiración y te sitúa en ese espacio tan familiar como ageno, esa calle otrora en amoroso abrazo recorrida, ahora solitaria y dolida contemplada.

Día 3

Cínico centímetros de distancia, esa fue la medida perfecta. Después sólo el miedo a los aviones, a los cumpleaños, a las palabras, al amor, al mar. Un silencio teléfonico y un llanto contenido. Un no quiero q sella los labios y anula un mundo. 

jueves, 29 de mayo de 2014

Día 2

Entre haberes y hubieras poco nos queda, apenas un recuerdo ultrajado, una absurda manía de buscarnos las voces que los demonios callaban. Son los despojos, de un amor perecedero, esparcidos por el piso los que hacen de alfombra roja para la llegada de ella, la nueva ella. 

martes, 27 de mayo de 2014

Bitácora de reconstrucción gabrielistika Día 1

No siempre cuatro paredes hacen una casa, no todas las casas tienen cuatro paredes y no cualquier casa puede construise hogar. El departamento es lindo, cajas por todos lados, nunca había entendido lo valioso de un martillo hasta hoy que lo necesitaba y no tenía uno. Recaídas 1, 6 cigarrillos, 67 minutos de teléfono, 3kgms menos, dolor agudo en el lado izquierdo de la cama y el contorno de la vida. 

lunes, 19 de mayo de 2014

CARTAS



Si me quitara la manía de escribir  cartas, me metería en menos problemas, el sonido confunde y olvida, el papel no. Ese es rencoroso, guarda minuciosamente los sentimientos y es como si la tinta en él fermentara los sentires que cuando volvemos a ellos nos embriagan.  No es que la embriaguez sea mala, que al final nada bueno ni malo existe, pero a  veces, cuando en el papel se surcaron abismos no pensados y por supuesto, se olvidó de incluir un puente, una se queda del otro lado de las cartas, sin poder alcanzar nunca más al destinatario que sin esperarlo se ha quedado varado del otro lado, mirando en silencio y con un dolor que le atraviesa el hipotálamo, sin entender muy bien, porque ha sido confinado a ese punto lejano.  Digo esto al tiempo que considero en mi cabeza, esta debería ser otra carta.  Esa que no llegue a tu correo, que quizás nunca leas,  que sólo sirva para gritar en secreto todo lo que me duele el abismo que las otras cartas dejaron. 

jueves, 8 de mayo de 2014

Rota

La intensidad del sueño me impide abrir los ojos, un escalofrío me recorre, temo estar despierto tanto como no estarlo.  Me aterra incorporarme sin saber a qué vida, en qué mundo o en qué madrugada lluviosa me encuentro esta vez.  Me giro bruscamente y siento como la sábana se corre, aprieto los puños tratando de llevar conmigo un pedazo de inconciencia, estiro mis músculos en imitación a los gatos y sin poner más resistencia despierto. Observó mis manos, toco mi rostro y me pregunto si será que esta mañana soy varón o fémina. Destapo mi cuerpo y al tiempo que detenidamente lo observo recorro con mis dedos mi recién descubierta anatomía. La hendidura entre mis piernas y lo abultado de mi pecho responde a mi duda, este día, este sueño soy una mujer.  Menuda complicación. Como si no bastará despertar en un sueño perpetuo infinitas veces, despierto rota. 

miércoles, 7 de mayo de 2014

Es mayo y llueve y...

Te escribo para decirte
que no quiero decirte nada
que sólo quiero abrazarte
buscar el calor de tu vida.
Pedro Casariego Cordoba

Es mayo. Es mayo y llueve. Es mayo llueve y me acordé de ti.  Es mayo, llueve, me acordé de ti y mañana es tu cumpleaños. Es mayo, llueve, me acordé de ti, mañana es tu cumpleaños y creo que a veces te extraño.  
Protesto a la distancia, al tiempo, a las rutinas y al olvido. Nos fuimos, envejecimos, nos olvidamos.   Perdí la cuenta  de las lluvias que pasaron desde la última vez que un mensaje al celular me avisaba que en ese otro lugar del planeta donde tú habitas también llovía.  Digo lluvia, digo olvido, digo Sauce, digo tú y esa tenue tristeza que siempre nos rondaba se asoma en la memoria y siento el ligero estremecer de la tarde reventar en mis dedos.  
Me permito en el vado de nostalgia en el que tanto disfruto acomodar mis tardes, dedicarte algunas líneas para celebrar  el recuerdo de nuestra amistad olvidada. Quizá se quedó detenida, frente a una taza de solemne y humeante café o ebria y desenfada a la salida de algún bar.  Quizás viaja contigo sin mí y conmigo sin ti.  No es sencillo encontrar ojos desnudos que nos contemplen.
No somos los mejores amigos, esos que nunca se hieren, esos que siempre están, esos que nunca se olvidan.  Por el contrario, somos dos tristes mortales falibles y excéntricos que en plena caída nos reconocimos.  No tengo yo que contarte la historia, bastara desempolvar la memoria o abrir el ordenador para encontrarla.  Me gusta pensar que en efecto fue magia.  Que hace 10 años en un mundo que ya no existe  un Sauce y una Maga se encontraron y  se volvieron amigos.

Nunca pude asistir a tus fiestas de cumpleaños, a decir verdad creo que es el primer año que recuerdo la fecha exacta. No vivo mucho en esta tierra.  

domingo, 4 de mayo de 2014

Incompleto y a destiempo. Es lo que hay

Guanajuato, Guanajuato 30 de abril de  2014
Acostumbrarse es una forma cómoda de habitar en el mundo. No puede ser malo buscar comodidad. Nadie puede culparnos por crecer acostumbrados a la comodidad. Pero sobre todo, nadie puede culparnos por crecer.  Dice el calendario que hoy es día de los niños. ¿Los niños están acostumbrados a ser niños? Esa imagen idealizada del infante ávido y deseante descubriendo el mundo, me impide concebir un niño acostumbrado a algo. ¿En qué momento nos acostumbramos a que la luna nos persiga? ¿Cuándo la costumbre de la oscuridad por  las noches nos hizo olvidar los monstruos del armario? 
                Hablo de costumbres y comodidades, de monstruos, de niños, hablo de cualquier cosa que haga más ameno el transitar a eso que más se acerca a lo que intento decir.  Alguna vez escuché una ponencia de filosofía del lenguaje,  tenía un nombre muy bello “el mar como fundamento”  la tesis que se sostenía era aún más bella “todo es metáfora”, nada de lo que decimos o escribimos es literal, nada de lo que comunicamos es fiel al pensamiento; no importa cuánto nos esforcemos en expresar tal cual ideas o sentimientos, siempre habrá un halo de lenguaje cubriendo ese intento por decir, protegiéndonos de la verdad desnuda.

