viernes, 22 de julio de 2011

Redes divagantemente sociales

El cursor me reta, se burla, parpadea y me incita a perseguirlo unas cuantas líneas al menos, me resisto, a veces trato, pero nada, el tintero está seco, las ideas se difuminan tal cómo van llegando y el ánimo está revuelto y ligeramente confundido.

Hace unos días seguía en twitter una discusión sobre el impacto de las redes sociales en la creatividad literaria, las reflexiones iban desde la brevedad hasta el plagio y la enorme cantidad de basura seudo literaria que se mueve en estos contextos. No llegué a las conclusiones, porque aunque de repente me cause adicción esto de la ciber vida, todavía tengo una real, lejos del ipod y la computadora, pero me quedé pensando largo rato sobre este asunto.

Recuerdo que yo comencé con los blogs, hace aproximadamente siete u ocho años, cuando estaban en boga los espacios de msn, mi blog se llamaba “la catedral de los silencios escogidos” y estaba repleto de muchos intentos de cuentos, poemas y un sinfín de debrayes sin sentido. Aquello pervirtió de una forma muy curiosa, al poco tiempo se crearon pequeñas comunidades de blogeros afines, que se leían y comentaban asiduamente, después iniciaron las reuniones y se perdió el anonimato, aunado a esto los romances y desencantos. Al final creo que algunos conservamos dos o tres personas conocidas de ese tiempo, con quien más allá de los mundos imaginarios que se fabricaban, resultaron valiosas relaciones, pero nada más. Los espacios de msn desaparecieron o perdieron popularidad, algunos emigraron a Blogspot, otros simplemente regresamos al anonimato.

Después de eso, pues ya sabemos el boom de facebook, dónde si bien hay espacios creativos, la mayor parte del tiempo es chisme, chisme, chisme y más chisme. Sí, sí tengo un facebook, justo en él leía un comentario, que decía algo así cómo “que retro, tienes un blog, eso es como muy del 2000” la verdad es que por un momento me quede pensando, que ya soy retro en el ciberespacio, después argumenté a mi favor que también tenía un twetter, que es como la onda en estos días, y entonces llego la estocada final, pero el veinte perfecto para explicar todo el asunto creativo o no creativo del ciber espacio, esta persona que me dijo casi casi, obsoleta y pasada de moda, me preguntó “¿Cada qué twitteas? ¿Cada que actualizas tu blog?” Mi respuesta es que la verdad no hago tan a menudo ni una cosa ni la otra. Y entonces ahí la reflexión interesante, antes tenía una idea y trataba de desarrollarla para postearla, ahora la concreto y la pongo en un twett, haciéndola perder quizás el potencial que originalmente pudiera tener. Por otro lado, hay cosas que deben ser así, microficciones, sin más choro ni ornamentos.

Al final creo que la creatividad no depende precisamente de la extensión, digamos que twittear es como tener la cabeza llena de pájaros, y dejarlos ir de uno a la vez, algunos regresan más grandes, más hermosos, entonces se pueden volver un muy buen post, otros simplemente se van, desaparecen y no vuelven más.

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Redes divagantemente sociales

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El cursor me reta, se burla, parpadea y me incita a perseguirlo unas cuantas líneas al menos, me resisto, a veces trato, pero nada, el tintero está seco, las ideas se difuminan tal cómo van llegando y el ánimo está revuelto y ligeramente confundido.

Hace unos días seguía en twitter una discusión sobre el impacto de las redes sociales en la creatividad literaria, las reflexiones iban desde la brevedad hasta el plagio y la enorme cantidad de basura seudo literaria que se mueve en estos contextos. No llegué a las conclusiones, porque aunque de repente me cause adicción esto de la ciber vida, todavía tengo una real, lejos del ipod y la computadora, pero me quedé pensando largo rato sobre este asunto.

Recuerdo que yo comencé con los blogs, hace aproximadamente siete u ocho años, cuando estaban en boga los espacios de msn, mi blog se llamaba “la catedral de los silencios escogidos” y estaba repleto de muchos intentos de cuentos, poemas y un sinfín de debrayes sin sentido. Aquello pervirtió de una forma muy curiosa, al poco tiempo se crearon pequeñas comunidades de blogeros afines, que se leían y comentaban asiduamente, después iniciaron las reuniones y se perdió el anonimato, aunado a esto los romances y desencantos. Al final creo que algunos conservamos dos o tres personas conocidas de ese tiempo, con quien más allá de los mundos imaginarios que se fabricaban, resultaron valiosas relaciones, pero nada más. Los espacios de msn desaparecieron o perdieron popularidad, algunos emigraron a Blogspot, otros simplemente regresamos al anonimato.

Después de eso, pues ya sabemos el boom de facebook, dónde si bien hay espacios creativos, la mayor parte del tiempo es chisme, chisme, chisme y más chisme. Sí, sí tengo un facebook, justo en él leía un comentario, que decía algo así cómo “que retro, tienes un blog, eso es como muy del 2000” la verdad es que por un momento me quede pensando, que ya soy retro en el ciberespacio, después argumenté a mi favor que también tenía un twetter, que es como la onda en estos días, y entonces llego la estocada final, pero el veinte perfecto para explicar todo el asunto creativo o no creativo del ciber espacio, esta persona que me dijo casi casi, obsoleta y pasada de moda, me preguntó “¿Cada qué twitteas? ¿Cada que actualizas tu blog?” Mi respuesta es que la verdad no hago tan a menudo ni una cosa ni la otra. Y entonces ahí la reflexión interesante, antes tenía una idea y trataba de desarrollarla para postearla, ahora la concreto y la pongo en un twett, haciéndola perder quizás el potencial que originalmente pudiera tener. Por otro lado, hay cosas que deben ser así, microficciones, sin más choro ni ornamentos.

Al final creo que la creatividad no depende precisamente de la extensión, digamos que twittear es como tener la cabeza llena de pájaros, y dejarlos ir de uno a la vez, algunos regresan más grandes, más hermosos, entonces se pueden volver un muy buen post, otros simplemente se van, desaparecen y no vuelven más.
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