martes, 13 de octubre de 2015

Una semana de silencio

Una semana sin facebook, ese fue el reto. Callar las voces artificiales de ese mundo imaginario donde parece que todo mundo está en condición de intimar con las historias que todos ahí nos contamos. Fue un impulso más que una decisión. Era lunes y desperté cansada, con ese hartazgo existencial que no me permite ir más allá de la cocina. Estás aburrida, no deprimida- me dijo Óscar seguido de un guiño que no pude descifrar. No lo negué ni lo acepté, pero me quedé pensando en ello toda la mañana.  Mucho de cierto había en esa afirmación, estoy cansada y aburrida del mundo y eso me deprime enormemente. Fumé en ayunas, tenía mucho que no recurría a esa mal hábito para estimular mi sistema nervioso, la necesidad de sentir algo supongo. Después vino la necesidad de callar todas las voces, de no escuchar más que la mía; hablar con Gabriela y para Gabriela.  Tengo 32 años en este mundo sin saber como funciona, sobreviviendo a él y a mi. No sé si me gusta mi vida, no sé si he sabido vivirla, sé que respiro, camino, hablo, pienso, siento y sentir es el problema, siento más de la cuenta.  En fin, decidí dejar de reñir con el silencio, elegí edificar una muralla temporal para hacer mía la soledad. Una semana lejos de facebook. Día dos, aquí estoy gritando que me duele el corazón y que sigo sin encontrar razones.

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Una semana de silencio

Una semana sin facebook, ese fue el reto. Callar las voces artificiales de ese mundo imaginario donde parece que todo mundo está en condición de intimar con las historias que todos ahí nos contamos. Fue un impulso más que una decisión. Era lunes y desperté cansada, con ese hartazgo existencial que no me permite ir más allá de la cocina. Estás aburrida, no deprimida- me dijo Óscar seguido de un guiño que no pude descifrar. No lo negué ni lo acepté, pero me quedé pensando en ello toda la mañana.  Mucho de cierto había en esa afirmación, estoy cansada y aburrida del mundo y eso me deprime enormemente. Fumé en ayunas, tenía mucho que no recurría a esa mal hábito para estimular mi sistema nervioso, la necesidad de sentir algo supongo. Después vino la necesidad de callar todas las voces, de no escuchar más que la mía; hablar con Gabriela y para Gabriela.  Tengo 32 años en este mundo sin saber como funciona, sobreviviendo a él y a mi. No sé si me gusta mi vida, no sé si he sabido vivirla, sé que respiro, camino, hablo, pienso, siento y sentir es el problema, siento más de la cuenta.  En fin, decidí dejar de reñir con el silencio, elegí edificar una muralla temporal para hacer mía la soledad. Una semana lejos de facebook. Día dos, aquí estoy gritando que me duele el corazón y que sigo sin encontrar razones.
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