jueves, 14 de enero de 2010

Vacaciones mentales


Después de algunos meses de mantener seco el tintero y la pluma extraviada, me aventuro a dar unos cuantos golpeteos sobre el teclado, el ejercicio de escribir es algo que exige constancia y disciplina, cosas que desafortunadamente no son cualidades que posea, de cualquier forma encuentro excitante volver a toparme con el cursor que parpadea suspicaz ante la posibilidad de hilar todas las ideas que rondan por mi cabeza, no estoy segura de lograrlo de forma brillante, es más ni siquiera sé si pueda hacerlo de forma elocuente, pero aquí estoy asumiendo el riesgo y la posibilidad, sea el ocioso lector quien lo juzgué.
Durante el largo periodo de abstinencia literaria, porque he de confesar que tampoco he leído gran cosa en los últimos meses, me he dedicado a observar, cavilar y vegetar, podría pensarse que las dos primeras resultan convenientes, pero la verdad es que casi puedo equipararlas con la tercera.
Hace unos día tocaba mi puerta una religiosa que vendía de casa en casa la revista católica llamada "juventud nueva", después de una acalorada discusión con la hermana sobre los caminos misteriosos de Dios, ella prometió orar por mi salvación y yo accedí a comprarle la revista a manera de agradecimiento por los cientos de rosarios que se requerirían para lograr tal fin, cerré la puerta y observe un tanto desinteresada el ejemplar, en la portada se veía una imagen de jóvenes felices y entusiastas jugueteando jocosamente en un jardín lleno de rosas, que empalagosa existencia cavilé, abrí la revista para observar el índice y me pareció que había hecho la mejor compra de mi vida, según el nombre de los artículos, podría conocer a Dios en exclusiva, encontraría el placer del sexo sin métodos anticonceptivos y mejor aún conocería el único camino a la salvación. Medité por largos minutos sobre lo preciado que resultaban aquellas hojas de papel cuche, en la noble tarea de la madre que bajo los inclementes rayos del sol estaba llevando ese rayito de luz a los oscuros corazones de los simples mortales, y entonces regrese morbosamente a buscar las tan aclamadas fotografías del único y autentico Dios.
la decepción no tardo en llegar, el hombre de la foto era más como el señor de los cielos con sotana, es decir el narcotraficante con disfraz  de padre, me detuve un instante y cavilé sobre cuánto dinero habría que pagar  para aparecer en las páginas de esta revista, concluí que no mucho, puesto que en realidad no creo que muchos la compren a cambio de rosarios salvadores; proseguí con la observación y aún en contra de mi estado de vacaciones mentales me aventuré a leer un poco y la decepción se duplico, resulta que el señor de la foto era el padre Manuel, que escribía sobre la evidente existencia de Dios, "dios esta en los árboles, los animales, en usted mismo esta Dios" rayos cavilé… puedo ir a buscar a Dios al zoológico o a un día de campo. Me habían timado, dios no estaba en estas páginas, o tal vez sí, pero preferí no seguir pensándolo pues podría desatarse nuevamente la paranoia, esa sicosis extraña en la que de repente ya no sé si me persiguen o yo persigo a alguien.
Ya con la confianza mermada pero aún con un poco de esperanza, fui a las páginas en las que se me prometía el goce sin límite ni preservativos, el susto me vino al momento, en una fotografía que ocupaba tres cuartos de página estaban los 75 integrantes de una familia católica, sí, todos sonreían, parecía que el gozo en realidad estaba garantizado, pero donde diantres podrían habitar tan numerosas y sexualmente satisfechas familias , entonces ahí, en la nota al pie de foto decía, "Familia Durán: No es que no quepamos en el mundo es que estamos mal distribuidos".
 Así pues, ya con la paranoia desatada, de sentir la mirada de Dios todo el tiempo y sabiendo que lo más conveniente para una vida libre del pecado de los preservativos es mudarme al desierto, decidí pasar a la parte de la salvación, tristemenete  ahí no había imágenes ni dibujitos y no ese ya era un exceso para mis vacaciones mentales.

