Nula concentración, escribo dos líneas y me pierdo en los
contornos de las nubes que veo desde mi ventana. Las ideas elusivas, hoy más
que otros días, llevan todo el día danzando de un lado a otro; mis dedos siguen
el ritmo de esa canción que dice …y morirme contigo si te matas y matarme
contigo si… y ahí se pierde el ritmo y entonces pienso, que no, que está claro
y no sé qué tan triste resulte asumirlo, pero no, yo nunca voy a morirme de
amor, pero quizás sí que me muera amando o pretendiendo hacerlo. Vuelvo a empezar, el cursor parpadea y yo
trato de poner orden a mi cabeza, gobernar mis emociones y cumplir con mi deber.
No funciona, las palabras se han puesto en fila una detrás de otra y saltan en
misión suicida, antes de que pueda contenerlas para plasmarlas, explotan;
malditas palabras kamikazes, malditas, malditas sean… y es que algo en mi
corazón me dice que la dispersión, el silencio y el tanto ruido son
consecuencia y no causa. Uno no puede
jugar y pretender que nada pase. Y es que él juega conmigo y yo me presto al
juego; para después sin querer y sin ver jugar con él, que no es él sino el
otro él, el que se acerca, el que llega, el que busca y no tiene ánimos de
juego y nada. Pierdo a doble juego y nada, que no me puedo concentrar y no
puedo escribir. Un motín de emociones, sensaciones y ganas de bailar cumbia me
tienen dando vueltas de un lado a otro de la habitación enlistando hubieras y
desenlaces. Vuelvo a empezar…
Tiempo gestual. Est
Hace 1 día