                 Lo bello no siempre es lo conveniente o tal vez sí. Qué puedo saber yo de belleza y conveniencias, yo que no hago más que malabares sin gracia con palabras mentirosas y gastadas. Qué puedo saber yo de belleza si las miradas dulces que embellecen los objetos amados nunca me  pertenecen ni contemplan. Lo triste e irónico, es que no me acostumbro. No me acostumbro al frío de ojos en la piel, y peor aún no me acostumbro al frío de tus ojos cuando me evitan. 

martes, 22 de abril de 2014

Bla bla bla

Voy a comenzar a escribir reconociendo que esta vez no tengo la menor idea de cómo comenzar. Había pensado en una entrada larga sobre las vacaciones, era mi intención hablar de Ella, explicar mi superpoder de configurar y desconfigurarme la vida en un solo pase mágico, también quería hablar de él, el hombre de los ojos profundos y los sueños cortos. Pero nada, que la verdad no sé por dónde comenzar. Esta hoja en blanco es como diván de analista al inicio de consulta. El cursor parpadea frente a mí y casi puedo imaginarlo  cruzando su piernita mientras lleva la mano a su mentón y con cara afable pero inquisidora me dice “¿…y bien Gabriela?”  Y bien qué, como odio a ese cursor y como odio al analista. Pero en ambos casos sé que es menester continuar, en el caso del loquero porque igual habré de pagarle, con el cursor porque las ideas me siguen rondando y no pararan hasta verse todas o casi todas, bueno algunas, plasmadas en la pantalla. Al final en ambos casos, es necesario seguir adelante porque de otra forma terminare muriendo asfixia emocional, de congestión de ideas o algo peor. Anoche soñé con peces, es un sueño recurrente. Hoy no he podido concentrarme en terminar el reporte.  Mañana y alba  son palabras que me gustan. Vaya que se siente alivio volver a debrayar a este espacio que es mío y nada más.

miércoles, 9 de abril de 2014

Ensalmo IV.


 Repita con vehemencia mística de orgasmo plenilunar frente a los restos de cristal que a sus pies se encuentran: Creo en los espejos que quieren ser aves.
 Posteriormente lleve su mano izquierda al corazón y con la otra toque su sexo. Imagine al ser amado y continué orando al Dios profano de su preferencia: Quiero una noche nueva para romperme en ella.

No se detenga hasta que aves, amores o soles le inunden. 

jueves, 3 de abril de 2014

Instrucciones

Desde la parte más alta de la montaña de su preferencia, decídase por dar el paso. Por esta vez el abismo no está tan lejos, apenas un salto y listo. No apriete los puños como quien intenta llevar algo consigo, no tiene caso, en el vértigo que la caída provoque, no tendrá más remedio que soltarlo todo. Tener miedo es normal, pero ya ha vivido más de un par de décadas asustado y pusilánime sin querer apenas mirar hacia abajo. No puedo decirle que no habrá de dolerle, nadie regresó nunca para desmentir tal hecho. Tome un minuto para pensar en los que se quedan, pero que no sea más de eso, pues corre el riesgo de arrepentirse y en este sitio nada ha cambiado. Si lo prefiere deje una nota antes del salto, no para dar motivos, tan solo para decir adiós, es de mal gusto irse sin despedirse. Cuando esté listo despréndase de sus vestimentas, volar o caer  no requieren de ornamentos mundanos.  Puede tomar un impulso para alentar el viaje, puede solo dejarse caer, eso no tiene importancia. Una vez que sienta el viento romperle en el rostro abra sus brazos, extienda sus piernas, grite; pero por favor no llore. No haga de esta sublimación espiritual un dramático entuerto. No cierre los ojos y tenga usted un maravilloso viaje.  

miércoles, 2 de abril de 2014

CELOS



Esta noche la hoja no está en blanco, el cursor no reta a mi falta de tino para pisar las teclas de forma correcta, esta noche la delicada efigie de la mujer soñada se asoma a la ventana aún antes de ser evocada, ahí está con su cabello oscuro cayendo como cascada y sus delicadas manos tocando tu imaginación. Enciendo un cigarrillo el mejor lugar común conocido para desviar la atención y pensar que fue un descuido y no un malintencionado plan para reprochar mis amplias caderas y mi falta de encanto. No funciona. Los celos a raudales me invaden y desaparece el juicio, el corazón se empequeñece y la razón no acierta a encontrar un punto fijo. Respiro con la intención de guardar la calma, cierro mis ojos y me ubico en un punto ciego, dónde no haya nada, donde sólo este yo, yo y el espejo de mis inseguridades, ese que me reclama no poder inspirar ni  tres líneas, ese en el que al fondo se muestra un desfile de mujeres desnudas que tus manos desearían estuvieran al frente, pero nada sólo estoy yo; yo y el arrebato de romper el espejo y arrancarme la piel y las ganas.  Regreso del punto ciego, vuelvo al lugar común y enciendo otro cigarro – los lugares comunes son seguros- me concentro en el humo que asciende y sin querer otra vez ella y su piel oscura asomando en el monitor, la bocanada se exige más amplia para borrarle, pero es enorme y yo tan pequeña. Me aferro al hilo de voz, a las palabras las últimas que dirigiste en dirección a mis oídos pero son crueles y la habitación gira y el mundo no se detiene y el tabaco no vuelve tenue la imagen y yo me siento tan triste…

miércoles, 26 de marzo de 2014

Tener un blog es tan del 2000

Tenía mucho que no venía por aquí, será que ya no escribo con la regularidad de antes. Será que me hice adulta y las palabras como estalactitas se endurecieron en mis dedos. No hay una razón específica para volver o quizás es que hay tantas razones que no vale jerarquizarlas y  nombrar a una como la más importante. Sucede que estoy aquí y supongo eso de alguna forma que no entiendo debe ser importante.   Me propongo volver a inventarme un mundo donde me quepa el corazón,  un universo para deconstruirme y tratar de entenderme.  Y es que sólo son mis palabras las que no permiten que me olvide de quien he sido y quien soy. No tengo fotos de la gente que quise, apenas algunas de las que quiero. No tengo una lista de canciones para suspirar mientras reconstruyo escenas. No tengo lugares sagrados a los que volver para encontrarme. No tengo nada más que renglones y renglones de glosas intrascendentes de los días. No sé si eso baste para una vida, pero es lo que hay y me propongo abrazarme a ello antes que el alma se me vuelva hielo. Regreso a mi blog, no importa que sea  2014 y yo ya tenga 30.

