sábado, 27 de marzo de 2010

INCONEXIONES


Mi manera de comprometerme fue darme a la fuga…"
Joaquín Sabina
I
Te desvaneces en un aislamiento voluntario, a veces deprimente pero productivo. Poco a poco tu imagen se ha vuelto borrosa, ellos ya no saben si existes o te inventaron…
II

Muchas noches las has pasado en silencio contemplando en tu exasperante insomnio las luces de la ciudad. Siempre te han parecido más excitantes los miles de focos, faros y lámparas que los millones de estrellas que tachonean el firmamento, después de todo, las luces de la ciudad siempre son otras y las del cielo nunca dejan de ser las mismas.
III
Un dolor metafórico estrictamente literal, te aqueja desde hace ya bastante tiempo. Son las incipientes palabras que se anidan en la comisura de los labios esperando, bífidas malditas, el momento de reptar a tus oídos y aniquilarme.
IV
Es hora de detener la rueda de la fortuna, no importa si quedas arriba, en lo más alto donde el más grande de los habitantes del país de los gigantes no es más que un diminuto grano de arena que se pierde entre la multitud de ellos, que son tantos y tan iguales que solamente logres distinguir un tapete de un color más o menos uniforme. O que quedes abajo, con los pies en la tierra y el norte extraviado, con la puerta al mundo abierta. No en realidad no importa, el asunto es parar.

0 visiones de otros espejos:

INCONEXIONES

Etiquetas: , , ,

Mi manera de comprometerme fue darme a la fuga…"
Joaquín Sabina
I
Te desvaneces en un aislamiento voluntario, a veces deprimente pero productivo. Poco a poco tu imagen se ha vuelto borrosa, ellos ya no saben si existes o te inventaron…
II

Muchas noches las has pasado en silencio contemplando en tu exasperante insomnio las luces de la ciudad. Siempre te han parecido más excitantes los miles de focos, faros y lámparas que los millones de estrellas que tachonean el firmamento, después de todo, las luces de la ciudad siempre son otras y las del cielo nunca dejan de ser las mismas.
III
Un dolor metafórico estrictamente literal, te aqueja desde hace ya bastante tiempo. Son las incipientes palabras que se anidan en la comisura de los labios esperando, bífidas malditas, el momento de reptar a tus oídos y aniquilarme.
IV
Es hora de detener la rueda de la fortuna, no importa si quedas arriba, en lo más alto donde el más grande de los habitantes del país de los gigantes no es más que un diminuto grano de arena que se pierde entre la multitud de ellos, que son tantos y tan iguales que solamente logres distinguir un tapete de un color más o menos uniforme. O que quedes abajo, con los pies en la tierra y el norte extraviado, con la puerta al mundo abierta. No en realidad no importa, el asunto es parar.
0 comentarios: