jueves, 25 de febrero de 2010

Ideas que viajan


Las ideas llegan a mi cabeza, onduladas, dispersas, confusas, pareciera que vienen viajando ya desde hace mucho tiempo, dibujando espirales en el aire que las toca y haciendo mella en quien azarosamente las piensa. Anoche justo antes de lograr conciliar el sueño, como todos los días pensaba en ti, imaginaba tu respiración acompasada mientras yacías tendido sobre tu cama, por lo que sé últimamente tus noches no son muy placidas, pero preferí pensarte así: tranquilo, con un esbozo de sonrisa en tus labios, imaginándome a mí que te imagino y encuentro la calma en esa visión de ti justo antes del sueño. Me aferro a esa idea, le pongo nombre, la cuido celosamente y no permito nadie asome a mis pensamientos evitando pueda pervertirla. Al principio las noches eran la parte más complicada, me dolía el lado izquierdo de la cama, ahora me duelen las calles, los ojos, las manos, los días, las vidas, el sol; pero las noches no… y no es porque mi cama haya aprendido a dormir sin ti, no es porque ya no sienta el dolor agudo de mis rodillas al buscar tus costillas para acomodarse, no, no es eso. Es que ahora puedo atrapar un par de tus ideas que vienen viajando desde las fronteras de nuestro sur, hasta el norte de mi cama, se enredan en mis cabellos, juegan con mis estrellas y en esos momentos te siento cerca…

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Ideas que viajan

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Las ideas llegan a mi cabeza, onduladas, dispersas, confusas, pareciera que vienen viajando ya desde hace mucho tiempo, dibujando espirales en el aire que las toca y haciendo mella en quien azarosamente las piensa. Anoche justo antes de lograr conciliar el sueño, como todos los días pensaba en ti, imaginaba tu respiración acompasada mientras yacías tendido sobre tu cama, por lo que sé últimamente tus noches no son muy placidas, pero preferí pensarte así: tranquilo, con un esbozo de sonrisa en tus labios, imaginándome a mí que te imagino y encuentro la calma en esa visión de ti justo antes del sueño. Me aferro a esa idea, le pongo nombre, la cuido celosamente y no permito nadie asome a mis pensamientos evitando pueda pervertirla. Al principio las noches eran la parte más complicada, me dolía el lado izquierdo de la cama, ahora me duelen las calles, los ojos, las manos, los días, las vidas, el sol; pero las noches no… y no es porque mi cama haya aprendido a dormir sin ti, no es porque ya no sienta el dolor agudo de mis rodillas al buscar tus costillas para acomodarse, no, no es eso. Es que ahora puedo atrapar un par de tus ideas que vienen viajando desde las fronteras de nuestro sur, hasta el norte de mi cama, se enredan en mis cabellos, juegan con mis estrellas y en esos momentos te siento cerca…
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