Carta a todas mis catástrofes

20:51

La habitación se llena de humo, la mirada cada vez es más densa. El corazón cada vez más débil y la pregunta incesante ¿Qué le hace falta a Gabriela? ¿Qué es eso que no tiene para ser feliz?  Los recuerdos beben y fuman ante la efigie de un árbol de navidad que otrora albergaba todas las esperanzas de dos que por un instante sintieron el cuerpo condensarse y se pensaron nubes. El dolor en ese punto intangible del alma y un teléfono afónico como cada vez que hace tanta falta que grite, que una, que dividida pero que suene. La noche avanza, el frío encrudece y el llanto no cesa. El amor, el amor no existe, es quimérico invento de los que sueñan y ella ha despertado de un golpe, al descubrirse ante los ojos de él como nunca pensó estarlo, como una mujer corriente.  Más preguntas ¿Cómo hago para no sentir? ¿Cómo me arranco el corazón de un tajo? ¿Cómo alivio esta pena?  Una conocida canción, el trago amargo de una cerveza ya tibia, voluntad y fuerzas minadas; la soledad como al inicio, el eco del espasmo que dejo el último encuentro estremece los sentidos y un vacío creciente va apoderándose de sus entrañas. La herida y la cura en la misma voz que no llama, que indiferente se ausenta mientras el sentimiento fermenta y se pudre. Más preguntas, esta vez ¿Qué salió mal? ¿Qué hice mal? ¿Qué me falta? ¿Qué me falta para ser real?  Sus manos sobre el teclado comienzan a volverse transparentes, se endurecen, un iceberg ella se convierte poco a poco en eso que nunca quiso ser, un Iceberg.  Sus pies están fríos y su cuerpo tiembla, pero esta vez el frío no tiene relación alguna con el estado del tiempo, esta vez el frío le viene de dentro, del centro de su ser, el frío emana de dentro y no hay forma alguna de pararlo.  Un trago más, un cigarrillo, un rebozo que guarda el aroma de aquel al que se ama y se odia en proporciones exactamente iguales.  Un teléfono que no suena, una señal que no llega y una visión horrible que no se separa de su cabeza. Otra vez, otra vez el reclamo en su conciencia, otra vez la misma historia, la misma piedra, otra vez.   Una llamada, una disculpa, unas manos, que la salven, nada, no hay nada. 
Isaac, nube.

Entre el enojo, el humo y la tristeza escribo, no sé si busco herirte o si sólo necesito hablar y descongestionar mi pecho, no sé qué buscan mis lágrimas que se hacen palabras y brotan a borbotones por mis dedos. Sé que este no es el final que esperaba para una historia que pintaba eterna; sé que este no es el sentimiento que tendría que acompañarme, ayer el corazón me rebosaba de una felicidad inusitada; sé que el mundo no es para mí.  Me despido nube, me despido de todo, de ti, de tus besos, tus abrazos, tus historias, tus desayunos, tus mimos; me despido de este mundo que no me pertenece y al que nunca he pertenecido.  Ya no quiero sentir, ya no quiero sentir nada, sentir es malo hace daño duele. Siempre pensé que el amor no tendría porque doler, siempre pensé que el amor tendría que ser mágico y sanador; pero el amor sólo enferma, engaña, duele y ya no puedo más con esto, me duele tanto. Tres meses nube, tres meses bastan para quemar las naves  y no volver la vista atrás solamente irse, recoger los pedacitos que se esparcen por el suelo, ponerlos en una bolsa negra e irse. Me voy no puedo más. Te amo, mi amor es real y fue transparente de principio a fin.  Pensaba en medio de este remolino que todos nos equivocamos, que todos merecemos segundos chances, pero no si ni siquiera se piden, si ni siquiera se asume la responsabilidad del mal hecho o se ofrece la reparación del mal, no si este amor que se consume hoy no fue suficiente para decir la verdad en alguno de esos momentos en que se tuvo todo para darla. Me duele mi pierna y esa marca que va a recordarme siempre que el amor es pura mierda. 
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Ayotzinapa

19:34
Somos raíz  y somos alas. Somos los ojos  latentes y atentos que se afanan en tapar. Somos los indignados que buscamos justicia. Somos los que toman las calles y  los muros, sí los urbanos y los virtuales, para gritar que estamos cansados de la barbarie en que se nos obliga a vivir. Somos los que creemos y creamos otro mundo, uno donde ser joven no sea un crimen. Somos los que no cesamos la búsqueda y exigimos ser todos los que somos. También somos los desaparecidos. También somos los amigos, los familiares, los cercanos. Todos somos Ayotzinapa.

Vivos se los llevaron,
vivos los queremos.
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El mar...

