jueves, 3 de abril de 2014

Instrucciones

Desde la parte más alta de la montaña de su preferencia, decídase por dar el paso. Por esta vez el abismo no está tan lejos, apenas un salto y listo. No apriete los puños como quien intenta llevar algo consigo, no tiene caso, en el vértigo que la caída provoque, no tendrá más remedio que soltarlo todo. Tener miedo es normal, pero ya ha vivido más de un par de décadas asustado y pusilánime sin querer apenas mirar hacia abajo. No puedo decirle que no habrá de dolerle, nadie regresó nunca para desmentir tal hecho. Tome un minuto para pensar en los que se quedan, pero que no sea más de eso, pues corre el riesgo de arrepentirse y en este sitio nada ha cambiado. Si lo prefiere deje una nota antes del salto, no para dar motivos, tan solo para decir adiós, es de mal gusto irse sin despedirse. Cuando esté listo despréndase de sus vestimentas, volar o caer  no requieren de ornamentos mundanos.  Puede tomar un impulso para alentar el viaje, puede solo dejarse caer, eso no tiene importancia. Una vez que sienta el viento romperle en el rostro abra sus brazos, extienda sus piernas, grite; pero por favor no llore. No haga de esta sublimación espiritual un dramático entuerto. No cierre los ojos y tenga usted un maravilloso viaje.  

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Desde la parte más alta de la montaña de su preferencia, decídase por dar el paso. Por esta vez el abismo no está tan lejos, apenas un salto y listo. No apriete los puños como quien intenta llevar algo consigo, no tiene caso, en el vértigo que la caída provoque, no tendrá más remedio que soltarlo todo. Tener miedo es normal, pero ya ha vivido más de un par de décadas asustado y pusilánime sin querer apenas mirar hacia abajo. No puedo decirle que no habrá de dolerle, nadie regresó nunca para desmentir tal hecho. Tome un minuto para pensar en los que se quedan, pero que no sea más de eso, pues corre el riesgo de arrepentirse y en este sitio nada ha cambiado. Si lo prefiere deje una nota antes del salto, no para dar motivos, tan solo para decir adiós, es de mal gusto irse sin despedirse. Cuando esté listo despréndase de sus vestimentas, volar o caer  no requieren de ornamentos mundanos.  Puede tomar un impulso para alentar el viaje, puede solo dejarse caer, eso no tiene importancia. Una vez que sienta el viento romperle en el rostro abra sus brazos, extienda sus piernas, grite; pero por favor no llore. No haga de esta sublimación espiritual un dramático entuerto. No cierre los ojos y tenga usted un maravilloso viaje.  
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