jueves, 23 de diciembre de 2010

Encuentros con el pasado

Me decía Carlos que esa idea de los encuentros con el pasado, sonaba más bien a título para exposición del museo de antropología e historia, a mi me parece más bien como una charla con los muertos, aunque claro, esta idea puede llegar a incomodar a más de alguno de los involucrados. Tenía tanto que no me veía en esos ojos, que no me refugiaba en esos brazos. Al estar frente a ellos (fantasmas, recuerdos velados) no supe cómo reaccionar, afortunadamente ellos lo hicieron primero y por un par de horas volvimos a casa, nuestra casa, donde cada uno tiene su sitio.

Es curioso, asistí a las tres citas con expectativas distintas, pero los (re)encuentros fueron completamente parecidos, tratando de ser más clara, el reclamo fue el mismo: los enterré con todo lo que implicaba su presencia en mi vida, en mi desenfrenada huida los deje atrás sin remordimiento alguno. Es cierto, lo hice, opté por olvidarlos, pensar que nunca existieron. No porque no apreciara su huella en mis días, por el contrario entre ellos está la gente a la que más he querido en este mundo, las mejores tardes, los mas locos viajes, las noches más largas, las lágrimas más honestas, pero también y quizás por lo mismo, quien más me conoce, quien más me ha dañado.

Somos tan tontos los humanos, vamos por ahí tomando fragmentos de los otros y dejando pedazos nuestros por todos lados.

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Encuentros con el pasado

Me decía Carlos que esa idea de los encuentros con el pasado, sonaba más bien a título para exposición del museo de antropología e historia, a mi me parece más bien como una charla con los muertos, aunque claro, esta idea puede llegar a incomodar a más de alguno de los involucrados. Tenía tanto que no me veía en esos ojos, que no me refugiaba en esos brazos. Al estar frente a ellos (fantasmas, recuerdos velados) no supe cómo reaccionar, afortunadamente ellos lo hicieron primero y por un par de horas volvimos a casa, nuestra casa, donde cada uno tiene su sitio.

Es curioso, asistí a las tres citas con expectativas distintas, pero los (re)encuentros fueron completamente parecidos, tratando de ser más clara, el reclamo fue el mismo: los enterré con todo lo que implicaba su presencia en mi vida, en mi desenfrenada huida los deje atrás sin remordimiento alguno. Es cierto, lo hice, opté por olvidarlos, pensar que nunca existieron. No porque no apreciara su huella en mis días, por el contrario entre ellos está la gente a la que más he querido en este mundo, las mejores tardes, los mas locos viajes, las noches más largas, las lágrimas más honestas, pero también y quizás por lo mismo, quien más me conoce, quien más me ha dañado.

Somos tan tontos los humanos, vamos por ahí tomando fragmentos de los otros y dejando pedazos nuestros por todos lados.

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