21:23
Para Isaac, mi breve océano

El mar como fundamento, rezaba una leyenda en el baño  público del bar, una tenue sonrisa se dibujó en sus labios. Pagó su cuenta, salió del local y emprendió el camino habitual hasta su casa. Una noche húmeda, las calles recién llovidas hacían brillar el pavimento. Anduvo con calma, como andan los que nadie espera. En su memoria resonaba la frase y se preguntaba a que podría referirse, por qué algo tan inmenso sería el fundamento, el fundamento de qué. Encendió un cigarro y mientras observa la chispa incandescente entre sus dedos, imaginó el ritmo de sus pasos como el mecer de un pequeño bote, pensó en el humo como la niebla de una noche en altamar; sintió frío, se abrazó un poco y siguió navegando en su imaginación; levantó la vista y observó la luz más lejana de un farol, ese sería su faro, su dirección su norte, no, su norte no, para eso necesitaba estrellas y esta noche la niebla y la lluvia las ocultaban. Sin embargó, concluyó ahí bajo todas esas nubes deberían estar. Se detuvo un segundo y sin chistar comenzó a dibujar en el cielo las constelaciones conocidas, inventó otras, no sin darles un nombre por supuesto.  Se sentó un momento a contemplarlas, y la inmensidad de ese millón de estrellas imaginarias la hizo estremecerse, era tan pequeña. Una nostalgia del tamaño de ese firmamento que acababa de crear se apodero de ella, extendió su mano y fue entonces que otra mano, que en algún lugar de la galaxia también se extendía desde una barca inexistente la suya, y le estrujaba. Un sobresalto, una vuelta a la realidad por un instante y un regreso a ese espacio imaginario. Era una mano firme y cálida, una presencia mágica de alguien que como ella buscaba, de alguien que como ella sin saber porque o dónde o cómo la esperaba. Se sintió a salvo. Alguien en algún lugar le había dotado de existencia esa noche y lo único que ambos tenían, era el mar como fundamento. 
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21:18
Espiral
Para Isaac, mi arcoíris atemporal.
La  elasticidad del tiempo era un tópico recurrente en sus disertaciones, en realidad pocos prestaban atención a ellas, por lo que podía discurrir libremente sobre el tiempo o los miles de conejos amaestrados que según le había contado su abuela, daban cuerda al reloj universal.  Siempre había imaginado ese reloj en un fondo amarillo, color más desagradable, pero no concebía otro que pudiera servir de tapiz a esos millones y millones de segundos que se iban sumando uno a uno para dar paso a épocas enteras. El tiempo según ella, tendría que ser algo así como un resorte, un espiral, una ilusión óptica de esas que parecen girar y girar y seguir girando  aunque en realidad nunca se muevan.
Todas las tardes se sentaba frente al pórtico de su casa, papel y lápiz en mano tomaba nota de las tonalidades del cielo. Conforme los conejos daban vuelta a la enorme manivela que servía de cuerda al reloj, cambiaba de color el cielo; esto ocurría debido a que con el movimiento el fondo amarillo del reloj universal  se mezclaba con los tonos azules y rojos de los números y las manecillas. Conforme iba cayendo la noche y el cielo se tornaba oscuro, ella deducía  los conejos agotados soltaban la cuerda y el tiempo en su esencia elástica espiralidosa, retrocedía  a gran velocidad  de tal forma que los colores parecían ausentarse.
Si atendía a estas observaciones, podía concluir que vivía todos los días el mismo día, es decir en realidad el tiempo no avanzaba, sólo giraba proporcionalmente hacia adelante y hacia atrás.  Considerando valido su argumento, como de hecho lo hacía, habría que explicar entonces  por qué si todo era un hoy  perpetuo,  si el tiempo no avanzaba sólo giraba, envejecíamos, por qué las cosas morían.   Atribuyo el caso a la elasticidad, consideró que no hablaba de círculos sino de espirales, pero su respuesta no le pareció suficiente.
Cansada de no tener la capacidad para teorizar sobre el efecto aniquilante del tiempo, decidió comenzar una nueva búsqueda. Su nuevo proyecto consistía en cazar algún conejo amaestrado para solicitarle una entrevista.  Se dirigió al mercado y compró todas las reservas de zanahorias que pudo obtener; pasó por una botica  y no sin algunas complicaciones, surtió tantos somníferos como le fue posible obtener.  Preparó un coctel explosivo de pastillas y lo roseó sobre los vegetales procurando no exceder la dosis,  la intención no era matarlos, sólo adormecerlos un poco para  al despertar poder sostener la preciada entrevista.   Esparció las zanahorias por toda la casa, algunas las colgó, otras las puso bajo la cama, en la cocina, en la sala, entre los libros, zanahorias  y más zanahorias por todas partes. Al llegar al baño, decidió sería este el lugar donde más vegetales adormecedores debería haber, suponía que como el agua del escusado giraba en espiral al jalar la cadena, una relación muy cercana debería tener con el espiral del tiempo, pues lo mismo que los hombres se hermanan por ser descendientes del mono, los espirales tendrían que estar familiarizados de alguna forma.
Espero pacientemente, mientras tanto redactaba las preguntas precisas que tendría que hacerle al conejo. Espero, espero, siguió esperando. Sus uñas crecieron, su cabello enmarañado cada vez era más largo, las zanahorias  comenzaban a descomponerse por toda la casa,  un olor más dulce que desagradable inundaba todo el lugar, pero de los conejos del tiempo nada.   Comenzó a perder la calma, no había comido en días, quizás semanas, no tenía animo de salir, ni dinero para adquirir alimentos, así  sin reflexionarlo mucho comió las zanahorias del piso del baño, una a una, hasta quedar profundamente dormida.
Todo parecía perdido, ahí estaba, en el jardín de su casa mirando el cielo cambiar de color, libreta y lápiz en mano, parecía que era su última nota,  y en ella se retractaría de todo, el tiempo no es elástico, no hay espirales, no hay conejos, escribía cuando de pronto, ahí estaban eran ellos, los conejos del tiempo, eran miles y miles,  todos vestidos con una peculiar chaqueta a cuadros, sus pelajes brillantes y blancos  sus ojos eran imponentes y rojos; todos absortos  en dar cuerda a millones y millones de relojes pequeñitos que conformaban el gran reloj universal, que en efecto estaba sobre un horrible fondo amarillo. Ninguno prestaba atención a su presencia, todos a un ritmo como en una gran danza daban cuerda y avanzaban. Todos menos un par, ambos con pelaje oscuro, ellos giraban en sentido contrario, el primero de ellos recogía los relojes descompuestos y los ponía en su saco, el segundo los sustituía por  unos nuevos.
Quiso acercarse, observar de cerca la danza, pero temió alterar el orden así que prefirió a que el conejo que guardaba los relojes averiados pasará frente a ella, para entonces poder interrogarle,   cuando esto sucedió  el  concentrado animalito interrumpió su misión por atender a la extraña creatura que de forma inteligible vociferaba, ella no se percató hasta después de que él no podía entenderla, sin embargo, pronto se dio cuenta, de la acumulación de relojes descompuestos que caían a un lado de la ronda de conejitos blancos y que al no ser recogidos entraban nuevamente  reloj universal causando gran confusión en los afanosos encargados de dar cuerda. Quiso entonces remediar el problema, ayudar a recoger los relojes descompuestos, pero su intervención generó pánico, aquello estaba resultando desastroso.  Todo era tan confuso…
Después de eso todo era un fondo blanco, despertó en el momento exacto que el cielo se torna de tonos marrón, estaba a mitad del jardín, todo había sido un sueño, sintió alivio, quiso ponerse en pie, estaba mareada o algo había cambiado, pues no lograba distinguir entre arriba y abajo, dio un salto, otro salto, otro salto, extendió su brazo izquierdo, una chaqueta  a cuadros cubría su pelaje blanco, estaba en mitad de su jardín entre otros miles de iguales  danzando por inercia y dando cuerda al tiempo…
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Ensalmo (otro)

17:18

En canto amoroso pido al Dios que cuida  de los corazones rotos, me conceda la magia de tus besos, tu cuerpo como texto y tus manos firmes sosteniéndome en sueños.  En rezo silencioso, agradezco al universo la luz que tus ideas traen a mi laberinto, la casualidad que nos encontró en este mundo y tu alma vieja que se persigue con la mía. Con la palma de mi mano abierta y extendida al cielo, pido a mi Dios particular nos cuide y nos conserve libres.

