jueves, 27 de mayo de 2010

Reflexiones sobre viejos textos


Hablar  es  violentar el espacio de los demás,
  es deshonesto, es intentar convencer al otro.
Merlina Maga (mayo 2005)


Hace algunos años, escribía sobre la violencia que se ejerce sobre los otros con el golpe de las palabras que rompen el silencio, ahora lo pienso y creo q era bastante radical la postura, no todas las palabras violentan, también hay las que dan alivio, las que se esperan ansiosamente, las que nunca llegan, las que duelen, las necesarias, las que sobran, las que faltan, las que se dicen, las que se escriben, las que se leen entre líneas, las que conmueven, las que molestan, las que mueven mundos…
Creo que el problema ya no son las palabras, creo que aprendí a vivir con ellas, a escucharlas a leerlas, adivinarlas, amarlas, a suponer con ellas circunstancias, a construir y deconstruir realidades a partir de ellas, a sentirlas como manos suplicantes reptando por el cuerpo para volverse completamente sensitivas, a desnudarlas para que sean mías y abandonarlas cuando no me pertenecen, a buscarme entre las vocales a jugar con las consonantes, a dotar de sentido a perderlo y reinventarlo.
Sigo prefiriendo la palabra que se plasma al golpe del teclado, que las que se emiten como sonido, me gusta más el discurso en el que se ha reparado más de una vez, que el que se dice mecánicamente, disfruto de leer como los otros proyectan ese golpe que viene desde dentro, que los hace verterse que refleja un yo más honesto que el que habla, que aún en el afán mentiroso de la ornamenta literaria, devela ese otro que siente y piensa, que lo divide.







