sábado, 20 de noviembre de 2010

Correspondencia imaginaria


Muy apreciable señor distante:


Las posibilidades se manifiestan en las situaciones más extrañas; la elección que determine la siguiente situación será parte aguas para lo que venga detrás. Intentaré ser más clara: edifico mi vida a partir de aquello que las circunstancias azarosas van mostrando, no sé si esto sea bueno o malo (nunca me ha gustado hacer ese tipo de juicios), simplemente es así, y no conozco otra forma de hacerlo.
Pero no es por esto que le escribo, la razón de esta carta son los conejitos, la arena, porque me gusta escribir cartas; quizás también sea que hace calor las sabanas se adhieren a la piel imposibilitando conciliar el preciado sueño.
En ocasiones despierto con la sensación de haber comenzado a soñar, todo parece parte de un lienzo en el que un desconocido pintor surrealista trabaja incesantemente para ilustrar una visión distorsionada de la "realidad", entonces froto mis ojos y repito para mis adentros: despierta, despierta!, observo mis manos para asegurarme que siguen ahí, busco mis lentes, pretendo integrarme al mundo,pero este es precisamente el momento más difícil, cuando tengo que dilucidar si es verdad que he despertado… siento el frío del suelo, entonces me pregunto si no es acaso que la sabana se me ha corrido y he dejado mis pies al descubierto….Pero no, escribir sobre la interrogante de soñar o vivir, tampoco es la intención de esta carta, eso ya lo han hecho muchos, Descartes el mejor quizás entre tantos; en este momento no quiero llevar mis cavilaciones hacia genios malignos, ni dudas metódicas… Así que volveré a lo que me ocupaba inicialmente: escribirle una carta sobre los conejitos y la arena
La gente escribe contra el olvido, yo preferiría escribir para olvidar. Cuando pienso en esa necesidad humana de empolvar la memoria, inmediatamente acude a mi cabeza Funes el memorioso, el que no pudo con tanto recordar… a veces creo que yo tampoco olvido, es como si eso sólo estuviera permitido a algunos; nosotros, el resto, vivimos fragmentados, ajenos, siendo los miles que nos habitan, estamos condenados a ser los otros, a los que más valdría olvidar para no perder la razón… Usted disculpe, me olvidaba, el fin de estas líneas tampoco es hacer una exposición de retorcidas ideas. Lo que en realidad pretendo es contarle sobre los conejitos, la arena, pero sobre todo el calor de esta noche.
Nunca me han gustado ni el frío ni el calor, prefiero el verano, cuando llueve, es como si lavaran al mundo, aunque, agua no sea suficiente para limpiarlo; eso me conduce a pensar que la lluvia es llanto, el mundo llora su miseria, sobra decirle que nunca he sido muy optimista en lo que a la especie humana respecta, precisamente por eso siento que le dolemos... Yo también lloro, por todo, hasta sin causa, a mí me duele el mundo…Hablarle sobre mis dolencias por tentador que me resulte, no es lo que me lleva esta noche a mantenerme frente al monitor, la empresa que persigo es poder hablarle de los conejitos y la arena … aunque eso no resulte nada entretenido.
No, creo q hablar de conejitos y arena no es de buen gusto a estas horas.
Queda de usted:
Gabrieluska, su antigua aprendiz de maga.

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Correspondencia imaginaria


Muy apreciable señor distante:


Las posibilidades se manifiestan en las situaciones más extrañas; la elección que determine la siguiente situación será parte aguas para lo que venga detrás. Intentaré ser más clara: edifico mi vida a partir de aquello que las circunstancias azarosas van mostrando, no sé si esto sea bueno o malo (nunca me ha gustado hacer ese tipo de juicios), simplemente es así, y no conozco otra forma de hacerlo.
Pero no es por esto que le escribo, la razón de esta carta son los conejitos, la arena, porque me gusta escribir cartas; quizás también sea que hace calor las sabanas se adhieren a la piel imposibilitando conciliar el preciado sueño.
En ocasiones despierto con la sensación de haber comenzado a soñar, todo parece parte de un lienzo en el que un desconocido pintor surrealista trabaja incesantemente para ilustrar una visión distorsionada de la "realidad", entonces froto mis ojos y repito para mis adentros: despierta, despierta!, observo mis manos para asegurarme que siguen ahí, busco mis lentes, pretendo integrarme al mundo,pero este es precisamente el momento más difícil, cuando tengo que dilucidar si es verdad que he despertado… siento el frío del suelo, entonces me pregunto si no es acaso que la sabana se me ha corrido y he dejado mis pies al descubierto….Pero no, escribir sobre la interrogante de soñar o vivir, tampoco es la intención de esta carta, eso ya lo han hecho muchos, Descartes el mejor quizás entre tantos; en este momento no quiero llevar mis cavilaciones hacia genios malignos, ni dudas metódicas… Así que volveré a lo que me ocupaba inicialmente: escribirle una carta sobre los conejitos y la arena
La gente escribe contra el olvido, yo preferiría escribir para olvidar. Cuando pienso en esa necesidad humana de empolvar la memoria, inmediatamente acude a mi cabeza Funes el memorioso, el que no pudo con tanto recordar… a veces creo que yo tampoco olvido, es como si eso sólo estuviera permitido a algunos; nosotros, el resto, vivimos fragmentados, ajenos, siendo los miles que nos habitan, estamos condenados a ser los otros, a los que más valdría olvidar para no perder la razón… Usted disculpe, me olvidaba, el fin de estas líneas tampoco es hacer una exposición de retorcidas ideas. Lo que en realidad pretendo es contarle sobre los conejitos, la arena, pero sobre todo el calor de esta noche.
Nunca me han gustado ni el frío ni el calor, prefiero el verano, cuando llueve, es como si lavaran al mundo, aunque, agua no sea suficiente para limpiarlo; eso me conduce a pensar que la lluvia es llanto, el mundo llora su miseria, sobra decirle que nunca he sido muy optimista en lo que a la especie humana respecta, precisamente por eso siento que le dolemos... Yo también lloro, por todo, hasta sin causa, a mí me duele el mundo…Hablarle sobre mis dolencias por tentador que me resulte, no es lo que me lleva esta noche a mantenerme frente al monitor, la empresa que persigo es poder hablarle de los conejitos y la arena … aunque eso no resulte nada entretenido.
No, creo q hablar de conejitos y arena no es de buen gusto a estas horas.
Queda de usted:
Gabrieluska, su antigua aprendiz de maga.
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