Amén y amemos que la vida es hoy. 
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No hay palabras

20:47
Arden mis dedos sobre el teclado, todos tienen miedo, yo también. Un paso me separa del abismo, un salto que tiene la dimensión de un puñado de palabras tristes, que no encuentro, que no existen.  Anoche volví a soñarme pez  en el desierto y desperté deshidratada. Hoy fue un día plano, me despedí en un tibio abrazo del viejo Sauce, sin dolor ni alegría, como quien se despide de un trozo de vida sin notar apenas que habrá de irse para siempre.  Las ideas congestionadas de recuerdos y desmemorias, la soledad habitando cada recoveco de mi cuerpo, las noches de insomnio enmarcando mi rostro y yo que no me atrevo a saltar, que sigo escribiendo para encontrar las palabras que consigan nombrar esta tristeza.  Me distraigo entre ventanas, fumo para ahuyentar los fantasmas, me murmuro entre dientes “tranquila Gabrielita, ya pasará como tantas otras veces ha pasado”,  me levanto y giro lejos de mi eje, me busco en historias ajenas y regreso a la luz persistente de mi viejo monitor, todos tienen miedo, yo también. No existen las palabras. 
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Desmemoria

9:45

Para Sium, que sin saber es una cajita de fósforos en mi corazón.

Apretó los puños al tiempo que sentía, en un suspiro intermitente, escapar el pedacito de alma que de forma poco consiente se afanaba en conservar. Abrió los ojos y registró el lugar: una habitación de hotel.  No hizo ningún esfuerzo por recordar cómo había llegado hasta ahí.  La bruma en la memoria, cada vez más espesa, era ya una constante en sus días. Recordaba acaso, que algo importante había olvidado. Se incorporó y se puso frente al espejo, observó a detalle y con extrañeza su anatomía, se maravilló con los pliegues de su cuerpo, cubrió con una mano su sexo y con otras sus voluptuosos pechos, esbozó una sonrisa ladeando ligeramente su rostro y concentrando su mirada  en el café profundo de la mujer en el espejo decidió este día se llamaría Italia, si, justo como ese espacio geográfico del viejo mundo, donde probablemente nunca había estado. Ahora tenía un rostro, un cuerpo, un nombre  pero no una historia.  Con curiosidad y cada vez con mayor atención identificó las cicatrices en su piel. Había olvidado  las caídas de la infancia que habían marcado su frente; no recordaba que la mancha en su rodilla izquierda era producto del roce del sofá una noche que amo con todo el cuerpo; intuía por la forma de la marca que alguna vez por insensatez o descuido había quemado sus muñecas. Al terminar el escrutinio, no pudo evitar sentir como una tristeza densa se abismaba en el centro de su pecho, una nostalgia insoportable por eso suyo que no podía reconocer, que no entendía. –Italia- murmuró mientras dos cascadas saladas le inundaban el rostro. No quería ser Italia, quería tener una historia con sus días y sus noches, con todo el dolor y la paz y el amor y todo lo que ahora mismo no tenía.  Volvió a la cama. Apretó los puños al tiempo que sentía, en un suspiro intermitente, escapar el pedacito de alma que de forma poco consiente se afanaba en conservar. Cerró los ojos y volvió a quedarse dormida. Soñó entonces que su cuerpo era otro, uno de curvas más prolongadas y senos  pequeños,  su rostro era distinto asimétrico y redondo, su nombre  era ordinario, y además un sentimiento no grato la abatía. En el sueño molesta e inconforme se reprochaba ser esa que era. Apretó los puños al tiempo que… (Bis)


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baila, baila, baila...

2:47

Ella baila entre fantasmas y sin sabores, añora tiempos que parecen ahora felices, pero nunca lo fueron, siempre estuvieron  nublados; pero eso ella lo ignora, permite que sus caderas se balanceen al ritmo de un pasado distante en el que la risa y el deseo gobernaban el absoluto del instante y todo parecía mejor. Su risa hace eco en la memoria de quien no le recuerda,  su alegría es tan distante que ni siquiera puede ponerle un nombre, el universo es del tamaño del siguiente paso que torpemente atina a dar mientras la mano extraña que hace girar su cuerpo al ritmo de una canción conocida lo exige, y ella asiente como quien acepta la circunstancia que le rodea pero la desconoce, no es suya, no es el ritmo que desearía le hiciera sentirse plena,  no es la mano en su cintura la que espera, no eres tú. Y lo sabe y lo piensa, y baila porque la canción lo exige, porque la vida lo pide, porque no quiere llamarte, incomodarte con un sentimiento que ahora es sólo suyo, porque no quiere, porque no quiere, porque no quiere (…) y quiere tanto que no sabe qué hacer con eso.
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31

13:03
Apago la luz y me hablo a mi misma, bajito como quien no desea salir del letargo, me doy muchas explicaciones, me digo que no son necesarias, juego con mis cabellos en caria afable de quien aprende el amor con el tacto, me susurro al oído -Gabrielita, no te vayas tan lejos. Me contesto- No me voy lejos, sólo estoy cambiando de color, de edad, de alas.
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cómo?

13:59
Se dicen dos palabras: ¿es aquí?

Cómo no reñir con mis deseos  que me piden despertar esas ganas  que son tuyas  pero me corresponden.
 Cómo no salir a buscarte si tu rastro me lleva a un tren  suspendido en algún  país lejano.
Cómo no buscar abrigo si tus brazos tienen el tamaño del mundo y el calor del sol.
 Cómo no perderme en tus ojos si  en un vértigo maravilloso me regresan del abismo.
 Cómo no aferrarme a tus manos si me construyen  desde las cenizas de un triste corazón.
 Cómo no llamar magia a tu sonrisa si explota a cada instante desde tu centro hasta mi centro.
 Cómo no tatuar tu nombre en mis entrañas si sin pedirlo las habitas y disfrutas.
 Cómo no pedir al cielo que me lleve contigo si el universo se compacta en cada instante que compartimos.
 Cómo no bailar la noche si es tu cuerpo el que guía.
 Cómo no sentir que muero si contigo es polvo cósmico lo que nos regresa a la vida.
 Cómo no pedir que vuelvas si  no te has ido y la nostalgia ya me invade.
 Cómo no añorar tus besos si me enseñan un lenguaje nuevo.
 Cómo  no regalarte mis palabras si has hecho tuyos todos mis silencios.
 Cómo no decir que siento si mis poros ya lo gritan.
 Cómo no embriagarme a tu salud si desde que llegaste no he estado sobria.
 Cómo no reclamar al tiempo si ha sido tan breve.
Cómo no saberte real si se estremecen mis manos con tan solo mirarte.
Cómo no creer en Dios si te trajo desde otro planeta hasta al mío.
Cómo no mirar distinto si tú eres otro.
Cómo no eternizarte si mi vida se bifurca.
Cómo no fumarte, beberte, comerte…
Cómo no llamarte música si tu canto me penetra.
Cómo no llamarte lluvia si me llueves todo el tiempo.
Cómo no llamarte viento si me revientas  y reinventas.
Cómo no llamarte magia si haces aparecer galaxias.