lunes, 24 de mayo de 2010

El loco





Todas las tardes acostumbraba pasar de regreso a casa por el mismo lugar, ya me eran familiares las casas, los negocios, mecánicamente subía o bajaba a las banquetas, podía hacer el recorrido con los ojos cerrados y estar segura en donde me encontraría al momento de parar, una rutina, aburrida pero agradable. Tres cuadras antes de doblar para entrar a la unidad donde estaba mi casa, había un loco que extendía la mano sin decir nada, algunos dejaban caer sobre su palma unas monedas, otros cambiaban de acera rápidamente, poniendo cara de susto, la mayoría le ignoraba.   Su  olor y su apariencia para nada gratos, hacían nauseabundo verle rascándose la cabeza y masticando algún mendrugo que sacaba de su bolsillo.  
Nadie sabía a ciencia cierta de donde había venido,  un día apareció en esa banqueta y por más que los vecinos intentaron echarle, volvía como espectro cada noche.    Algunas veces se enfrento apaciblemente a  tipos uniformados que  a jalones y con malos tratos le pedían se alejara del  lugar,  el loco sin poner resistencia, tomaba sus bolsas y costales, mientras se alejaba por unos minutos repitiendo frenéticamente  la palabra "olvidar".
Los vecinos desistieron de  alejarle, de cualquier forma  en esa casa no habitaba desde hace bastante tiempo nadie,  y el loco pese a su mala apariencia nunca había agredido a nadie.
Una tarde, siguiendo el rutinario camino que me conduce a casa, me percaté de que el loco había abandonado la banqueta, al principio no le di mayor importancia, pero   la curiosidad fue creciendo con los días, así que provechando  que   el dependiente de la tienda cercana era un tipo parlanchín y amable, entré a comprar cigarros y como quién no quiere y sí, como quien dice qué hora es, me aventuré a preguntarle por el loco.
– aahh usted pregunta por Don David-  contesto el tendero mientras me extendía mi cambio- pues sí hace bastante q no se ha parado por aquí, desde la noche del escándalo, sí, es q usted no sabe señorita, ese hombre estaba loco,  dicen  las malas lenguas que enloqueció    por el abandono de su mujer. Pero eso dicen a mi no me crea.
-¿ El escándalo?  ¿A qué escándalo se refiere usted? – pregunte ya  intrigada por el asunto.
-         Pues  fue  la noche de la tormenta, doña marta la viuda de Alfonso,  le ofreció su cochera para q se resguardara de la tremenda granizada; parecía que se nos caía el cielo. Total que  don David,  no  quiso  entrar, y doña Marta  muy acomedida, le dio un impermeable y   bolsas para que tapara sus triques.  Quien sabe que habrá pensado este loco pervertido,  porque cuando  Martita le extendió la mano con los  plásticos, este mal agradecido la sujetó con los diente y  la    mordió, cual perro con rabia. La  pobre mujer, gritaba desesperada   y el ingrato que ya no la mordía pero  no le soltaba la mano, no paraba de  gritar "Estela" "Estela",   los vecinos pese al aguacero salimos en auxilio de la pobre viuda,   que sollozante sólo maldecía.  Mi mujer la acompaño a su casa  y le limpio la herida, mientras el resto  tranquilizábamos al loco,  pensamos en llamar a la policía pero con tremenda tormenta  la línea de teléfono estaba fuera de uso, así que  lo atamos al barandal de  la casa,  para en cuanto amaneciera dar parte a las autoridades, el viejo Jacobo, que andaba en querencias con la viuda se ofreció a cuidarlo  durante la noche.  Pero al despertar  y salir con un cafecito para  don Jacobo, la sorpresa fue ver q el loco ya  no estaba, fuimos a la casa de Jacobo a ver q había pasado,  pero yo creo q eso de la locura ha de ser  contagioso, porque nos contó una  historia  tan descabellada, sobre girasoles de color marrón y mujeres q se aparecen las noches de tormenta…  Hay  pobre de Jacobo, desde ese día no sale de casa, mi mujer  le lleva cada viernes sus cigarros, pan, agua y pues algo para que coma, pero dice que cada día está peor, ahora él es el que solo murmura juntito a la pared "olvidar".    Pues así es seño, las cosas q pasan en este  barrio y de don David  pues ni el polvo.
-   Y donde es que vive el señor Jacobo- pregunté, arriesgandome a ser imprudente.
-         En  el portón negro, el que está junto a la casa  azul.  Pero tenga cuidado seño, no sea q se le contagie la locura a usted también.  Yo por eso dejo a mi mujer a condición de que  se envuelva bien en el rebozo y no  tenga ningún tipo de contacto  físico con Jacobo, si no fuera porque uno es retebuena gente lo dejábamos  morir por loco.
Agradecí   los cigarrillos y sonreí  por la historia,  salí de la tienda con gran tentación de visitar al tal Jacobo, la historia podría ser interesante, quizás sólo era el morbo, de ver que tan cierto era aquel relato del tendero,   no tenía mucho que perder, aún era temprano y  lo peor q podría pasar es que el viejo se negara a hablar con una desconocida, en ese caso me iría a casa y fin del tema.
  Así que atravesé la calle, toque el timbre y espere, pero no ocurría nada,  entonces me recargue levemente sobre la puerta y me di cuenta de que estaba abierta, dude unos momentos antes de  entrar, pero la curiosidad pudo más que  los razonamientos y las buenas costumbres. 
-Buenas tardes- grite mientras me asomaba por las ventanas llenas de polvo, nadie contestó.
-buenas tardes- volví a gritar  mientras me acercaba a la puerta que conducía al  interior,  la abrí sin dificultad y comencé cautelosamente una inspección del sitio, no había nada extraño en ese lugar, una casa desordenada y empolvada, como cualquier casa de un viejo que vive solo,  me adentré en ella. De pronto, comencé a sentir una mirada que seguía uno a uno mis movimientos, y el pánico me invadió; recordé lo que en algún lugar había leído sobre las personas que pierden la razón y que al sentirse invadidas en su espacio  la dosis de adrenalina que sube a su cerebro es mayor y las vuelve peligrosas.  El ruido de  un encendedor  me hizo  ubicar el  sitio de donde provenía la mirada,  poco a poco gire sobre mis talones y me encontré con  ella, la mirada provenía de  un viejo canoso y desalineado, con apariencia socarrona, que fumaba sin  apartar sus ojos de mi.
-Buenas tardes- dije sin saber si extender la mano o explicar porque estaba allanando su hogar. 
El viejo gruño y sonrió de forma  extraña, no  pude saber si era amabilidad o burla.
  –No se asuste, que no soy peligroso- me dijo con una voz muy suave, mientras cruzaba la pierna y  extendía la mano ofreciendo que me sentara.
Me senté en el sillón frente al suyo y  sin poder decir nada, respire con un poco de alivio. Antes de que  pudiera hilar mis ideas, para explicarle los motivos de mi visita el comenzó  la charla.
-Sí, yo lo ayude, y dígame loco como todos en este barrio,  pero David no estaba loco,  y yo tampoco, me gusta hacerle al loco, porque es divertido, ver como Marta pasa y se persigna en la puerta de mi casa, o  ver a Eduviges como mujer abgana toda envuelta en el rebozo, cuando me trae comida.
- y  por qué no sale de aquí, es qué no se aburre?- Pregunté sin darme cuenta de lo absurdo de mi pregunta.
-Estoy cansado,  ahora sólo espero, espero que David encuentre a Estela y que la muerte me encuentre a mi, soy viejo y estoy cansado. Sólo me queda esperar. Alguna vez el mundo fue mío, hoy nada me pertenece, pero fui necio, necio como solo  un viejo puede serlo, hasta que esa noche David "el loco"  me hizo consciente de mi  necedad,  le digo él no está loco.  Los locos somos nosotros, los necios, los que nos aferramos a  este devenir, y vivimos tan muertos, tan cuerdos, como si nada pasara, como si el aferrarse a esta vida tuviera sentido.  Todos sufrimos perdidas, pero nos resignamos, les lloramos, nos amargamos, y asimilamos lo q venga después, la cosa no es tan mala.  Pero él   no, David no asimilo la perdida, ni se amargo, ni pensó que esto no era tan malo, él sufrió la pérdida de algo que nunca es nuestro. Yo no lo juzgo por eso, con amores tan grandes poco se puede- el viejo hizo una pausa, sin apartar su mirada,  me ofreció un cigarrillo y se acerco para encenderlo.
Todo esto resultaba tan extraño, ahí estaba yo fumando  en  la polvosa sala  de un desconocido con fama de loco  y escuchando  sobre los amoríos de un vagabundo.
-Él la encontró  un día de tormenta – prosiguió el viejo- estaba  empapada y temblando  de frío, como un animalito, justo afuera de la casa donde lo amarramos, la chica tenía un girasol en sus manos y sollozaba inconsolable; David  que por aquéllos años trabajaba en la oficina de correos,  pasaba todas las  madrugadas  por esta calle para llegar hasta la  oficina postal, se conmovió de ver a tan indefensa criatura temblando bajo la tormenta, la ayudo a ponerse en pie y se  percato que  la mujer tenía herida la palma de la mano izquierda, la sangre de la herida  había cubierto la flor de un color marrón, David quiso saber su nombre  o como poder  ayudarla, pero la mujer sin soltar  el girasol, se aferro a su cuello y murmuraba en su  oído "olvidar" "olvidar",  él  tocó el timbre de la casa  donde la mujer lloraba, pero esa casa  desde hace  muchos, muchos años esta deshabitada;  así que como todo un caballero, le ofreció su chaqueta y  decidió volver a su casa con ella.   Le preparo algo caliente y le ofreció su cama,  le dijo que podía quedarse, cubrió su herida con  gasas y salió a trabajar.   Al  volver a casa compro  un poco de pan,   y se preguntaba si la enigmática mujer aún estaría ahí.   Al abrir la puerta se encontró con la chica recargada en la pared murmurando ya casi sin aliento la misma palabra que le murmuro a  él: "olvidar",  mordía desesperadamente la palma de su mano;  David le retiro de la frente los cabellos que caían como cascada  de obsidiana sobre su cara,  ella  se puso en pie y  sin decir nada  lo sujetó y le invitó a bailar,  bailaron sin más  música que un tararear monótono  y  sumergidos en un  letargo mágico.
-Ella no hablaba?-  pregunte  desconcertada ante el relato.
-Las palabras no hacen falta- dijo el viejo con gesto apacible-  dos seres como ellos, no necesitaron  nunca hablar  para  poder  sentir o saber que el mundo  había parado para que ellos bailaran,  Estela, que fue el nombre que él  otorgó a la chica, enseñó a David  lo magnifico  del silencio y  lo absurdo de las palabras cuando se ama,  fue como si ambos  hubieran renunciado a su historia personal, para escribir una nueva. Él seguía  trabajando en la  oficina de correos, cada madrugada abandonaba  la casa  sin hacer ruido para no despertar a Estela,   regresaba cada noche  y la encontraba  en la misma pared, con la herida de la mano sangrando  por lo insistente de sus dientes, pero sus ojos se iluminaban al verlo entrar con la bolsa de pan y  los brazos extendidos para seguir bailando en esa irrealidad. Fueron felices,  David comenzó a olvidar  los  nombres de las cosas,  comenzó  a  entrar al mundo de Estela, donde   las únicas palabras validas se decían  con la mirada y  el suave balanceo de los cuerpos al bailar.
El viejo me miro, tenía la boca abierta y los ojos como platos, me parecía increíble lo que me decía, pero hermoso, así que se sonrío de manera socarrona y continuó hablando.
-Pero ha  de saber señorita que este mundo no es para  seres como ellos.  David   sumergido en el  letargo que le proporcionaban los brazos de Estela, dejo de cumplir con los requisitos mínimos para la subsistencia,  lo echaron  de la oficina de correos, dándole una indemnización   justa  por sus años de servicio.  Con esto sobrevivieron hasta el día  que  los arrancaron a uno del otro.
-¿quién los arranco?  ¿Porqué?-  pregunte ya sin poder ocultar el gran interés que me provocaba ese descabellado realato .
- el destino, un dios cruel, la sociedad que no entendió-decía el viejo , bajando por primera vez la mirada y sacudiendo la cabeza de forma negativa, era como si realmente sintiera la historia.-el hombre es cruel, es envidioso  y no soporta ver a dos criaturas entregadas a la felicidad de su naturaleza, los vecinos de David  dieron aviso a las autoridades, disfrazando sus malas intenciones de preocupación, una mañana  mientras David  y Estela desayunaban entre fluidos y gemidos,  la puerta de la casa se abrió con violencia y unos tipos  uniformados   partieron  por la mitad ese gran corazón del que ahora latían los dos, David corrió tras ellos gritando el nombre de su complemento, ella tomó su mano  con los dientes hasta hacerla sangrar.
-Pero porqué se la llevaron, no estaban haciendo nada malo- cuestioné arqueando las cejas  y  sin poder evitar   la necesidad de seguir escuchando.
-Pues no, ellos no hacían nada malo, ni le hacían mal a nadie- explicó el viejo don Jacobo- pero como le digo la  gente es mala, resulta que Estela era hija de un  tal señor Díaz,  y  tenían ya bastante tiempo buscándola,  porque la chamaca se escapó de un hospital psiquiátrico,  por eso fue que vino a parar a la casa del barandal la noche que David la encontró.
-Y después que paso?- presione al viejo sin  ocultar la intriga.
-Pues ocurrió que David  sin poder desprenderse de Estela  y habiendo  olvidado cómo era vivir en el  mundo de los "cuerdos" se dedico por un tiempo a cultivar en el pequeño jardín de su casa  girasoles, para sentir la presencia de su amada, todas las noches los roseaba con sangre q hacia brotar de las palmas de sus manos.  Por las mañanas salía a buscarla,   mostraba a los extraños esa herida que aún sangraba en su mano izquierda, con la esperanza de que  pudieran verla y la identificaran con la de  Estela, pero nada, Ella no aparecía,  David ya sin dinero y sin poder hablar, dejo su casa y su jardín de girasoles  marrón, para venir a  la banqueta donde la encontró, con la esperanza de  verla regresar.
-Y porqué ataco a Marta, porqué le contó a usted su historia? Porqué me la cuenta usted a mí?- no entendía muchas cosas,  para empezar no entendía q rayos  hacia yo ahí,  que  morbo extraño me llevo a ese  interrogatorio, que  necesidad llevo al viejo a contar la  historia a una completa desconocida.
- David no ataco a  Marta, solo la confundió con su Estela, el día  de la tormenta, él  pensó ver en las manos de Marta las de Estela,  y pretendió verlas sangrar como lo hacían las de ella;  cuando   nosotros le atacamos y lo atamos para evitar   le hiciera daño a alguien,  en un momento de "cordura" David comenzó a repasar esta historia que  yo acabo de contarle,  me mostró   las  heridas en sus manos  y los  restos del primer girasol marrón, el que traía consigo Estela la noche que la encontró.  Yo no pude menos que avergonzarme ante mi  lucidez,  envidié por un momento a aquel desdichado loco, porque pese a todo conocía  mejor que cualquiera de nosotros lo que es la angustia de amar, extrañar  y esperar,  pero lo mejor de todo era pensar que ese loco fue feliz, plenamente  por un breve tiempo, pero plenamente, eso es algo que  yo nunca pude experimentar.
Don Jacobo guardo silencio y murmuraba olvidar, olvidar, - ¿Porqué me cuenta todo esto a mi?- retiteré la pregunta para sacarlo del letargo en el que parecía haberse sumido.
-¿Qué porque se lo cuento a usted?   Es sencillo,  usted no me conoce  y yo no la conozco, sabía que preguntaría por el loco,   porque eso  hacen todos los que  me visitan, pero no, usted no pregunto nada.  Quizás por eso  mereció que le contara la historia.   Pero ahora le  pido señorita que se marche, que   como le dije al incendiar las primeras palabras,  tengo q seguir en mi espera,  espero que David encuentre a Estela,  espero que la muerte me encuentre a mi y  ahora mismo espero  a que usted se valla.-  El viejo se  levanto  de su sillón,  se  tiro en el suelo  y recargándose a la pared comenzó a   murmurar "olvidar"…
Salí de la casa de don Jacobo, con  un  halo de incredulidad, pensaba en volver al día siguiente, para  interrogar nuevamente al viejo, pero los días posteriores la puerta no se abrió.   La  intriga me hizo volver a la tienda,   pedí cigarros, y nuevamente como quien no quiere, pregunté que había sido de Don Jacobo.   El tendero me   comunicó,   que  Eduvijes, lo había encontrado, días atrás muerto, junto a la misma pared, con las palmas de las manos reventadas y la sonrisa placida de quien nada teme.  Agradecí  por  la atención y la respuesta,  mire el barandal   e imagine a David y  a Estela, después  observe  el portón negro  y  pude ver  la imagen del viejo Jacobo   recibiendo la dulce muerte… cerré los ojos y  sólo pude pensar… olvidar.