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Después de algunos meses de mantener seco el tintero y la pluma extraviada, me aventuro a dar unos cuantos golpeteos sobre el teclado, el ejercicio de escribir es algo que exige constancia y disciplina, cosas que desafortunadamente no son cualidades que posea, de cualquier forma encuentro excitante volver a toparme con el cursor que parpadea suspicaz ante la posibilidad de hilar todas las ideas que rondan por mi cabeza, no estoy segura de lograrlo de forma brillante, es más ni siquiera sé si pueda hacerlo de forma elocuente, pero aquí estoy asumiendo el riesgo y la posibilidad, sea el ocioso lector quien lo juzgué.
Durante el largo periodo de abstinencia literaria, porque he de confesar que tampoco he leído gran cosa en los últimos meses, me he dedicado a observar, cavilar y vegetar, podría pensarse que las dos primeras resultan convenientes, pero la verdad es que casi puedo equipararlas con la tercera.
Hace unos día tocaba mi puerta una religiosa que vendía de casa en casa la revista católica llamada "juventud nueva", después de una acalorada discusión con la hermana sobre los caminos misteriosos de Dios, ella prometió orar por mi salvación y yo accedí a comprarle la revista a manera de agradecimiento por los cientos de rosarios que se requerirían para lograr tal fin, cerré la puerta y observe un tanto desinteresada el ejemplar, en la portada se veía una imagen de jóvenes felices y entusiastas jugueteando jocosamente en un jardín lleno de rosas, que empalagosa existencia cavilé, abrí la revista para observar el índice y me pareció que había hecho la mejor compra de mi vida, según el nombre de los artículos, podría conocer a Dios en exclusiva, encontraría el placer del sexo sin métodos anticonceptivos y mejor aún conocería el único camino a la salvación. Medité por largos minutos sobre lo preciado que resultaban aquellas hojas de papel cuche, en la noble tarea de la madre que bajo los inclementes rayos del sol estaba llevando ese rayito de luz a los oscuros corazones de los simples mortales, y entonces regrese morbosamente a buscar las tan aclamadas fotografías del único y autentico Dios.
la decepción no tardo en llegar, el hombre de la foto era más como el señor de los cielos con sotana, es decir el narcotraficante con disfraz  de padre, me detuve un instante y cavilé sobre cuánto dinero habría que pagar  para aparecer en las páginas de esta revista, concluí que no mucho, puesto que en realidad no creo que muchos la compren a cambio de rosarios salvadores; proseguí con la observación y aún en contra de mi estado de vacaciones mentales me aventuré a leer un poco y la decepción se duplico, resulta que el señor de la foto era el padre Manuel, que escribía sobre la evidente existencia de Dios, "dios esta en los árboles, los animales, en usted mismo esta Dios" rayos cavilé… puedo ir a buscar a Dios al zoológico o a un día de campo. Me habían timado, dios no estaba en estas páginas, o tal vez sí, pero preferí no seguir pensándolo pues podría desatarse nuevamente la paranoia, esa sicosis extraña en la que de repente ya no sé si me persiguen o yo persigo a alguien.
Ya con la confianza mermada pero aún con un poco de esperanza, fui a las páginas en las que se me prometía el goce sin límite ni preservativos, el susto me vino al momento, en una fotografía que ocupaba tres cuartos de página estaban los 75 integrantes de una familia católica, sí, todos sonreían, parecía que el gozo en realidad estaba garantizado, pero donde diantres podrían habitar tan numerosas y sexualmente satisfechas familias , entonces ahí, en la nota al pie de foto decía, "Familia Durán: No es que no quepamos en el mundo es que estamos mal distribuidos".
 Así pues, ya con la paranoia desatada, de sentir la mirada de Dios todo el tiempo y sabiendo que lo más conveniente para una vida libre del pecado de los preservativos es mudarme al desierto, decidí pasar a la parte de la salvación, tristemenete  ahí no había imágenes ni dibujitos y no ese ya era un exceso para mis vacaciones mentales.
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