Cómo no llamarte amor, cómo no llamarte …
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La tristeza no irá atada a mi nombre...

14:46
Perder la cuenta de los días es buena señal, encontrar otros mundos habitables dónde tu no persistes es esperanzador,  un  espacio sin palabras, donde el silencio es la suave caricia que regresa la calma. Habito un espacio que es mío, aprendo de los días y me desprendo del  recuerdo, no estoy  lista para seguir pasando por mi corazón dos años de historia.  La curva entre tú, yo y mis sueños  poco a poco se vuelve estrecha y te voy dejando ir.  El amor mal entendido se vuelve transparente y lejos de asumir lo entiendo,  me doy cuenta que el dolor no es perderte porque nunca me amaste, el dolor es haberme perdido a mí en ti. Me  pongo en pie cada mañana con menos dificultad, me reconozco desnuda, sola y hambrienta pero mía. Los hábitos y las costumbres que fungían como grilletes a tu sombra se transforman. Hoy pude volver a ese espacio que fue nuestro, el aire enrarecido no logró herirme, tu fantasma y sus mentiras ya no me hicieron más que sentir alivio. Me recupero, me reconozco y acepto que no fue lo que deseaba pero estoy plenamente consciente de que fue lo mejor. 
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Largarse

16:36
Día 15
El inesperado momento en que es necesario tomar las cosas y largarse. Yo lo hice. Me largué con mis reclamos, mis versos, mis cuentos, mis ganas, mis noches, mi desorden, mis mujeres, mis sueños, mis frustraciones,  mis libros y mi perro. Apenas unas horas, aún tibio el cuerpo del amor en la alcoba, ella ocupó mi espacio. Le quedán grandes mis ideas, pero debo aceptar le lucen lindas a manera de pretensiones.
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Es domingo...

12:54

Día 13

Como es costumbre, los domingos se despierta buscando el clavo de dónde colgarse, o por lo menos colgar los recuerdos, poner el sentimiento a orear, esperar que el dolor en la herida amaine y el lunes todo vuelva a comenzar. Ordenar las habitaciones, organizar los archivos, escribir como quien tiene vocación suicida. Es domingo, las palabras a raudales arrebatan las razones y nunca queda plasmada la infinita tristeza que el corazón habita.  La visión onírica del falso recuerdo perturba la mañana, se llega al medio día sin entender qué sitio era ese que por la noche se recorrió; la señal se difumina y la confusión regresa. No valen los motivos, no vale  la distancia, un número grabado en el índice derecho que se marca involuntariamente y una voz somnolienta y cansada que responde,  sin decir nada que alivie, detiene el violento devenir del domingo. Después sólo el silencio, un silencio chaikovskiano a causa de un vecino músico, un silencio de campanas que insistentemente llaman a los fieles a misa, un silencio de niños que corren por el callejón, un silencio de perros que ladran en alguna azotea, un silencio que guarda lastimosamente todo lo que se dijo y lo que se quedó por decir.  Se libera el domingo y su peso inefable  atribula cualquier cavilación que osara ponerte a salvo.
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La señal y el falso recuerdo

9:52
Día 12

Voy a estar bien, eso dijo la señal, es cuestión de mirar distinto, de andar distinto, de amar distinto... Conexiones y señales: magia, intensidad, locura. No voy a seguir negando(me) a quien soy. No más falsos recuerdos que nos hagan llorar.
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Soltar

19:27
Día 10

Aún antes de verte partir, sabía que era una apuesta perdida. El espacio que hoy nos habita, recuerda al espacio que entre nosotros existió en todo momento. Nunca fue amor. La suave caricia que otrora nos abrigó fue tenue paliativo contra la angustia. La felicidad comprada en que decidimos residir por un breve tiempo estuvo siempre a la baja. Las sonrisas amor mío, no tienen precio.  Pese al pronóstico cumplido, alego dolor en el lado izquierdo de la cama, apelo a la pasión que nunca experimentamos y me aferro a tus ojos de pájaro que se niegan a mirarme y no te dejo ir…
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Ahí estaba el mar...

19:13
Día 9

Volví a soñar contigo. No, no eras tú, eran tus caricias fermentando en la piel. Volvió el suave mareo que al despertar anunció el demacrado sentimiento en reposo. Volviste a para terminar de romper  lo casi nada que escondía bajo la almohada intacto.  Volveré al silencio, al dolor callado. Un corazón roto nunca podrá sanar a otro. Y así, nos olvidamos del mar…
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Deslealtad

9:06

Día 8

No es sano verte, besar tu mejilla y olerte tan cercanamente revoluciona cualquier indicio de mejoría.  Desleal, un combate que ya no es lucha, sin ser por ello resignación. Desleal, ser quien soy sin ser contigo. Desleal, abandonar el barco en llamas por otros ojos, otras noches, otros sueños. Desleal, dejar de amar cuando el vuelo apenas despuntaba unos centímetros del suelo. Desleal, usar y tirar. Desleal, profanar el sitio de los recuerdo.  Desleal…
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Día 7

11:53
Día 7

Los fantasmas se han mudado a vivir conmigo, entraron en fila después de la última caja, se anunciaron con bombo y platillo, desvergonzados tomaron posesión de mi nueva sala, fuman, beben y conversan entre sí.  El mayor, el que los preside a todos, no obstante todos mis ruegos, se ha ido a dormir conmigo, me arropa por las noches, huele a ti y su tono de voz es tan cercano a ese sereno conversar que te caracteriza. Él me cuenta que me has olvidado,  que en el éxtasis de sus largas piernas y sus hermosos pechos, tú me has olvidado.
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Día 3.1

16:04

Una llovizna ligera pero molesta dada su constancia desde que comenzaste a caminar, te tenía sin apenas notarlo mojada de pies a cabeza, sin embargo, no sentías frío, por el contrario un volcán de emociones te desbordaba. Bastaba cerrar tus ojos para verles uno tumbado junto al otro volviéndose cómplices al calor de una amena charla. A este momento, seguramente él ya le habría contado sobre el sin sabor de la vida y lo atribulado de su alma  desde la primera infancia, seguro ya la había enterado de los pormenores familiares y un mucho más sobre los primeros amores. Sus manos oscilantes ya estarán entrelazadas, él manifestará miedo y confusión, pero se asirá sin resistencia a esos dedos que se ofrecen afables a la compañía. Ella, con simpleza y benevolencia le brindará consuelo, consejo y su cuerpo. Basta abrir los ojos para sentir como se confunde el escurrir de tus cabellos con el llanto amargo que entrecorta la respiración y te sitúa en ese espacio tan familiar como ageno, esa calle otrora en amoroso abrazo recorrida, ahora solitaria y dolida contemplada.
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Día 3