jueves, 20 de mayo de 2010

Desesperanzas III


Hace frío sin ti, pero se vive
Roque Dalton
Pienso sin saber que siento, me miento si digo que no duele -de los engaños el menor-, no sé si lo entiendas, no quiero que me creas, no espero que me esperes. Hace tiempo que mi imagen se fue transfigurando en tu mirada, tanto, que ya no es mi rostro el que ves, ni mi piel la que deseas. Poco a poco me volviste un ser mítico de piedra, una hermosa construcción en tu cabeza, me dotaste de la belleza más excelsa, diste a mis ojos la luz de todas las estrellas, le cediste al olvido mis defectos y pusiste en mis labios tus palabras. Por un momento parecía sencillo ser arcilla, dejarme moldear, reinventar, crear ¿Por qué no? Si yo no había sabido hacerlo, tal vez tú tendrías la fórmula perfecta y de inicio parecía que sabias todas las respuestas.
No soy musa, no eres demiurgo, no somos…

miércoles, 19 de mayo de 2010

Los finales no felices


"Hubiera querido penetrar en tu pasado
murmurando frases que hacen llorar a los muertos
y encantar a las fieras encerradas en tu corazón"
Alejandro Jodorowsky
Si alguien me hubiera preguntado, yo hubiera contestado con palabras prohibidas "siempre" ó "nunca" pese a que desde la última vez me prohibí estrictamente pronunciarlas, sabiendo que su concepto se ata como soga al cuello y cuando intentas alejarte te deja colgado en mitad del vacío, sin aliento sin vida, sin nada. Es bueno que ya nadie pregunte, así es más sencillo sólo volver a pasar y que los que ya de siempre vaticinaban este desenlace, puedan regocijarse en su triste acierto: No pudimos.
Me habría gustado mirarte de nuevo, murmurarte las palabras exactas al oído y quedarme ahí, por mucho tiempo.
Me perdí, hace muchas líneas atrás, miles de líneas atrás me perdí y lo más triste es que esta vez ya no quiero buscárteme.

lunes, 17 de mayo de 2010

Los finales felices…


   Nunca me han gustado los finales felices, me parecen irreales, una burla para los lectores, atentar con cualquier ápice de inteligencia humana, a lo mejor soy muy dura. Recuerdo cuando era joven, bueno, más joven, digamos infante, mi tía Lidia era adicta a las novelitas de puesto de periódicos Jazmín, novelas con corazón, o las novelas que venían en Vanidades, todas escritas por Corín Tellado, yo de repente me leí un par de ellas, a escondidas claro está, porque tenían un "alto contenido erótico" no apto para una niña, la verdad es que era atractivo leerlas solo porque me eran prohibidas, pero en realidad resultaba de lo más aburrido, pues después de leer la primera ya tenía el esquema, la fórmula mágica, para saber cómo terminarían todas.
    Hace algún tiempo tuve un altercado con un polígono amoroso y digo polígono, porque a veces sólo era un triángulo pero de repente ya no sabía cuántos lados tenía la cosa esa, pero no es eso lo que me ocupa por ahora, sino la emblemática personalidad de una de las participantes en la trama de esa historia, era una mujer si no digamos guapa por lo menos con dos ojos, dos piernas, veinte dedos, una boca, de más o menos mi edad, en fin, digamos una chica normal promedio, dentro de esa normalidad algo muy enfermo  desde mi perspectiva se escondía, tuve oportunidad de hablar un par de veces con ella, y las dos ocasiones me sentí en medio de una telenovela de Televisa, sus diálogos eran del tipo: Ese hombre es mío y nadie me lo puede quitar, Me voy a vengar y pagaran con sangre malnacidos, Yo estoy dispuesta a luchar por lo que es mío, cuésteme lo que me cueste, parecía que
como en nuestro tiempo las guarderías no estaban tan en boga, había sido educada  por él canal de las estrellas. Al principio me parecía ridículo y hasta me divertía, pero después me di cuenta, que es toda una estructura de pensamiento mucho más compleja, arraigada en muchas mujeres, de mi edad al menos.
     La expectativa en cuanto a la consumación de la felicidad, la idea de los buenos y los malos, los amores eternos, es algo enraizado en el imaginario colectivo, y aquí trato de separar un poco las ideas, todos queremos ser felices, porque bueno es parte de la naturaleza buscar los estados de bienestar, el problema es que tenemos un concepto transfigurado de felicidad, es decir (hablo de generalidades) vivimos con una esperanza ciega y torpe, de que en algún momento alguien nos va a salvar y tendremos un final feliz.
    Los finales felices, no sólo no me gustan, no existen. Leemos novelas rosas y miramos telenovelas para compensar la frustración de una búsqueda absurda, el problema es el círculo vicioso que en ello se juega.

sábado, 15 de mayo de 2010

Un dos tres por mi…


"Sin embargo, los adultos viven con la idea
grabada en el corazón de que
las cosas son hermosas porque acaban"
Banana Yoshimoto
Amrita
Nuevamente descalza y por el filo de la navaja, caminas distraída, solo por momentos sientes la adrenalina transitando por el cuerpo y en ese instante sonríes, de un lado el abismo: la caída sin fondo, el grito que ya nadie escucha, las fauces del lobo esperando para devorarte; del otro, la muy segura salvación, pero tú no quieres salvarte, eso lo tienes claro. Has aprendió a jugar a las escondidas con la muerte, sabes muy bien donde se encuentra, pero la dejas correr hasta la base para decir con gozo un dos tres por mi y por todos mis amigos, entonces es su turno de buscarte, no te mueves, no respiras y cuando parece que ha levantado hasta la última piedra sin encontrarte, huyes hasta poder gritar, un dos tres por mí, por mi y por mí. Has tenido suerte esta vez, la bala no salió disparada y le has ganado a la ruleta, pero mantente alerta que no siempre tendrás la habilidad de los gatos, para seguir cayendo de pie.

domingo, 9 de mayo de 2010

Secretos


Algo en la cabeza me da vueltas desde hace algún tiempo, una culpa irracional por los secretos que conmigo tengo, más de alguna vez he estado a punto de abrir la caja de pandora y dejarlos escapar todos, ser libre, no sentir ese peso sobre mis espaldas ni presentir que esas miradas inquisitorias los notaran intentando salir por mis labios en cualquier momento, y entonces dedos índices gigantes me señalaran enérgicos y voces del pasado y del presente me reclamarán por haber guardado silencio tanto tiempo…


Si yo lo sé, mis palabras suenan a argumento de telenovela chafa…

miércoles, 5 de mayo de 2010

Las manos de mi abuelo


Los veranos de mi infancia, los pasé  en una hamaca, entre el cacaraquear de las  gallinas  y los mujidos de las vacas,  comiendo  naranjas agrías  y escuchando la interminable historia  de Juan el huevón. La sesión comenzaba  cuando llegaba la hora  de desgranar las mazorcas que más tarde serían ezquites, tortillas,  atole, comida para los  pollos  y con un poco de suerte  quizás  Pozole. A  todos los  invitados por no decir obligados a estar en tal sesión, se les daba   una piedra de olote ( que en realidad  no es  una piedra, pero la  llamaremos así respetando las costumbres de la Quesera,  lugar encantado del sur de Guanajuato, donde habitaban mis abuelos). 
El procedimiento era el mismo, primero, el silencio que exigía concentración para que ningún dedo saliera herido,  después de  no más  cinco minutos,  lo habíamos conseguido , ya   podíamos hablar, habíamos alcanzado un punto de  concentración tal  que   la conversación podía fluir  sin  riesgo de triturar  la piel  entre  la  piedra  y los  granos.  La abuela silbaba una vieja  y desgarrante canción, don Arcadio  buscaba la  letra  y el tono para acompañarle, mientras  yo les observaba, intentando   descifrar aquel  código secreto, esa comunión que se  daba entre esos seres que  ya nunca se  tocaban.
El primer intermedio de ese extraño  ritual del maíz  venia cuando yo comenzaba a quejarme de las ampollas y el cansancio, cesaban los cantos, paraba un minuto  el trabajo, la abuela besaba mis manos  y auguraba  q ese no sería mi camino:" tú no estás hecha para el trabajo del rancho"  Entonces don Arcadio gruñía, murmuraba un par de maldiciones en contra de los nuevos métodos de crianza, que hacían a las mujeres tan frágiles y quejumbrosas, la abuela me decía que no le hiciera mucho caso y él para contrariarla comenzaba a contar historias.
El polvo en la memoria no me  permite recordar  con exactitud todas,  pero recuerdo la más recurrente: La historia de Juan el huevón. Juan vivía en la vieja hacienda de Tupataro, era hijo de doña Tacha la criada principal de la hacienda, Juan nunca fue un tipo muy despierto, de su vida no hacía gran cosa,  así que su madre cansada de verlo dormitar entre los mezquitales, lo mando a buscar mejor suerte. Le dio los zapatos buenos, el sombrero que había sido de su padre y un morral con dos huevos, unos  dados y una brújula. Juan dejo la hacienda, sin saber bien a donde se dirigía, recorrió  las veredas  y caminos, soñando bajo las estrellas, adoptó al palomo  para compañero de  viaje y q un buen día llego a la hacienda de Los Naranjos, donde se enamoro perdidamente de la hija del hacendado, entonces dejo de ser Juan el huevón y vivió muchas aventuras en pos de su amor...
El problema  era q siempre q llegaba a esta parte de la historia, don Arcadio estaba  eufórico  lanzando olotes por todos lados para acabar con los murciélagos del cerro, brincaba sobre su silla  q en realidad era una balsa en la que  atravesaba el río,  le  decía palomo al gallo  y todo eso terminaba en un gran desastre y un ceño fruncido, sí  el  de la abuela, quien ordenaba  no quedara ni un solo grano  fuera de la tina, entonces don Arcadio  volvía a la realidad, asumía su castigo y dejaba la  historia  para  otro día.
Y así pasaron los veranos  insistiendo en conocer  el final de aquella   historia. El tiempo que no perdona paso, poco a poco y sin notarlo, fui creciendo  y perdiendo el interés en aquel viejito loco, que  comenzaba a perder la vista, que ya no podía brincar sobre su silla y que cada vez pasaba más tiempo en cama.
La ultima vez q lo vi,  fue en ese mismo patio de la  infancia, ya sin gallinas pero siempre  con naranjas agrias, estaba sentado de frente al sol, con su sombrero puesto y su sonrisa  camuflajeada de  mal gesto, hacia  ya bastante tiempo que los rituales de  maíz  no eran más q un recuerdo. Me senté a su lado y le pregunté por su estado, su rostro se me mostro de pronto  extraño, sus labios no se movían  pero sus  manos buscaban algo, sacó de  su bolsillo izquierdo un objeto  y lo colocó en  mi mano. fue la  primera vez q vi tan cerca las  manos de  mi abuelo, eran tan grandes,  tan duras q no aceptaban caricias pero ese día me dejo tocarlas,  me dejo por un instante perderme en sus  líneas, explorar en sus uñas, las  arrugas  pintaban sendas  que hablaban en silencio del  camino andado por   mi abuelo.
Puso  una  brújula en mis manos  y me dijo al oído:" esta misma  que tú tienes ahora en tus manos, fue la que llevo a Juan hasta los naranjos, donde se casó con Esperanza, consérvala para que nunca te  pierdas, no le digas a tu abuela, porque ya ves como se enoja."
Se despidió de  mí, me prometió morir de pie, como los árboles   y meses más tarde  cumplió su  promesa.  Nunca supe cómo es que Juan  termino casándose con Esperanza, que paso con los naranjos, con el palomo, nunca supe que tanto de lo que contaba don Arcadio era cierto y que tanto lo inventaba, pero siempre que me siento perdida busco mi vieja brújula, para buscar mi norte y recordar por un momento la manos de don Arcadio, mi abuelo.

