lunes, 8 de octubre de 2012

Sobre como él decidió morir antes de tiempo



 "Lo único que me duele de morir, es que no sea de amor".
Gabriel García Márquez.
Por fin después de muchas noches de espera volviste, no era de noche y no pensabas quedarte pero volviste, pude ver  pese a tu disimulo que habías vuelto a colocar el peso del pasado sobre tu cuerpo, tu andar lento y desganado lo hacía evidente.  No dije nada, a veces prefiero pensar que si no nombro las cosas estas no existen, me limité a  desocupar tu espacio en la cama,  pude oler entonces muy de cerca tus recuerdos, habías pasado un par de noches enteras entre ellos.  Algo dijiste. No quise escucharte.  Intenté tocarte, pero lo único que conseguí fue provocar remolinos con el polvo que sacudiste a tu memoria. Entonces me percaté, habías vuelto y estabas herido, esta vez  no de tedio, ni de tiempo sino de muerte, la herida te atravesaba media vida, era honda y estaba infectada. No tenía caso alguno limpiarla, intentar sanarla, no había remedio.  En algún momento y sin tener muy claro por qué decidiste morirte y enterraste en tus entrañas un amor oxidado.  Te mueres amor mío, te mueres y yo no me muero contigo. 

Sobre como él decidió morir antes de tiempo

22:32


 "Lo único que me duele de morir, es que no sea de amor".
Gabriel García Márquez.
Por fin después de muchas noches de espera volviste, no era de noche y no pensabas quedarte pero volviste, pude ver  pese a tu disimulo que habías vuelto a colocar el peso del pasado sobre tu cuerpo, tu andar lento y desganado lo hacía evidente.  No dije nada, a veces prefiero pensar que si no nombro las cosas estas no existen, me limité a  desocupar tu espacio en la cama,  pude oler entonces muy de cerca tus recuerdos, habías pasado un par de noches enteras entre ellos.  Algo dijiste. No quise escucharte.  Intenté tocarte, pero lo único que conseguí fue provocar remolinos con el polvo que sacudiste a tu memoria. Entonces me percaté, habías vuelto y estabas herido, esta vez  no de tedio, ni de tiempo sino de muerte, la herida te atravesaba media vida, era honda y estaba infectada. No tenía caso alguno limpiarla, intentar sanarla, no había remedio.  En algún momento y sin tener muy claro por qué decidiste morirte y enterraste en tus entrañas un amor oxidado.  Te mueres amor mío, te mueres y yo no me muero contigo. 
Read On 0 comentarios