sábado, 22 de octubre de 2011

palabras

En el último momento, mientras todo (literalmente) arde me decido a desnudar las palabras, mostrarlas descarnadas, no las quiero llevar conmigo, al final nunca supe usar las correctas, siempre fueron otras, debidamente cuidadas pero otras.   Toda la vida creí en las propiedades mágicas de ellas, quizás por eso las usaba con tanto tiento, siempre fui una aprendiz del lenguaje y en mi afán de perfeccionar tal arte, nunca pude decir la verdad. No, eso no quiere decir que todo haya sido una mentira en sentido estricto, se trato más bien de una develación constante, de un habitar en el límite y asimilar la caída.  Sé muy bien ahora, cualquier cosa que diga será utilizada en mi contra, pero  no me importa, de cualquier forma no hay manera de desentintar las hojas, para contar otras historias, explorar otros mundos o mirar otros ojos.  

Descubrí quizás antes de lo debido la luz en las palabras y desde entonces me enamore de la noche, me volví amante precoz de cada desquicio de oscuridad donde ellas pudieran brillar, deje de ser yo acercándome cada vez más a las miles que me habitan, renuncie al uno para enlazarme infinitamente con lo múltiple, suspendí el andar por el camino recto y me abrace a la posibilidad. Es quizás esta la condena, un pozo sin fondo, una caída interminable, un incendio de letras, pero no me importa, ahora ya no vale regresar las paginas, he cegado mis ojos y arrancado mi lengua, he renunciado a todas mis facultades mentales exceptuando la de imaginar, única bendición para los de mi especie.
Sé que al llegar la mañana será alguien más quien ordené a mis manos lo que deban decir, por eso mismo no tengo reparos en arrancarme la piel a girones, en mirar mis huesos y sentir lástima de quienes también los observen. En un acto masoquista, me obligo esta noche a decir cuanto es preciso para saber que no soy yo, que tampoco es otra, que nunca es alguien, es solo el vacio posesionándose de los instantes, robándome las ganas, arrebatándome el sentido y dejándome a cambio miles y miles de palabras descarnadas.

Nunca quise mirar la verdad a la cara, yo nunca la busque, pero es imposible volver a poner a grilletes una vez que se ha develado la sombra.

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palabras

En el último momento, mientras todo (literalmente) arde me decido a desnudar las palabras, mostrarlas descarnadas, no las quiero llevar conmigo, al final nunca supe usar las correctas, siempre fueron otras, debidamente cuidadas pero otras.   Toda la vida creí en las propiedades mágicas de ellas, quizás por eso las usaba con tanto tiento, siempre fui una aprendiz del lenguaje y en mi afán de perfeccionar tal arte, nunca pude decir la verdad. No, eso no quiere decir que todo haya sido una mentira en sentido estricto, se trato más bien de una develación constante, de un habitar en el límite y asimilar la caída.  Sé muy bien ahora, cualquier cosa que diga será utilizada en mi contra, pero  no me importa, de cualquier forma no hay manera de desentintar las hojas, para contar otras historias, explorar otros mundos o mirar otros ojos.  

Descubrí quizás antes de lo debido la luz en las palabras y desde entonces me enamore de la noche, me volví amante precoz de cada desquicio de oscuridad donde ellas pudieran brillar, deje de ser yo acercándome cada vez más a las miles que me habitan, renuncie al uno para enlazarme infinitamente con lo múltiple, suspendí el andar por el camino recto y me abrace a la posibilidad. Es quizás esta la condena, un pozo sin fondo, una caída interminable, un incendio de letras, pero no me importa, ahora ya no vale regresar las paginas, he cegado mis ojos y arrancado mi lengua, he renunciado a todas mis facultades mentales exceptuando la de imaginar, única bendición para los de mi especie.
Sé que al llegar la mañana será alguien más quien ordené a mis manos lo que deban decir, por eso mismo no tengo reparos en arrancarme la piel a girones, en mirar mis huesos y sentir lástima de quienes también los observen. En un acto masoquista, me obligo esta noche a decir cuanto es preciso para saber que no soy yo, que tampoco es otra, que nunca es alguien, es solo el vacio posesionándose de los instantes, robándome las ganas, arrebatándome el sentido y dejándome a cambio miles y miles de palabras descarnadas.

Nunca quise mirar la verdad a la cara, yo nunca la busque, pero es imposible volver a poner a grilletes una vez que se ha develado la sombra.
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