lunes, 3 de mayo de 2010

Las edades de Lulú


A últimas fechas he adaptado la mala costumbre de comprar libros que se han adaptado al cine, primero leo la novela y luego veo la película, digo que es mala costumbre, porque de antemano sé que la segunda siempre se quedara corta ante la primera, es decir, nunca será lo mismo dos horas a doscientas páginas, de cualquier manera, algo morboso en mí me lleva a seguir haciéndolo, he de aceptar que he visto un par de adaptaciones que me dejan un buen sabor de boca, pero creo casi ninguna un punto de satisfacción total, platicándolo con alguien me decía "es que la película que te montas en la imaginación tú, es inrodable…"
Alguna vez, le regalé un cuento a un buen amigo para que hiciera un cortometraje, el resultado me golpeo como guante blanco lleno de ladrillos, pero tampoco fue lo que yo tenía en mente,  me dí cuenta que efectivamente esa historia ya no era mía, ya no era yo quien la contaba, ahora era de mi amigo, era su versión de las cosa. Supongo q algo similar ocurre cuando se pasan la estafeta para contar las cosas los grandes cineastas y los grandes escritores.
   Tenía ya tiempo queriendo leer Las edades de Lulú, pero siempre había priorizado comprar otros libros y lo había dejado para después, hasta q la semana pasada lo encontré en rebaja y dije hoy es cuando, así que me transporte a el Madrid de los 80's, me instalé con Pablo y Lulú y fui siguiendo la historia con mucho cuidado, tratando de buscar debajo de esa sobrecarga sexosa del libro. Me pareció una buena novela para ser una novela amateur, me gusta la naturaleza frágil de sus personajes, además me gusto mucho que no es una novela lineal hay un juego con los tiempos que no llega a ser confuso pero le da un ritmo ágil a la novela, tampoco puedo decir que como la autora pretendía sea una Boris Vyan femenina, no, para nada, para eso le faltarían kilos y kilos de acidez, tampoco puedo decir q es la onda en el erotismo, porque la verdad llega un momento en que se vuelve saturante tantos follones, coños, poyas y culos, pero cuando cerré el libro y me di un momento para asimilarlo en su conjunto, concluí que se trata de una historia de amor, de un amor distinto "nosotros no somos corrientes Lulú", dice Pablo tratando de regresar todo a su sitio, aunque para los otros sea los mas fuera de sitio. Me gustó, no para un diez, pero si para considerar una buena inversión de mi tarde de domingo.
Cerré el libro y busqué en internet la película, sabía que la dirigía Bigas Luna, un pervertido bastante peculiar para mi gusto, así que eso incrementaba un poco mi expectativa, desafortunadamente después de media hora de película ya me era difícil seguir viéndola, creo que el libro es más fuerte, al menos a mi me golpearon más las descripciones que las imágenes, pero consideró q se mutiló completamente la historia, para dejarla en un coge coge, sin sentido en el que los personajes pasan de ser frágiles, a ser lunáticos, sobre todo Lulú, creo q Bigas le concede demasiadas cosas a Pablo, para pintarlo como un hombre incondicional y bajo esos matices resulta hasta inexplicable  que de repente acceda a un trío incestuoso con Marcelo, el hermano de Lulú. Bigas Luna hace pedazos el final de la historia, con unas imágenes sados muy mal logradas y una música de rumba de fondo que rompen completamente con todo. Tache, no me gustó nadita. Me parece que la película no le hace ni por tantito justicia al libro, abarata por completo la historia, la nulifica. Me sentía estafada, hasta que alguien me recordo que no había pagado ni un peso por la película (jeje).
Entiendo que sea complicado encontrar un punto donde converjan lo que se escribe y lo que se proyecta, entiendo que haya un sinfín de interpretaciones de la misma obra, porque todos los q nos involucramos con ella le damos una vida distinta, le cargamos de nuestra propia historia para después asimilarla, quizás por eso mismo la idea sea ver el libro y la película como entes independientes. En ese caso diría: que mala película, le he visto cosas más trascendentes a Bigas Luna.

sábado, 1 de mayo de 2010

Debrayes sobre blog´s, vejez y educación



Desde que regresé a la blogosfera, me he entretenido curioseando entre los que me visitan y los que visitan a los que me visitan, supongo q así es como funciona esto. Hay quienes escriben con una disciplina y un rigor envidiable, hay quienes lo hacen por necesidad, otros por afición, algunos más por la simple razón de tener algo que decir y ser este el medio preciso para hacerlo, cómo sea creo que este universo de los blogs se torna interesante, son como ventanas a las ideas de desconocidos, es como ser un bouyerista, de las ideas y emociones de los otros. Sin ser la intención especifica, me he dado cuenta de un par de cosas que me parecen llamativas en medio de todo esto.

    La primera, es sobre una discusión que hace unos días sostenía con un maestro de secundaria, el profesor se quejaba amargamente porque desde su perspectiva, resultaba imposible hacer leer a los estudiantes y no se diga escribir, "parece que las nuevas generaciones tienen una pelea a muerte con el lenguaje" decía este señor, jefe de enseñanza de Español por cierto, yo le cuestionaba si realmente serían las nuevas generaciones o si se trataba de una constante que se viene sosteniendo, ahí entramos en un tema escabroso, porque cuando le pregunté qué fue lo último que leyó, por el mero placer de leer, no pudo recordarlo y cambio abruptamente de tema, que si enlace, que si los parámetros y las estadísticas. Pero bien, el asunto es que yo creo que no es que la banda no lea o no escriba, creo que el asunto es que se ha transformado el concepto -los chicos ahora tienen una comunicación principalmente escrita-  las formas se han quedado obsoletas, el abismo generacional entre profesores y estudiantes hace que el método no se adapte a las formas en que los estudiantes aprenden. Yo me he topado por aquí con un par de blogs de chicos de 16 o 17 años, sobre cosas y preocupaciones propias de la edad, pero con bastante calidad. El punto es pues, el interés con que hacemos las cosas, si aprovechamos este medio que ahor es el pan nuesto de cada día en el que ahora los adolescente se desenvuelven para leer, escribir y vivir, podríamos reorientar los procesos de aprendizaje. Recuerdo que a mí me obligaron a leer un par de cosas desde la primaria, cosas sosas, pero no me interesó realmente nada hasta que por un morbo infantil leí las narraciones extraordinarias de Poe, creo q no dormí muchas noches, pero encontraba el pecado y la redención en la lectura. Con la escritura por lo consiguiente, solté la mano diría mi madre, cuando me enamoré perdidamente de Fermín, un adolescente 10 años más grande que yo, como no podía decírselo a nadie, comencé a escribir un diario.
   
     La otra cosa que me salta a la vista, es la soledad de mi generación, reitero que todos escribimos por diversas razones y es más ni siquiera me refiero a una soledad simbólica, sino a una soledad como tal, fáctica, el aislamiento pues, la falta del otro. Platicaba hace poco con un amigo de los años de universidad y desenfreno, sobre la idea de que sería una buena inversión comprar un gran terreno y construir una casa de asistencia para ancianos, como un proyecto a unos 30 años, que tenga una gran biblioteca, una videoteca también bastante nutrida, una vista al mar y un jardín de plantas mágicas y medicinales, una agradable estancia con una cantina modesta, para los que nos haya quedado un poco de hígado, en fin un lugar donde pasar los últimos días y tener también una buena suma, para quien se encargue de cuidarnos, porque así como pintan las cosas, de llegar a esos días, seremos muchos los ancianos solos, sin pareja, sin hijos y obviamente sin nietos. La otra alternativa era una granja de gatos, cada vez son más las personas que necesitaran satisfacer sus carencias afectivas cuidando a estos felinos domésticos.

Creo q ya se me están haciendo vicio los post´s de dos cosas debrayosas que ni al caso.

Reflexiones sobre viejos textos

22:28

Hablar  es  violentar el espacio de los demás,
  es deshonesto, es intentar convencer al otro.
Merlina Maga (mayo 2005)


Hace algunos años, escribía sobre la violencia que se ejerce sobre los otros con el golpe de las palabras que rompen el silencio, ahora lo pienso y creo q era bastante radical la postura, no todas las palabras violentan, también hay las que dan alivio, las que se esperan ansiosamente, las que nunca llegan, las que duelen, las necesarias, las que sobran, las que faltan, las que se dicen, las que se escriben, las que se leen entre líneas, las que conmueven, las que molestan, las que mueven mundos…
Creo que el problema ya no son las palabras, creo que aprendí a vivir con ellas, a escucharlas a leerlas, adivinarlas, amarlas, a suponer con ellas circunstancias, a construir y deconstruir realidades a partir de ellas, a sentirlas como manos suplicantes reptando por el cuerpo para volverse completamente sensitivas, a desnudarlas para que sean mías y abandonarlas cuando no me pertenecen, a buscarme entre las vocales a jugar con las consonantes, a dotar de sentido a perderlo y reinventarlo.
Sigo prefiriendo la palabra que se plasma al golpe del teclado, que las que se emiten como sonido, me gusta más el discurso en el que se ha reparado más de una vez, que el que se dice mecánicamente, disfruto de leer como los otros proyectan ese golpe que viene desde dentro, que los hace verterse que refleja un yo más honesto que el que habla, que aún en el afán mentiroso de la ornamenta literaria, devela ese otro que siente y piensa, que lo divide.







