lunes, 5 de septiembre de 2011

Fragmentos de locura

Desconocía por completo el momento justo en el que las paredes comenzaron a hablarle, una mañana se descubrió en medio del colorido cuarto, cubriendo afanosamente con una mano el orificio por donde estaba segura habían estado escapando las ideas. De pronto, una voz proveniente del muro del fondo comenzó a contarle una historia fantástica, al principio era complicado entenderle, pues su tono gutural hacia confundirle con un gruñido, con un eco guardado o con un murmuro muy grave. Desde su llegada a ese lugar, no había cruzado palabra con nadie, quizás por eso el hecho de escuchar una voz que no era la suya, la reconfortaba, prefirió no preguntarse por la procedencia y la lógica de un muro que habla, asumió que como todos aseveraban, estaba loca y en la locura era “normal” sentir que las ideas escapan y conversar con las cosas. Aunque bueno, no podría decirse que ella conversaba propiamente con las paredes, sólo las escuchaba.


No siempre era la misma la intensidad de las voces que emanaban de las paredes, a veces susurraban, otras gritaban frenéticamente, ella no sentía miedo, hacía mucho tiempo que no experimentaba tal cosa, en ese cuarto, en ese lugar todo era posible, estaba fascinada con su locura y el universo interminable que había venido con ella. Descubrió una constante en el sonido, si ella quitaba la mano de su cabeza, las voces eran más fuertes, más claras, si ella volvía a tapar el lugar por donde le escapaban las ideas, las voces se hacían tenues. Lo pensó un segundo y concluyó, las paredes habían estado robando sus ideas, por eso su cabeza era cada vez más ligera, por eso cada vez había más color en los muros, volvió a agradecer su locura, esa bendita locura, que entre muros, historias, colores e ideas se creaba y recreaba en sus manos.

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Fragmentos de locura

Desconocía por completo el momento justo en el que las paredes comenzaron a hablarle, una mañana se descubrió en medio del colorido cuarto, cubriendo afanosamente con una mano el orificio por donde estaba segura habían estado escapando las ideas. De pronto, una voz proveniente del muro del fondo comenzó a contarle una historia fantástica, al principio era complicado entenderle, pues su tono gutural hacia confundirle con un gruñido, con un eco guardado o con un murmuro muy grave. Desde su llegada a ese lugar, no había cruzado palabra con nadie, quizás por eso el hecho de escuchar una voz que no era la suya, la reconfortaba, prefirió no preguntarse por la procedencia y la lógica de un muro que habla, asumió que como todos aseveraban, estaba loca y en la locura era “normal” sentir que las ideas escapan y conversar con las cosas. Aunque bueno, no podría decirse que ella conversaba propiamente con las paredes, sólo las escuchaba.


No siempre era la misma la intensidad de las voces que emanaban de las paredes, a veces susurraban, otras gritaban frenéticamente, ella no sentía miedo, hacía mucho tiempo que no experimentaba tal cosa, en ese cuarto, en ese lugar todo era posible, estaba fascinada con su locura y el universo interminable que había venido con ella. Descubrió una constante en el sonido, si ella quitaba la mano de su cabeza, las voces eran más fuertes, más claras, si ella volvía a tapar el lugar por donde le escapaban las ideas, las voces se hacían tenues. Lo pensó un segundo y concluyó, las paredes habían estado robando sus ideas, por eso su cabeza era cada vez más ligera, por eso cada vez había más color en los muros, volvió a agradecer su locura, esa bendita locura, que entre muros, historias, colores e ideas se creaba y recreaba en sus manos.
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