sábado, 20 de marzo de 2010

Gajes del oficio


Poco a poco me he acostumbrado a los fríos, impersonales y debo decirlo muy cómodos cuartos de hotel, con sus sabanas blancas y sus esponjosas almohadas, su agua caliente al minuto y sus impolutas tinas, esas ventanas enormes que muestran un mundo igual de frívolo y ajeno que todo lo que hay en la habitación. Como parte de mi trabajo de vago asalariado, he conocido cientos de esos cuartos, en realidad son pocas las diferencias entre unos y otros. No me quejo, la verdad es q no es tan malo, nunca hay q limpiar ni siquiera tender la cama, si algo no me agrada o necesito algo, basta marcar a la recepción donde una mujer me odia pero está obligada a ser amable y lo resuelve . Todo parece bien hasta ahí turismo laboral y hospedaje cinco estrellas.
El problema es cuando me toca compartir, he visto desfilar cada fenómeno como compañera de cuarto, desde las que roncan como locomotora hasta las que me despiertan a las seis de la mañana al ritmo de Can Can, porque es hora de salir a correr, las que tardan más de 30 minutos en la ducha o peor aún las que ven telenovelas y quieren platicar incansablemente sobre su vida como si a mi realmente me importara .
Esta semana la ciudad de Taxco me albergaba plácidamente, mi compañera de cuarto una joven mujer de trato amable pero no empalagoso, amante de las telenovelas pero no conversadora, madrugadora pero discreta, demasiado bueno para ser verdad, pensé, pero me permití gozarlo tranquilamente, pude tener mis lecturas nocturnas en el balcón de la habitación, dormir tranquilamente y limitarme a decir buenos días y buenas noches.
Desafortunadamente el amor, el whisky o la calentura, no soy quien para juzgarlo, transforman a las incipientes almas de los grises mortales en incivilizadas bestias victimas de sus impulsos. Dormía yo tranquilamente cuando unas risitas ebrias y desconsideradas arribaron al balcón. Mi compañera de cuarto había regresado del bar con un acompañante y tenían en el balcón un preludio amoroso, con frases tan trilladas como desagradables respecto a lo excitados que se encontraban ante su "maravillosa" aventura. Hasta ese momento me limité a darle vuelta a mi almohada y pretender que nada pasaba, lo complicado fue cuando escuché las frases de convencimiento para que lo invitara a pasar y poder concluir lo que tanto se complicaba en el limitado espacio ahí afuera. Escuché como se abría la puerta y como chocando contra todo entraron, en el fondo esperaba que preparan café y se despidieran, pero eso no paso, el concierto de frases sucias y gemidos continuo por largo tiempo. Momento más bochornoso no he vivido ¿qué haces cuando una compañera de cuarto asignada y desconocida tiene una noche de sexo y pasión, mientras se supone tu duermes en la cama de al lado?
Tomé valor y decididamente me levanté, mostrando descontento al azotar la puerta , salí a la salita de estar que está afuera, esperando mi mensaje fuera claro y preciso, lo que había hecho ella era inadecuado y descortés, quería a ese tipo fuera de la habitación, que se fueran a continuar con eso en otro lado. Los minutos pasaron, las horas no se detuvieron y la mañana llegó, recargada sobre mi brazo izquierdo desperté, adolorida por dormir sentada pasé la noche en un maldito sillón, el tipo salía de la habitación y ella a medio vestir, me recibía con una estúpida sonrisa diciendo "gracias que buena onda eres, yo no me habría ido así…"
Aún podía reportarla y estaba dispuesta a hacerlo , eso seguramente la dejaría sin empleo y aprendería muy bien la lección, pero cometí el gravísimo error de comunicarle mis intenciones, entonces la mujer no conversadora de toda la semana hablo por más de una hora sobre su trágica infancia y su horrible adolescencia, me conto la larga historia sobre su matrimonio fallido y su desigual divorcio, me enseñó las fotos de los tres hijos que esperaban en casa para ser alimentados por ella, el único sostén de la familia, me resistí para no llorar, pero cuando hablo de lo duro que es pagar un alquiler y vérselas sola en el mundo, no pude más.
Lo sé, muy seguramente me vieron la cara de pendeja con la historia...gajes del oficio?

1 visiones de otros espejos:

Zhenitte dijo...

Jajajaja...Ya ves, las apariencias engañan...Hoy me tocó un taxista de esos que -también- encuentran atractivo contarle su vida y obra al mundo entero.

A veces la gente no comprende que uno trae tantas cosas en la cabeza, que no tiene deseos de escuchar la plática de los demás.

Un saludo.

Gajes del oficio

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Poco a poco me he acostumbrado a los fríos, impersonales y debo decirlo muy cómodos cuartos de hotel, con sus sabanas blancas y sus esponjosas almohadas, su agua caliente al minuto y sus impolutas tinas, esas ventanas enormes que muestran un mundo igual de frívolo y ajeno que todo lo que hay en la habitación. Como parte de mi trabajo de vago asalariado, he conocido cientos de esos cuartos, en realidad son pocas las diferencias entre unos y otros. No me quejo, la verdad es q no es tan malo, nunca hay q limpiar ni siquiera tender la cama, si algo no me agrada o necesito algo, basta marcar a la recepción donde una mujer me odia pero está obligada a ser amable y lo resuelve . Todo parece bien hasta ahí turismo laboral y hospedaje cinco estrellas.
El problema es cuando me toca compartir, he visto desfilar cada fenómeno como compañera de cuarto, desde las que roncan como locomotora hasta las que me despiertan a las seis de la mañana al ritmo de Can Can, porque es hora de salir a correr, las que tardan más de 30 minutos en la ducha o peor aún las que ven telenovelas y quieren platicar incansablemente sobre su vida como si a mi realmente me importara .
Esta semana la ciudad de Taxco me albergaba plácidamente, mi compañera de cuarto una joven mujer de trato amable pero no empalagoso, amante de las telenovelas pero no conversadora, madrugadora pero discreta, demasiado bueno para ser verdad, pensé, pero me permití gozarlo tranquilamente, pude tener mis lecturas nocturnas en el balcón de la habitación, dormir tranquilamente y limitarme a decir buenos días y buenas noches.
Desafortunadamente el amor, el whisky o la calentura, no soy quien para juzgarlo, transforman a las incipientes almas de los grises mortales en incivilizadas bestias victimas de sus impulsos. Dormía yo tranquilamente cuando unas risitas ebrias y desconsideradas arribaron al balcón. Mi compañera de cuarto había regresado del bar con un acompañante y tenían en el balcón un preludio amoroso, con frases tan trilladas como desagradables respecto a lo excitados que se encontraban ante su "maravillosa" aventura. Hasta ese momento me limité a darle vuelta a mi almohada y pretender que nada pasaba, lo complicado fue cuando escuché las frases de convencimiento para que lo invitara a pasar y poder concluir lo que tanto se complicaba en el limitado espacio ahí afuera. Escuché como se abría la puerta y como chocando contra todo entraron, en el fondo esperaba que preparan café y se despidieran, pero eso no paso, el concierto de frases sucias y gemidos continuo por largo tiempo. Momento más bochornoso no he vivido ¿qué haces cuando una compañera de cuarto asignada y desconocida tiene una noche de sexo y pasión, mientras se supone tu duermes en la cama de al lado?
Tomé valor y decididamente me levanté, mostrando descontento al azotar la puerta , salí a la salita de estar que está afuera, esperando mi mensaje fuera claro y preciso, lo que había hecho ella era inadecuado y descortés, quería a ese tipo fuera de la habitación, que se fueran a continuar con eso en otro lado. Los minutos pasaron, las horas no se detuvieron y la mañana llegó, recargada sobre mi brazo izquierdo desperté, adolorida por dormir sentada pasé la noche en un maldito sillón, el tipo salía de la habitación y ella a medio vestir, me recibía con una estúpida sonrisa diciendo "gracias que buena onda eres, yo no me habría ido así…"
Aún podía reportarla y estaba dispuesta a hacerlo , eso seguramente la dejaría sin empleo y aprendería muy bien la lección, pero cometí el gravísimo error de comunicarle mis intenciones, entonces la mujer no conversadora de toda la semana hablo por más de una hora sobre su trágica infancia y su horrible adolescencia, me conto la larga historia sobre su matrimonio fallido y su desigual divorcio, me enseñó las fotos de los tres hijos que esperaban en casa para ser alimentados por ella, el único sostén de la familia, me resistí para no llorar, pero cuando hablo de lo duro que es pagar un alquiler y vérselas sola en el mundo, no pude más.
Lo sé, muy seguramente me vieron la cara de pendeja con la historia...gajes del oficio?
1 comentarios:

Jajajaja...Ya ves, las apariencias engañan...Hoy me tocó un taxista de esos que -también- encuentran atractivo contarle su vida y obra al mundo entero.

A veces la gente no comprende que uno trae tantas cosas en la cabeza, que no tiene deseos de escuchar la plática de los demás.

Un saludo.