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El loco

20:38




Todas las tardes acostumbraba pasar de regreso a casa por el mismo lugar, ya me eran familiares las casas, los negocios, mecánicamente subía o bajaba a las banquetas, podía hacer el recorrido con los ojos cerrados y estar segura en donde me encontraría al momento de parar, una rutina, aburrida pero agradable. Tres cuadras antes de doblar para entrar a la unidad donde estaba mi casa, había un loco que extendía la mano sin decir nada, algunos dejaban caer sobre su palma unas monedas, otros cambiaban de acera rápidamente, poniendo cara de susto, la mayoría le ignoraba.   Su  olor y su apariencia para nada gratos, hacían nauseabundo verle rascándose la cabeza y masticando algún mendrugo que sacaba de su bolsillo.  
Nadie sabía a ciencia cierta de donde había venido,  un día apareció en esa banqueta y por más que los vecinos intentaron echarle, volvía como espectro cada noche.    Algunas veces se enfrento apaciblemente a  tipos uniformados que  a jalones y con malos tratos le pedían se alejara del  lugar,  el loco sin poner resistencia, tomaba sus bolsas y costales, mientras se alejaba por unos minutos repitiendo frenéticamente  la palabra "olvidar".
Los vecinos desistieron de  alejarle, de cualquier forma  en esa casa no habitaba desde hace bastante tiempo nadie,  y el loco pese a su mala apariencia nunca había agredido a nadie.
Una tarde, siguiendo el rutinario camino que me conduce a casa, me percaté de que el loco había abandonado la banqueta, al principio no le di mayor importancia, pero   la curiosidad fue creciendo con los días, así que provechando  que   el dependiente de la tienda cercana era un tipo parlanchín y amable, entré a comprar cigarros y como quién no quiere y sí, como quien dice qué hora es, me aventuré a preguntarle por el loco.
– aahh usted pregunta por Don David-  contesto el tendero mientras me extendía mi cambio- pues sí hace bastante q no se ha parado por aquí, desde la noche del escándalo, sí, es q usted no sabe señorita, ese hombre estaba loco,  dicen  las malas lenguas que enloqueció    por el abandono de su mujer. Pero eso dicen a mi no me crea.
-¿ El escándalo?  ¿A qué escándalo se refiere usted? – pregunte ya  intrigada por el asunto.
-         Pues  fue  la noche de la tormenta, doña marta la viuda de Alfonso,  le ofreció su cochera para q se resguardara de la tremenda granizada; parecía que se nos caía el cielo. Total que  don David,  no  quiso  entrar, y doña Marta  muy acomedida, le dio un impermeable y   bolsas para que tapara sus triques.  Quien sabe que habrá pensado este loco pervertido,  porque cuando  Martita le extendió la mano con los  plásticos, este mal agradecido la sujetó con los diente y  la    mordió, cual perro con rabia. La  pobre mujer, gritaba desesperada   y el ingrato que ya no la mordía pero  no le soltaba la mano, no paraba de  gritar "Estela" "Estela",   los vecinos pese al aguacero salimos en auxilio de la pobre viuda,   que sollozante sólo maldecía.  Mi mujer la acompaño a su casa  y le limpio la herida, mientras el resto  tranquilizábamos al loco,  pensamos en llamar a la policía pero con tremenda tormenta  la línea de teléfono estaba fuera de uso, así que  lo atamos al barandal de  la casa,  para en cuanto amaneciera dar parte a las autoridades, el viejo Jacobo, que andaba en querencias con la viuda se ofreció a cuidarlo  durante la noche.  Pero al despertar  y salir con un cafecito para  don Jacobo, la sorpresa fue ver q el loco ya  no estaba, fuimos a la casa de Jacobo a ver q había pasado,  pero yo creo q eso de la locura ha de ser  contagioso, porque nos contó una  historia  tan descabellada, sobre girasoles de color marrón y mujeres q se aparecen las noches de tormenta…  Hay  pobre de Jacobo, desde ese día no sale de casa, mi mujer  le lleva cada viernes sus cigarros, pan, agua y pues algo para que coma, pero dice que cada día está peor, ahora él es el que solo murmura juntito a la pared "olvidar".    Pues así es seño, las cosas q pasan en este  barrio y de don David  pues ni el polvo.
-   Y donde es que vive el señor Jacobo- pregunté, arriesgandome a ser imprudente.
-         En  el portón negro, el que está junto a la casa  azul.  Pero tenga cuidado seño, no sea q se le contagie la locura a usted también.  Yo por eso dejo a mi mujer a condición de que  se envuelva bien en el rebozo y no  tenga ningún tipo de contacto  físico con Jacobo, si no fuera porque uno es retebuena gente lo dejábamos  morir por loco.
Agradecí   los cigarrillos y sonreí  por la historia,  salí de la tienda con gran tentación de visitar al tal Jacobo, la historia podría ser interesante, quizás sólo era el morbo, de ver que tan cierto era aquel relato del tendero,   no tenía mucho que perder, aún era temprano y  lo peor q podría pasar es que el viejo se negara a hablar con una desconocida, en ese caso me iría a casa y fin del tema.
  Así que atravesé la calle, toque el timbre y espere, pero no ocurría nada,  entonces me recargue levemente sobre la puerta y me di cuenta de que estaba abierta, dude unos momentos antes de  entrar, pero la curiosidad pudo más que  los razonamientos y las buenas costumbres. 
-Buenas tardes- grite mientras me asomaba por las ventanas llenas de polvo, nadie contestó.
-buenas tardes- volví a gritar  mientras me acercaba a la puerta que conducía al  interior,  la abrí sin dificultad y comencé cautelosamente una inspección del sitio, no había nada extraño en ese lugar, una casa desordenada y empolvada, como cualquier casa de un viejo que vive solo,  me adentré en ella. De pronto, comencé a sentir una mirada que seguía uno a uno mis movimientos, y el pánico me invadió; recordé lo que en algún lugar había leído sobre las personas que pierden la razón y que al sentirse invadidas en su espacio  la dosis de adrenalina que sube a su cerebro es mayor y las vuelve peligrosas.  El ruido de  un encendedor  me hizo  ubicar el  sitio de donde provenía la mirada,  poco a poco gire sobre mis talones y me encontré con  ella, la mirada provenía de  un viejo canoso y desalineado, con apariencia socarrona, que fumaba sin  apartar sus ojos de mi.
-Buenas tardes- dije sin saber si extender la mano o explicar porque estaba allanando su hogar. 
El viejo gruño y sonrió de forma  extraña, no  pude saber si era amabilidad o burla.
  –No se asuste, que no soy peligroso- me dijo con una voz muy suave, mientras cruzaba la pierna y  extendía la mano ofreciendo que me sentara.
Me senté en el sillón frente al suyo y  sin poder decir nada, respire con un poco de alivio. Antes de que  pudiera hilar mis ideas, para explicarle los motivos de mi visita el comenzó  la charla.
-Sí, yo lo ayude, y dígame loco como todos en este barrio,  pero David no estaba loco,  y yo tampoco, me gusta hacerle al loco, porque es divertido, ver como Marta pasa y se persigna en la puerta de mi casa, o  ver a Eduviges como mujer abgana toda envuelta en el rebozo, cuando me trae comida.
- y  por qué no sale de aquí, es qué no se aburre?- Pregunté sin darme cuenta de lo absurdo de mi pregunta.
-Estoy cansado,  ahora sólo espero, espero que David encuentre a Estela y que la muerte me encuentre a mi, soy viejo y estoy cansado. Sólo me queda esperar. Alguna vez el mundo fue mío, hoy nada me pertenece, pero fui necio, necio como solo  un viejo puede serlo, hasta que esa noche David "el loco"  me hizo consciente de mi  necedad,  le digo él no está loco.  Los locos somos nosotros, los necios, los que nos aferramos a  este devenir, y vivimos tan muertos, tan cuerdos, como si nada pasara, como si el aferrarse a esta vida tuviera sentido.  Todos sufrimos perdidas, pero nos resignamos, les lloramos, nos amargamos, y asimilamos lo q venga después, la cosa no es tan mala.  Pero él   no, David no asimilo la perdida, ni se amargo, ni pensó que esto no era tan malo, él sufrió la pérdida de algo que nunca es nuestro. Yo no lo juzgo por eso, con amores tan grandes poco se puede- el viejo hizo una pausa, sin apartar su mirada,  me ofreció un cigarrillo y se acerco para encenderlo.
Todo esto resultaba tan extraño, ahí estaba yo fumando  en  la polvosa sala  de un desconocido con fama de loco  y escuchando  sobre los amoríos de un vagabundo.
-Él la encontró  un día de tormenta – prosiguió el viejo- estaba  empapada y temblando  de frío, como un animalito, justo afuera de la casa donde lo amarramos, la chica tenía un girasol en sus manos y sollozaba inconsolable; David  que por aquéllos años trabajaba en la oficina de correos,  pasaba todas las  madrugadas  por esta calle para llegar hasta la  oficina postal, se conmovió de ver a tan indefensa criatura temblando bajo la tormenta, la ayudo a ponerse en pie y se  percato que  la mujer tenía herida la palma de la mano izquierda, la sangre de la herida  había cubierto la flor de un color marrón, David quiso saber su nombre  o como poder  ayudarla, pero la mujer sin soltar  el girasol, se aferro a su cuello y murmuraba en su  oído "olvidar" "olvidar",  él  tocó el timbre de la casa  donde la mujer lloraba, pero esa casa  desde hace  muchos, muchos años esta deshabitada;  así que como todo un caballero, le ofreció su chaqueta y  decidió volver a su casa con ella.   Le preparo algo caliente y le ofreció su cama,  le dijo que podía quedarse, cubrió su herida con  gasas y salió a trabajar.   Al  volver a casa compro  un poco de pan,   y se preguntaba si la enigmática mujer aún estaría ahí.   Al abrir la puerta se encontró con la chica recargada en la pared murmurando ya casi sin aliento la misma palabra que le murmuro a  él: "olvidar",  mordía desesperadamente la palma de su mano;  David le retiro de la frente los cabellos que caían como cascada  de obsidiana sobre su cara,  ella  se puso en pie y  sin decir nada  lo sujetó y le invitó a bailar,  bailaron sin más  música que un tararear monótono  y  sumergidos en un  letargo mágico.
-Ella no hablaba?-  pregunte  desconcertada ante el relato.
-Las palabras no hacen falta- dijo el viejo con gesto apacible-  dos seres como ellos, no necesitaron  nunca hablar  para  poder  sentir o saber que el mundo  había parado para que ellos bailaran,  Estela, que fue el nombre que él  otorgó a la chica, enseñó a David  lo magnifico  del silencio y  lo absurdo de las palabras cuando se ama,  fue como si ambos  hubieran renunciado a su historia personal, para escribir una nueva. Él seguía  trabajando en la  oficina de correos, cada madrugada abandonaba  la casa  sin hacer ruido para no despertar a Estela,   regresaba cada noche  y la encontraba  en la misma pared, con la herida de la mano sangrando  por lo insistente de sus dientes, pero sus ojos se iluminaban al verlo entrar con la bolsa de pan y  los brazos extendidos para seguir bailando en esa irrealidad. Fueron felices,  David comenzó a olvidar  los  nombres de las cosas,  comenzó  a  entrar al mundo de Estela, donde   las únicas palabras validas se decían  con la mirada y  el suave balanceo de los cuerpos al bailar.
El viejo me miro, tenía la boca abierta y los ojos como platos, me parecía increíble lo que me decía, pero hermoso, así que se sonrío de manera socarrona y continuó hablando.
-Pero ha  de saber señorita que este mundo no es para  seres como ellos.  David   sumergido en el  letargo que le proporcionaban los brazos de Estela, dejo de cumplir con los requisitos mínimos para la subsistencia,  lo echaron  de la oficina de correos, dándole una indemnización   justa  por sus años de servicio.  Con esto sobrevivieron hasta el día  que  los arrancaron a uno del otro.
-¿quién los arranco?  ¿Porqué?-  pregunte ya sin poder ocultar el gran interés que me provocaba ese descabellado realato .
- el destino, un dios cruel, la sociedad que no entendió-decía el viejo , bajando por primera vez la mirada y sacudiendo la cabeza de forma negativa, era como si realmente sintiera la historia.-el hombre es cruel, es envidioso  y no soporta ver a dos criaturas entregadas a la felicidad de su naturaleza, los vecinos de David  dieron aviso a las autoridades, disfrazando sus malas intenciones de preocupación, una mañana  mientras David  y Estela desayunaban entre fluidos y gemidos,  la puerta de la casa se abrió con violencia y unos tipos  uniformados   partieron  por la mitad ese gran corazón del que ahora latían los dos, David corrió tras ellos gritando el nombre de su complemento, ella tomó su mano  con los dientes hasta hacerla sangrar.
-Pero porqué se la llevaron, no estaban haciendo nada malo- cuestioné arqueando las cejas  y  sin poder evitar   la necesidad de seguir escuchando.
-Pues no, ellos no hacían nada malo, ni le hacían mal a nadie- explicó el viejo don Jacobo- pero como le digo la  gente es mala, resulta que Estela era hija de un  tal señor Díaz,  y  tenían ya bastante tiempo buscándola,  porque la chamaca se escapó de un hospital psiquiátrico,  por eso fue que vino a parar a la casa del barandal la noche que David la encontró.
-Y después que paso?- presione al viejo sin  ocultar la intriga.
-Pues ocurrió que David  sin poder desprenderse de Estela  y habiendo  olvidado cómo era vivir en el  mundo de los "cuerdos" se dedico por un tiempo a cultivar en el pequeño jardín de su casa  girasoles, para sentir la presencia de su amada, todas las noches los roseaba con sangre q hacia brotar de las palmas de sus manos.  Por las mañanas salía a buscarla,   mostraba a los extraños esa herida que aún sangraba en su mano izquierda, con la esperanza de que  pudieran verla y la identificaran con la de  Estela, pero nada, Ella no aparecía,  David ya sin dinero y sin poder hablar, dejo su casa y su jardín de girasoles  marrón, para venir a  la banqueta donde la encontró, con la esperanza de  verla regresar.
-Y porqué ataco a Marta, porqué le contó a usted su historia? Porqué me la cuenta usted a mí?- no entendía muchas cosas,  para empezar no entendía q rayos  hacia yo ahí,  que  morbo extraño me llevo a ese  interrogatorio, que  necesidad llevo al viejo a contar la  historia a una completa desconocida.
- David no ataco a  Marta, solo la confundió con su Estela, el día  de la tormenta, él  pensó ver en las manos de Marta las de Estela,  y pretendió verlas sangrar como lo hacían las de ella;  cuando   nosotros le atacamos y lo atamos para evitar   le hiciera daño a alguien,  en un momento de "cordura" David comenzó a repasar esta historia que  yo acabo de contarle,  me mostró   las  heridas en sus manos  y los  restos del primer girasol marrón, el que traía consigo Estela la noche que la encontró.  Yo no pude menos que avergonzarme ante mi  lucidez,  envidié por un momento a aquel desdichado loco, porque pese a todo conocía  mejor que cualquiera de nosotros lo que es la angustia de amar, extrañar  y esperar,  pero lo mejor de todo era pensar que ese loco fue feliz, plenamente  por un breve tiempo, pero plenamente, eso es algo que  yo nunca pude experimentar.
Don Jacobo guardo silencio y murmuraba olvidar, olvidar, - ¿Porqué me cuenta todo esto a mi?- retiteré la pregunta para sacarlo del letargo en el que parecía haberse sumido.
-¿Qué porque se lo cuento a usted?   Es sencillo,  usted no me conoce  y yo no la conozco, sabía que preguntaría por el loco,   porque eso  hacen todos los que  me visitan, pero no, usted no pregunto nada.  Quizás por eso  mereció que le contara la historia.   Pero ahora le  pido señorita que se marche, que   como le dije al incendiar las primeras palabras,  tengo q seguir en mi espera,  espero que David encuentre a Estela,  espero que la muerte me encuentre a mi y  ahora mismo espero  a que usted se valla.-  El viejo se  levanto  de su sillón,  se  tiro en el suelo  y recargándose a la pared comenzó a   murmurar "olvidar"…
Salí de la casa de don Jacobo, con  un  halo de incredulidad, pensaba en volver al día siguiente, para  interrogar nuevamente al viejo, pero los días posteriores la puerta no se abrió.   La  intriga me hizo volver a la tienda,   pedí cigarros, y nuevamente como quien no quiere, pregunté que había sido de Don Jacobo.   El tendero me   comunicó,   que  Eduvijes, lo había encontrado, días atrás muerto, junto a la misma pared, con las palmas de las manos reventadas y la sonrisa placida de quien nada teme.  Agradecí  por  la atención y la respuesta,  mire el barandal   e imagine a David y  a Estela, después  observe  el portón negro  y  pude ver  la imagen del viejo Jacobo   recibiendo la dulce muerte… cerré los ojos y  sólo pude pensar… olvidar.





