Guardé los sonidos de la infancia en la raíz palpitante que
llevo en el pecho. Aprendí que la forma correcta de caminar es con los pies
descalzos y que la única forma de apreciar la belleza de un cuerpo es mirar con
atención su mapa de recuerdos. Bebí de forma desmedida las mieles de la
primavera; me resigné entonces a dejar pasar el polvo, que remueve el otoño,
hasta cicatrizar la herida. Avanzo con calma y cada vez con menos miedo hacía
la transformación de los años, como canción pop española: todo es horrible o
terriblemente bello.
Tiempo gestual. Est
Hace 2 días
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