7:40
Cínico centímetros de distancia, esa fue la medida perfecta. Después sólo el miedo a los aviones, a los cumpleaños, a las palabras, al amor, al mar. Un silencio teléfonico y un llanto contenido. Un no quiero q sella los labios y anula un mundo. 
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Día 2

10:13
Entre haberes y hubieras poco nos queda, apenas un recuerdo ultrajado, una absurda manía de buscarnos las voces que los demonios callaban. Son los despojos, de un amor perecedero, esparcidos por el piso los que hacen de alfombra roja para la llegada de ella, la nueva ella. 
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Bitácora de reconstrucción gabrielistika Día 1

23:08
No siempre cuatro paredes hacen una casa, no todas las casas tienen cuatro paredes y no cualquier casa puede construise hogar. El departamento es lindo, cajas por todos lados, nunca había entendido lo valioso de un martillo hasta hoy que lo necesitaba y no tenía uno. Recaídas 1, 6 cigarrillos, 67 minutos de teléfono, 3kgms menos, dolor agudo en el lado izquierdo de la cama y el contorno de la vida. 
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CARTAS

9:25


Si me quitara la manía de escribir  cartas, me metería en menos problemas, el sonido confunde y olvida, el papel no. Ese es rencoroso, guarda minuciosamente los sentimientos y es como si la tinta en él fermentara los sentires que cuando volvemos a ellos nos embriagan.  No es que la embriaguez sea mala, que al final nada bueno ni malo existe, pero a  veces, cuando en el papel se surcaron abismos no pensados y por supuesto, se olvidó de incluir un puente, una se queda del otro lado de las cartas, sin poder alcanzar nunca más al destinatario que sin esperarlo se ha quedado varado del otro lado, mirando en silencio y con un dolor que le atraviesa el hipotálamo, sin entender muy bien, porque ha sido confinado a ese punto lejano.  Digo esto al tiempo que considero en mi cabeza, esta debería ser otra carta.  Esa que no llegue a tu correo, que quizás nunca leas,  que sólo sirva para gritar en secreto todo lo que me duele el abismo que las otras cartas dejaron. 
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Rota

11:58
La intensidad del sueño me impide abrir los ojos, un escalofrío me recorre, temo estar despierto tanto como no estarlo.  Me aterra incorporarme sin saber a qué vida, en qué mundo o en qué madrugada lluviosa me encuentro esta vez.  Me giro bruscamente y siento como la sábana se corre, aprieto los puños tratando de llevar conmigo un pedazo de inconciencia, estiro mis músculos en imitación a los gatos y sin poner más resistencia despierto. Observó mis manos, toco mi rostro y me pregunto si será que esta mañana soy varón o fémina. Destapo mi cuerpo y al tiempo que detenidamente lo observo recorro con mis dedos mi recién descubierta anatomía. La hendidura entre mis piernas y lo abultado de mi pecho responde a mi duda, este día, este sueño soy una mujer.  Menuda complicación. Como si no bastará despertar en un sueño perpetuo infinitas veces, despierto rota. 
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Es mayo y llueve y...

18:00
Te escribo para decirte
que no quiero decirte nada
que sólo quiero abrazarte
buscar el calor de tu vida.
Pedro Casariego Cordoba

Es mayo. Es mayo y llueve. Es mayo llueve y me acordé de ti.  Es mayo, llueve, me acordé de ti y mañana es tu cumpleaños. Es mayo, llueve, me acordé de ti, mañana es tu cumpleaños y creo que a veces te extraño.  
Protesto a la distancia, al tiempo, a las rutinas y al olvido. Nos fuimos, envejecimos, nos olvidamos.   Perdí la cuenta  de las lluvias que pasaron desde la última vez que un mensaje al celular me avisaba que en ese otro lugar del planeta donde tú habitas también llovía.  Digo lluvia, digo olvido, digo Sauce, digo tú y esa tenue tristeza que siempre nos rondaba se asoma en la memoria y siento el ligero estremecer de la tarde reventar en mis dedos.  
Me permito en el vado de nostalgia en el que tanto disfruto acomodar mis tardes, dedicarte algunas líneas para celebrar  el recuerdo de nuestra amistad olvidada. Quizá se quedó detenida, frente a una taza de solemne y humeante café o ebria y desenfada a la salida de algún bar.  Quizás viaja contigo sin mí y conmigo sin ti.  No es sencillo encontrar ojos desnudos que nos contemplen.
No somos los mejores amigos, esos que nunca se hieren, esos que siempre están, esos que nunca se olvidan.  Por el contrario, somos dos tristes mortales falibles y excéntricos que en plena caída nos reconocimos.  No tengo yo que contarte la historia, bastara desempolvar la memoria o abrir el ordenador para encontrarla.  Me gusta pensar que en efecto fue magia.  Que hace 10 años en un mundo que ya no existe  un Sauce y una Maga se encontraron y  se volvieron amigos.

Nunca pude asistir a tus fiestas de cumpleaños, a decir verdad creo que es el primer año que recuerdo la fecha exacta. No vivo mucho en esta tierra.  

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Incompleto y a destiempo. Es lo que hay

21:26
Guanajuato, Guanajuato 30 de abril de  2014
Acostumbrarse es una forma cómoda de habitar en el mundo. No puede ser malo buscar comodidad. Nadie puede culparnos por crecer acostumbrados a la comodidad. Pero sobre todo, nadie puede culparnos por crecer.  Dice el calendario que hoy es día de los niños. ¿Los niños están acostumbrados a ser niños? Esa imagen idealizada del infante ávido y deseante descubriendo el mundo, me impide concebir un niño acostumbrado a algo. ¿En qué momento nos acostumbramos a que la luna nos persiga? ¿Cuándo la costumbre de la oscuridad por  las noches nos hizo olvidar los monstruos del armario? 
                Hablo de costumbres y comodidades, de monstruos, de niños, hablo de cualquier cosa que haga más ameno el transitar a eso que más se acerca a lo que intento decir.  Alguna vez escuché una ponencia de filosofía del lenguaje,  tenía un nombre muy bello “el mar como fundamento”  la tesis que se sostenía era aún más bella “todo es metáfora”, nada de lo que decimos o escribimos es literal, nada de lo que comunicamos es fiel al pensamiento; no importa cuánto nos esforcemos en expresar tal cual ideas o sentimientos, siempre habrá un halo de lenguaje cubriendo ese intento por decir, protegiéndonos de la verdad desnuda.