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Desesperanzas III

22:47

Hace frío sin ti, pero se vive
Roque Dalton
Pienso sin saber que siento, me miento si digo que no duele -de los engaños el menor-, no sé si lo entiendas, no quiero que me creas, no espero que me esperes. Hace tiempo que mi imagen se fue transfigurando en tu mirada, tanto, que ya no es mi rostro el que ves, ni mi piel la que deseas. Poco a poco me volviste un ser mítico de piedra, una hermosa construcción en tu cabeza, me dotaste de la belleza más excelsa, diste a mis ojos la luz de todas las estrellas, le cediste al olvido mis defectos y pusiste en mis labios tus palabras. Por un momento parecía sencillo ser arcilla, dejarme moldear, reinventar, crear ¿Por qué no? Si yo no había sabido hacerlo, tal vez tú tendrías la fórmula perfecta y de inicio parecía que sabias todas las respuestas.
No soy musa, no eres demiurgo, no somos…
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Los finales no felices

21:52

"Hubiera querido penetrar en tu pasado
murmurando frases que hacen llorar a los muertos
y encantar a las fieras encerradas en tu corazón"
Alejandro Jodorowsky
Si alguien me hubiera preguntado, yo hubiera contestado con palabras prohibidas "siempre" ó "nunca" pese a que desde la última vez me prohibí estrictamente pronunciarlas, sabiendo que su concepto se ata como soga al cuello y cuando intentas alejarte te deja colgado en mitad del vacío, sin aliento sin vida, sin nada. Es bueno que ya nadie pregunte, así es más sencillo sólo volver a pasar y que los que ya de siempre vaticinaban este desenlace, puedan regocijarse en su triste acierto: No pudimos.
Me habría gustado mirarte de nuevo, murmurarte las palabras exactas al oído y quedarme ahí, por mucho tiempo.
Me perdí, hace muchas líneas atrás, miles de líneas atrás me perdí y lo más triste es que esta vez ya no quiero buscárteme.
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Los finales felices…

20:27

   Nunca me han gustado los finales felices, me parecen irreales, una burla para los lectores, atentar con cualquier ápice de inteligencia humana, a lo mejor soy muy dura. Recuerdo cuando era joven, bueno, más joven, digamos infante, mi tía Lidia era adicta a las novelitas de puesto de periódicos Jazmín, novelas con corazón, o las novelas que venían en Vanidades, todas escritas por Corín Tellado, yo de repente me leí un par de ellas, a escondidas claro está, porque tenían un "alto contenido erótico" no apto para una niña, la verdad es que era atractivo leerlas solo porque me eran prohibidas, pero en realidad resultaba de lo más aburrido, pues después de leer la primera ya tenía el esquema, la fórmula mágica, para saber cómo terminarían todas.
    Hace algún tiempo tuve un altercado con un polígono amoroso y digo polígono, porque a veces sólo era un triángulo pero de repente ya no sabía cuántos lados tenía la cosa esa, pero no es eso lo que me ocupa por ahora, sino la emblemática personalidad de una de las participantes en la trama de esa historia, era una mujer si no digamos guapa por lo menos con dos ojos, dos piernas, veinte dedos, una boca, de más o menos mi edad, en fin, digamos una chica normal promedio, dentro de esa normalidad algo muy enfermo  desde mi perspectiva se escondía, tuve oportunidad de hablar un par de veces con ella, y las dos ocasiones me sentí en medio de una telenovela de Televisa, sus diálogos eran del tipo: Ese hombre es mío y nadie me lo puede quitar, Me voy a vengar y pagaran con sangre malnacidos, Yo estoy dispuesta a luchar por lo que es mío, cuésteme lo que me cueste, parecía que
como en nuestro tiempo las guarderías no estaban tan en boga, había sido educada  por él canal de las estrellas. Al principio me parecía ridículo y hasta me divertía, pero después me di cuenta, que es toda una estructura de pensamiento mucho más compleja, arraigada en muchas mujeres, de mi edad al menos.
     La expectativa en cuanto a la consumación de la felicidad, la idea de los buenos y los malos, los amores eternos, es algo enraizado en el imaginario colectivo, y aquí trato de separar un poco las ideas, todos queremos ser felices, porque bueno es parte de la naturaleza buscar los estados de bienestar, el problema es que tenemos un concepto transfigurado de felicidad, es decir (hablo de generalidades) vivimos con una esperanza ciega y torpe, de que en algún momento alguien nos va a salvar y tendremos un final feliz.
    Los finales felices, no sólo no me gustan, no existen. Leemos novelas rosas y miramos telenovelas para compensar la frustración de una búsqueda absurda, el problema es el círculo vicioso que en ello se juega.
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Un dos tres por mi…

13:22

"Sin embargo, los adultos viven con la idea
grabada en el corazón de que
las cosas son hermosas porque acaban"
Banana Yoshimoto
Amrita
Nuevamente descalza y por el filo de la navaja, caminas distraída, solo por momentos sientes la adrenalina transitando por el cuerpo y en ese instante sonríes, de un lado el abismo: la caída sin fondo, el grito que ya nadie escucha, las fauces del lobo esperando para devorarte; del otro, la muy segura salvación, pero tú no quieres salvarte, eso lo tienes claro. Has aprendió a jugar a las escondidas con la muerte, sabes muy bien donde se encuentra, pero la dejas correr hasta la base para decir con gozo un dos tres por mi y por todos mis amigos, entonces es su turno de buscarte, no te mueves, no respiras y cuando parece que ha levantado hasta la última piedra sin encontrarte, huyes hasta poder gritar, un dos tres por mí, por mi y por mí. Has tenido suerte esta vez, la bala no salió disparada y le has ganado a la ruleta, pero mantente alerta que no siempre tendrás la habilidad de los gatos, para seguir cayendo de pie.
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Secretos

22:59

Algo en la cabeza me da vueltas desde hace algún tiempo, una culpa irracional por los secretos que conmigo tengo, más de alguna vez he estado a punto de abrir la caja de pandora y dejarlos escapar todos, ser libre, no sentir ese peso sobre mis espaldas ni presentir que esas miradas inquisitorias los notaran intentando salir por mis labios en cualquier momento, y entonces dedos índices gigantes me señalaran enérgicos y voces del pasado y del presente me reclamarán por haber guardado silencio tanto tiempo…


Si yo lo sé, mis palabras suenan a argumento de telenovela chafa…
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Las manos de mi abuelo

21:28

Los veranos de mi infancia, los pasé  en una hamaca, entre el cacaraquear de las  gallinas  y los mujidos de las vacas,  comiendo  naranjas agrías  y escuchando la interminable historia  de Juan el huevón. La sesión comenzaba  cuando llegaba la hora  de desgranar las mazorcas que más tarde serían ezquites, tortillas,  atole, comida para los  pollos  y con un poco de suerte  quizás  Pozole. A  todos los  invitados por no decir obligados a estar en tal sesión, se les daba   una piedra de olote ( que en realidad  no es  una piedra, pero la  llamaremos así respetando las costumbres de la Quesera,  lugar encantado del sur de Guanajuato, donde habitaban mis abuelos). 
El procedimiento era el mismo, primero, el silencio que exigía concentración para que ningún dedo saliera herido,  después de  no más  cinco minutos,  lo habíamos conseguido , ya   podíamos hablar, habíamos alcanzado un punto de  concentración tal  que   la conversación podía fluir  sin  riesgo de triturar  la piel  entre  la  piedra  y los  granos.  La abuela silbaba una vieja  y desgarrante canción, don Arcadio  buscaba la  letra  y el tono para acompañarle, mientras  yo les observaba, intentando   descifrar aquel  código secreto, esa comunión que se  daba entre esos seres que  ya nunca se  tocaban.
El primer intermedio de ese extraño  ritual del maíz  venia cuando yo comenzaba a quejarme de las ampollas y el cansancio, cesaban los cantos, paraba un minuto  el trabajo, la abuela besaba mis manos  y auguraba  q ese no sería mi camino:" tú no estás hecha para el trabajo del rancho"  Entonces don Arcadio gruñía, murmuraba un par de maldiciones en contra de los nuevos métodos de crianza, que hacían a las mujeres tan frágiles y quejumbrosas, la abuela me decía que no le hiciera mucho caso y él para contrariarla comenzaba a contar historias.
El polvo en la memoria no me  permite recordar  con exactitud todas,  pero recuerdo la más recurrente: La historia de Juan el huevón. Juan vivía en la vieja hacienda de Tupataro, era hijo de doña Tacha la criada principal de la hacienda, Juan nunca fue un tipo muy despierto, de su vida no hacía gran cosa,  así que su madre cansada de verlo dormitar entre los mezquitales, lo mando a buscar mejor suerte. Le dio los zapatos buenos, el sombrero que había sido de su padre y un morral con dos huevos, unos  dados y una brújula. Juan dejo la hacienda, sin saber bien a donde se dirigía, recorrió  las veredas  y caminos, soñando bajo las estrellas, adoptó al palomo  para compañero de  viaje y q un buen día llego a la hacienda de Los Naranjos, donde se enamoro perdidamente de la hija del hacendado, entonces dejo de ser Juan el huevón y vivió muchas aventuras en pos de su amor...
El problema  era q siempre q llegaba a esta parte de la historia, don Arcadio estaba  eufórico  lanzando olotes por todos lados para acabar con los murciélagos del cerro, brincaba sobre su silla  q en realidad era una balsa en la que  atravesaba el río,  le  decía palomo al gallo  y todo eso terminaba en un gran desastre y un ceño fruncido, sí  el  de la abuela, quien ordenaba  no quedara ni un solo grano  fuera de la tina, entonces don Arcadio  volvía a la realidad, asumía su castigo y dejaba la  historia  para  otro día.
Y así pasaron los veranos  insistiendo en conocer  el final de aquella   historia. El tiempo que no perdona paso, poco a poco y sin notarlo, fui creciendo  y perdiendo el interés en aquel viejito loco, que  comenzaba a perder la vista, que ya no podía brincar sobre su silla y que cada vez pasaba más tiempo en cama.
La ultima vez q lo vi,  fue en ese mismo patio de la  infancia, ya sin gallinas pero siempre  con naranjas agrias, estaba sentado de frente al sol, con su sombrero puesto y su sonrisa  camuflajeada de  mal gesto, hacia  ya bastante tiempo que los rituales de  maíz  no eran más q un recuerdo. Me senté a su lado y le pregunté por su estado, su rostro se me mostro de pronto  extraño, sus labios no se movían  pero sus  manos buscaban algo, sacó de  su bolsillo izquierdo un objeto  y lo colocó en  mi mano. fue la  primera vez q vi tan cerca las  manos de  mi abuelo, eran tan grandes,  tan duras q no aceptaban caricias pero ese día me dejo tocarlas,  me dejo por un instante perderme en sus  líneas, explorar en sus uñas, las  arrugas  pintaban sendas  que hablaban en silencio del  camino andado por   mi abuelo.
Puso  una  brújula en mis manos  y me dijo al oído:" esta misma  que tú tienes ahora en tus manos, fue la que llevo a Juan hasta los naranjos, donde se casó con Esperanza, consérvala para que nunca te  pierdas, no le digas a tu abuela, porque ya ves como se enoja."
Se despidió de  mí, me prometió morir de pie, como los árboles   y meses más tarde  cumplió su  promesa.  Nunca supe cómo es que Juan  termino casándose con Esperanza, que paso con los naranjos, con el palomo, nunca supe que tanto de lo que contaba don Arcadio era cierto y que tanto lo inventaba, pero siempre que me siento perdida busco mi vieja brújula, para buscar mi norte y recordar por un momento la manos de don Arcadio, mi abuelo.
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Las edades de Lulú

13:47

A últimas fechas he adaptado la mala costumbre de comprar libros que se han adaptado al cine, primero leo la novela y luego veo la película, digo que es mala costumbre, porque de antemano sé que la segunda siempre se quedara corta ante la primera, es decir, nunca será lo mismo dos horas a doscientas páginas, de cualquier manera, algo morboso en mí me lleva a seguir haciéndolo, he de aceptar que he visto un par de adaptaciones que me dejan un buen sabor de boca, pero creo casi ninguna un punto de satisfacción total, platicándolo con alguien me decía "es que la película que te montas en la imaginación tú, es inrodable…"
Alguna vez, le regalé un cuento a un buen amigo para que hiciera un cortometraje, el resultado me golpeo como guante blanco lleno de ladrillos, pero tampoco fue lo que yo tenía en mente,  me dí cuenta que efectivamente esa historia ya no era mía, ya no era yo quien la contaba, ahora era de mi amigo, era su versión de las cosa. Supongo q algo similar ocurre cuando se pasan la estafeta para contar las cosas los grandes cineastas y los grandes escritores.
   Tenía ya tiempo queriendo leer Las edades de Lulú, pero siempre había priorizado comprar otros libros y lo había dejado para después, hasta q la semana pasada lo encontré en rebaja y dije hoy es cuando, así que me transporte a el Madrid de los 80's, me instalé con Pablo y Lulú y fui siguiendo la historia con mucho cuidado, tratando de buscar debajo de esa sobrecarga sexosa del libro. Me pareció una buena novela para ser una novela amateur, me gusta la naturaleza frágil de sus personajes, además me gusto mucho que no es una novela lineal hay un juego con los tiempos que no llega a ser confuso pero le da un ritmo ágil a la novela, tampoco puedo decir que como la autora pretendía sea una Boris Vyan femenina, no, para nada, para eso le faltarían kilos y kilos de acidez, tampoco puedo decir q es la onda en el erotismo, porque la verdad llega un momento en que se vuelve saturante tantos follones, coños, poyas y culos, pero cuando cerré el libro y me di un momento para asimilarlo en su conjunto, concluí que se trata de una historia de amor, de un amor distinto "nosotros no somos corrientes Lulú", dice Pablo tratando de regresar todo a su sitio, aunque para los otros sea los mas fuera de sitio. Me gustó, no para un diez, pero si para considerar una buena inversión de mi tarde de domingo.
Cerré el libro y busqué en internet la película, sabía que la dirigía Bigas Luna, un pervertido bastante peculiar para mi gusto, así que eso incrementaba un poco mi expectativa, desafortunadamente después de media hora de película ya me era difícil seguir viéndola, creo que el libro es más fuerte, al menos a mi me golpearon más las descripciones que las imágenes, pero consideró q se mutiló completamente la historia, para dejarla en un coge coge, sin sentido en el que los personajes pasan de ser frágiles, a ser lunáticos, sobre todo Lulú, creo q Bigas le concede demasiadas cosas a Pablo, para pintarlo como un hombre incondicional y bajo esos matices resulta hasta inexplicable  que de repente acceda a un trío incestuoso con Marcelo, el hermano de Lulú. Bigas Luna hace pedazos el final de la historia, con unas imágenes sados muy mal logradas y una música de rumba de fondo que rompen completamente con todo. Tache, no me gustó nadita. Me parece que la película no le hace ni por tantito justicia al libro, abarata por completo la historia, la nulifica. Me sentía estafada, hasta que alguien me recordo que no había pagado ni un peso por la película (jeje).
Entiendo que sea complicado encontrar un punto donde converjan lo que se escribe y lo que se proyecta, entiendo que haya un sinfín de interpretaciones de la misma obra, porque todos los q nos involucramos con ella le damos una vida distinta, le cargamos de nuestra propia historia para después asimilarla, quizás por eso mismo la idea sea ver el libro y la película como entes independientes. En ese caso diría: que mala película, le he visto cosas más trascendentes a Bigas Luna.
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Debrayes sobre blog´s, vejez y educación

16:23


Desde que regresé a la blogosfera, me he entretenido curioseando entre los que me visitan y los que visitan a los que me visitan, supongo q así es como funciona esto. Hay quienes escriben con una disciplina y un rigor envidiable, hay quienes lo hacen por necesidad, otros por afición, algunos más por la simple razón de tener algo que decir y ser este el medio preciso para hacerlo, cómo sea creo que este universo de los blogs se torna interesante, son como ventanas a las ideas de desconocidos, es como ser un bouyerista, de las ideas y emociones de los otros. Sin ser la intención especifica, me he dado cuenta de un par de cosas que me parecen llamativas en medio de todo esto.

    La primera, es sobre una discusión que hace unos días sostenía con un maestro de secundaria, el profesor se quejaba amargamente porque desde su perspectiva, resultaba imposible hacer leer a los estudiantes y no se diga escribir, "parece que las nuevas generaciones tienen una pelea a muerte con el lenguaje" decía este señor, jefe de enseñanza de Español por cierto, yo le cuestionaba si realmente serían las nuevas generaciones o si se trataba de una constante que se viene sosteniendo, ahí entramos en un tema escabroso, porque cuando le pregunté qué fue lo último que leyó, por el mero placer de leer, no pudo recordarlo y cambio abruptamente de tema, que si enlace, que si los parámetros y las estadísticas. Pero bien, el asunto es que yo creo que no es que la banda no lea o no escriba, creo que el asunto es que se ha transformado el concepto -los chicos ahora tienen una comunicación principalmente escrita-  las formas se han quedado obsoletas, el abismo generacional entre profesores y estudiantes hace que el método no se adapte a las formas en que los estudiantes aprenden. Yo me he topado por aquí con un par de blogs de chicos de 16 o 17 años, sobre cosas y preocupaciones propias de la edad, pero con bastante calidad. El punto es pues, el interés con que hacemos las cosas, si aprovechamos este medio que ahor es el pan nuesto de cada día en el que ahora los adolescente se desenvuelven para leer, escribir y vivir, podríamos reorientar los procesos de aprendizaje. Recuerdo que a mí me obligaron a leer un par de cosas desde la primaria, cosas sosas, pero no me interesó realmente nada hasta que por un morbo infantil leí las narraciones extraordinarias de Poe, creo q no dormí muchas noches, pero encontraba el pecado y la redención en la lectura. Con la escritura por lo consiguiente, solté la mano diría mi madre, cuando me enamoré perdidamente de Fermín, un adolescente 10 años más grande que yo, como no podía decírselo a nadie, comencé a escribir un diario.
   
     La otra cosa que me salta a la vista, es la soledad de mi generación, reitero que todos escribimos por diversas razones y es más ni siquiera me refiero a una soledad simbólica, sino a una soledad como tal, fáctica, el aislamiento pues, la falta del otro. Platicaba hace poco con un amigo de los años de universidad y desenfreno, sobre la idea de que sería una buena inversión comprar un gran terreno y construir una casa de asistencia para ancianos, como un proyecto a unos 30 años, que tenga una gran biblioteca, una videoteca también bastante nutrida, una vista al mar y un jardín de plantas mágicas y medicinales, una agradable estancia con una cantina modesta, para los que nos haya quedado un poco de hígado, en fin un lugar donde pasar los últimos días y tener también una buena suma, para quien se encargue de cuidarnos, porque así como pintan las cosas, de llegar a esos días, seremos muchos los ancianos solos, sin pareja, sin hijos y obviamente sin nietos. La otra alternativa era una granja de gatos, cada vez son más las personas que necesitaran satisfacer sus carencias afectivas cuidando a estos felinos domésticos.

Creo q ya se me están haciendo vicio los post´s de dos cosas debrayosas que ni al caso.

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