                 Lo bello no siempre es lo conveniente o tal vez sí. Qué puedo saber yo de belleza y conveniencias, yo que no hago más que malabares sin gracia con palabras mentirosas y gastadas. Qué puedo saber yo de belleza si las miradas dulces que embellecen los objetos amados nunca me  pertenecen ni contemplan. Lo triste e irónico, es que no me acostumbro. No me acostumbro al frío de ojos en la piel, y peor aún no me acostumbro al frío de tus ojos cuando me evitan. 
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Bla bla bla

22:31
Voy a comenzar a escribir reconociendo que esta vez no tengo la menor idea de cómo comenzar. Había pensado en una entrada larga sobre las vacaciones, era mi intención hablar de Ella, explicar mi superpoder de configurar y desconfigurarme la vida en un solo pase mágico, también quería hablar de él, el hombre de los ojos profundos y los sueños cortos. Pero nada, que la verdad no sé por dónde comenzar. Esta hoja en blanco es como diván de analista al inicio de consulta. El cursor parpadea frente a mí y casi puedo imaginarlo  cruzando su piernita mientras lleva la mano a su mentón y con cara afable pero inquisidora me dice “¿…y bien Gabriela?”  Y bien qué, como odio a ese cursor y como odio al analista. Pero en ambos casos sé que es menester continuar, en el caso del loquero porque igual habré de pagarle, con el cursor porque las ideas me siguen rondando y no pararan hasta verse todas o casi todas, bueno algunas, plasmadas en la pantalla. Al final en ambos casos, es necesario seguir adelante porque de otra forma terminare muriendo asfixia emocional, de congestión de ideas o algo peor. Anoche soñé con peces, es un sueño recurrente. Hoy no he podido concentrarme en terminar el reporte.  Mañana y alba  son palabras que me gustan. Vaya que se siente alivio volver a debrayar a este espacio que es mío y nada más.
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Ensalmo IV.

18:18

 Repita con vehemencia mística de orgasmo plenilunar frente a los restos de cristal que a sus pies se encuentran: Creo en los espejos que quieren ser aves.
 Posteriormente lleve su mano izquierda al corazón y con la otra toque su sexo. Imagine al ser amado y continué orando al Dios profano de su preferencia: Quiero una noche nueva para romperme en ella.

No se detenga hasta que aves, amores o soles le inunden. 
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Instrucciones

18:45
Desde la parte más alta de la montaña de su preferencia, decídase por dar el paso. Por esta vez el abismo no está tan lejos, apenas un salto y listo. No apriete los puños como quien intenta llevar algo consigo, no tiene caso, en el vértigo que la caída provoque, no tendrá más remedio que soltarlo todo. Tener miedo es normal, pero ya ha vivido más de un par de décadas asustado y pusilánime sin querer apenas mirar hacia abajo. No puedo decirle que no habrá de dolerle, nadie regresó nunca para desmentir tal hecho. Tome un minuto para pensar en los que se quedan, pero que no sea más de eso, pues corre el riesgo de arrepentirse y en este sitio nada ha cambiado. Si lo prefiere deje una nota antes del salto, no para dar motivos, tan solo para decir adiós, es de mal gusto irse sin despedirse. Cuando esté listo despréndase de sus vestimentas, volar o caer  no requieren de ornamentos mundanos.  Puede tomar un impulso para alentar el viaje, puede solo dejarse caer, eso no tiene importancia. Una vez que sienta el viento romperle en el rostro abra sus brazos, extienda sus piernas, grite; pero por favor no llore. No haga de esta sublimación espiritual un dramático entuerto. No cierre los ojos y tenga usted un maravilloso viaje.  
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CELOS

23:57


Esta noche la hoja no está en blanco, el cursor no reta a mi falta de tino para pisar las teclas de forma correcta, esta noche la delicada efigie de la mujer soñada se asoma a la ventana aún antes de ser evocada, ahí está con su cabello oscuro cayendo como cascada y sus delicadas manos tocando tu imaginación. Enciendo un cigarrillo el mejor lugar común conocido para desviar la atención y pensar que fue un descuido y no un malintencionado plan para reprochar mis amplias caderas y mi falta de encanto. No funciona. Los celos a raudales me invaden y desaparece el juicio, el corazón se empequeñece y la razón no acierta a encontrar un punto fijo. Respiro con la intención de guardar la calma, cierro mis ojos y me ubico en un punto ciego, dónde no haya nada, donde sólo este yo, yo y el espejo de mis inseguridades, ese que me reclama no poder inspirar ni  tres líneas, ese en el que al fondo se muestra un desfile de mujeres desnudas que tus manos desearían estuvieran al frente, pero nada sólo estoy yo; yo y el arrebato de romper el espejo y arrancarme la piel y las ganas.  Regreso del punto ciego, vuelvo al lugar común y enciendo otro cigarro – los lugares comunes son seguros- me concentro en el humo que asciende y sin querer otra vez ella y su piel oscura asomando en el monitor, la bocanada se exige más amplia para borrarle, pero es enorme y yo tan pequeña. Me aferro al hilo de voz, a las palabras las últimas que dirigiste en dirección a mis oídos pero son crueles y la habitación gira y el mundo no se detiene y el tabaco no vuelve tenue la imagen y yo me siento tan triste…
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Tener un blog es tan del 2000

19:14
Tenía mucho que no venía por aquí, será que ya no escribo con la regularidad de antes. Será que me hice adulta y las palabras como estalactitas se endurecieron en mis dedos. No hay una razón específica para volver o quizás es que hay tantas razones que no vale jerarquizarlas y  nombrar a una como la más importante. Sucede que estoy aquí y supongo eso de alguna forma que no entiendo debe ser importante.   Me propongo volver a inventarme un mundo donde me quepa el corazón,  un universo para deconstruirme y tratar de entenderme.  Y es que sólo son mis palabras las que no permiten que me olvide de quien he sido y quien soy. No tengo fotos de la gente que quise, apenas algunas de las que quiero. No tengo una lista de canciones para suspirar mientras reconstruyo escenas. No tengo lugares sagrados a los que volver para encontrarme. No tengo nada más que renglones y renglones de glosas intrascendentes de los días. No sé si eso baste para una vida, pero es lo que hay y me propongo abrazarme a ello antes que el alma se me vuelva hielo. Regreso a mi blog, no importa que sea  2014 y yo ya tenga 30.
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